Domènech: el juego para ser la guinda en el pastel catalán
Todo dependerá del PSC. Si se niega a pactar con PP y C's en Cataluña, el candidato de Iglesias y Colau será decisivo el próximo 21D. Ambos lo saben y él jugará sus bazas.
El 21-D decidirán los catalanes. A partir del día siguiente, los políticos. A eso juega Ada Colau. Catalunya en Comú trabaja con dos visiones de futuro: una cámara autonómica muy fragmentada y su condición de bisagra, pudiendo inclinar la balanza hacia el bloque independentista o hacia el constitucionalista. Más aun teniendo en cuenta que según algunos demóscopos se prevé una participación que alcance el 85% y que podría arrojar un empate técnico entre bandos. De ahí que la estrategia de los comunes sea situarse como “tercera vía”, en medio de la polarización, apostando por el referéndum pactado.
La carrera, lógicamente, es compleja, pero la confianza depositada en el tirón de la alcaldesa de Barcelona y en una presencia muy medida del propio Pablo Iglesias en ciertos mítines, les lleva a creerse en disposición de superar tanto al Junts per Catalunya de Puigdemont como incluso al PSC de Iceta. En cualquier caso, se sienten la guinda del pastel. La reedición de un “Govern tripartit”, a semejanza del alumbrado por Pasqual Maragall o por José Montilla (PSC, ERC e ICV), está en el imaginario de los comunes. Una alternativa de gobierno que sin embargo se topa, al menos a día de hoy, con la negativa de Miquel Iceta y del propio Pedro Sánchez a facilitárselo a los republicanos, que “han cruzado demasiadas líneas rojas”.
En Cataluña, el mando sobre Podemos es cosa de Colau, si bien Iglesias, cada vez más lejos de Sánchez y más cerca de Oriol Junqueras, es consciente de que los socialistas pueden acabar dinamitándole su pacto tácito: ese pretendido ecosistema político que sueña con recrear en estos trascendentales comicios. Ésa es una de las grandes incógnitas que planean sobre Cataluña y que, según los sondeos publicados, no podrá ser despejada ni siquiera en la noche electoral. El estrecho margen para la duda sobre las intenciones últimas del PSC de mantenerse alejado de ERC ha hecho aflorar en la mente de Iglesias la aspiración de convertir a su amigo Xavier Domènech en presidente de la Generalitat por una carambola del destino.
Cataluña ha distanciado al PSOE y Podemos, pero después del 21D eso puede volver a cambiar
Lo lógico es que el señalado para gobernar sea el cabeza de lista del partido que logre más votos. Aunque tal regla no esté escrita. Por ello, el planteamiento de Iglesias está claro: si el PSC se resiste a emprender un camino junto a los independentistas republicanos, una entente cordial entre los socialistas, C´s y PPC suena igualmente a quimera.
El secretario general de Podemos no valora que en Cataluña el rojo socialista pueda llegar a combinarse con el azul popular. Así las cosas, la dificultad de conformar una mayoría parlamentaria y el juego de vetos a distintas bandas, los tiras y aflojas, los recelos y los contactos cruzados, pueden conducir a un bloqueo para la formación de Gobierno.
Y Domènech, según el análisis pablista, es el hombre para desencallar el impasse. Tal hipótesis se le ha pasado por la cabeza al interesado, según me consta por fuentes próximas al candidato de Catalunya en Comú.
La 'lotería'
Desde luego, si se diera esa distribución de piezas en el tablero pondría a Iglesias en una situación inmejorable. Le habría tocado la lotería. Porque recuperaría una pegada dentro de sus siglas que ha perdido ya y volvería a ponerse en línea de salida en la lucha por la hegemonía de la izquierda.
Cataluña ha provocado el distanciamiento de Iglesias y Sánchez, pero después del 21-D, según el resultado, en Podemos no descartan que pueda regresar el tiempo del entendimiento. Desde luego, ambos líderes comparten algo: que son imprescindibles los consensos entre ellos si quieren sacar al PP del Gobierno en las próximas elecciones generales.