Guerra quiere guerra
El histórico dirigente socialista advierte de lo que pensarán los militantes y votantes de su partido si tras las elecciones catalanas, como sospecha, el PSC impide un pacto entre PP y Cs.
Guerra es, de muchos meses para acá, el Pepito Grillo del PSOE que, junto a Felipe González y una parte de la vieja guardia, más se encarga de repetirle a su partido cuáles son las líneas rojas que, a su entender, está pisando siempre Pedro Sánchez, especialmente en Cataluña.
Su último aviso es tajante: los españoles no entenderían que los socialistas se negasen a alcanzar un pacto en Cataluña con PP y Ciudadanos si la suma de votos entre las llamadas fuerzas constitucionalistas alcanzara una mayoría de gobierno.
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"Desde el PSC y desde el PSOE hemos oído que no facilitarán un Gobierno de los partidos independentistas, culpables de un golpe institucional, pero también que no aunarán sus votos a los de los partidos constitucionalistas", escribe el exvicepresidente del Gobierno en un artículo de opinión en el semanario 'Tiempo'.
"Tal panorama desembocaría en una situación sin salida, o lo que sería peor, podría ser que se le regalase el Gobierno de la Generalitat a Esquerra Republicana de Catalunya si se confirmaran los datos de las encuestas de opinión. Y tal dejación -advierte Guerra- no sería perdonada por la inmensa mayoría de los españoles".
El exnúmero dos del PSOE en los tiempos de Felipe González concluye su reflexión instando a "poner toda la esperanza en que los socialistas actúen consecuentemente" y esperando que "las encuestas sean vencidas por la sabiduría del pueblo catalán y se conjure una solución distinta a la de los renegados independentistas".
"Juerga separatista"
Para Guerra "la juerga separatista" ha dividido a la sociedad catalana, pero junto a este resultado negativo él ve una consecuencia positiva, pues ha "logrado reconciliar a los españoles (incluida la izquierda sin adjetivos) con su bandera y con el nombre de España, lo que no se había conseguido en 40 años de democracia".
La izquierda, en lo que Guerra considera un "error histórico", había "regalado" la bandera, el concepto de España y casi la Constitución a la derecha. Ese error se intentaba explicar por la patrimonialización que el franquismo hizo de la patria y de sus símbolos.
Por eso Guerra subraya que se debe reconocer a los independentistas el haber "conquistado para muchos españoles el amor por España y su Constitución".
Defensor convencido del artículo 155 de la Constitución, aplicado por primera vez en España para intervenir la autonomía catalana y cesar al Govern de Carles Puigdemont, Guerra señala que sólo se le pueden hacer dos críticas: haberlo aplicado antes e incluir entre las medidas a TV3, televisión "vergonzosamente sectaria del nacionalismo, que seguirá falseando la realidad en la campaña electoral".
El control de los medios públicos catalanes se excluyó finalmente del paquete de medidas del Gobierno al amparo del 155 por presión del PSOE, que consiguió que el PP aceptara una enmienda de los socialistas al respecto durante la tramitación del 155 en el Senado.
La vieja guardia
El discurso de Guerra es la versión dura del que mantiene González, aunque no exista una sincronización entre ambos: son poemas distintos que cantan los mismos versos para un libro, el del viejo socialismo, en el que hay otras figuras muy activas: el expresidente de Extremadura, Juan Carlos Rodríguez Ibarra; el exministro del Interior, José Luis Corcuera; el exfiscal General del Estado, Eligio Hernández; y los expresidentes de la Comunidad de Madrid y de Castilla-La Mancha, Joaquín Leguina y José Bono.
Casi todos ellos ya se rebelaron, tras las Elecciones Generales de hace un año -las segundas tras la investidura fallida de Pedro Sánchez en la primavera de 2016- contra la idea un de un pacto entre el PSOE, Podemos y los secesionistas. Y aunque la vuelta al redil de Sánchez tras arrasar a Susana Díaz en las Primarias calmó las aguas, Cataluña las ha vuelto a agitar. Y más que lo hará el 21D, probablemente.