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Sí, hay adoctrinamiento

El PSOE no puede vetar una propuesta de Ciudadanos imprescindible: el virus del nacionalismo no puede contagiar por más tiempo una herramienta cívica vital como la educación.

Sí, hay adoctrinamiento

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Salvo sorpresa de última hora, el Congreso no apoyará este jueves la razonabilísima propuesta de Ciudadanos de impedir, de manera contundente, el adoctrinamiento nacionalista en la escuela pública. Y no lo hará porque el PSOE se va a oponer, sumándose al veto ya anunciado por Podemos y las formaciones más próximas o inmersas en el independentismo.

Resulta indignante que ese veneno se haya esparcido con tanta impunidad durante casi 40 años, con el Estado mirando hacia otro lado mientras gobiernos autonómicos malversaban sus competencias haciendo de la educación, una herramienta para construir ciudadanía y concordia, en una trinchera ideológica.

Y es escandaloso que, cuando un partido lo quiere subsanar al fin, con un respaldo plausible pero poco enérgico del Gobierno; el PSOE se oponga por razones tácticas o de cualquier laya, en todo caso inadmisibles: de Podemos poco se podía esperar, teniendo en cuenta su contumaz costumbre de incluir en el capítulo de la 'pluralidad' cualquier exceso cantonalista; pero de los socialistas cabía esperar otra cosa.

Porque el adoctrinamiento existe y explica por qué en una España democrática y descentralizada, que reconoce, defiende y promociona las identidades culturales y lingüísticas como una riqueza colectiva indiciaria de la propia identidad española; ha proliferado tanto el tumor del soberanismo. Esa ideología excluyente, xenófoba y totalitaria que encuentra en los niños una manera fácil de germinar.


Evitar el uso de la educación por el nacionalismo es una obligación que el PSOE debe atender sin excusas


Atacar ese problema no debería ser una opción, sino una obligación constitucional, política y casi moral frente a la cual no caben excusas ni coartadas. Porque lo mismo que se ha hecho en Cataluña y se hizo en el País Vasco, puede estar en marcha en Valencia, Baleares o Navarra; tres comunidades gestionadas con una visión perniciosa de su lengua y cultura: en ellas, lo que debería ser observado como un puente, se gestiona como una trinchera.

Sánchez e Iceta

El PSOE de Pedro Sánchez tiene que rectificar y mantenerse en la sensatez que le llevó a respaldar el 155. Por mucho que el PSC de Iceta tenga temor a las repercusiones electorales el próximo 21D, debería tener más miedo a la extesión de una epidemia funesta que altera la convivencia y pervierte el sentido de la educación como plataforma de ciudadanos libres, reflexivos y con valores.

Justo lo contrario de lo que la Generalitat lleva lustros intentando crear: meros feligreses de una causa sin futuro. Si no somos capaces de librar a la infancia de ese contagio, estaremos fallándoles a ellos y al porvenir democrático del conjunto de España.


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