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¿Qué le pasa a Carmena?

Carmena se abstiene en la defensa de la Constitución. Alcaldesa de la capital y exjueza, se retrata una vez más como ya lo hizo con Miguel Ángel Blanco, Venezuela o el acoso en Cataluña.

Carmena, absteniéndose de la defensa de la Constitución y del trabajo de los jueces

Carmena, absteniéndose de la defensa de la Constitución y del trabajo de los jueces

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La foto es borrosa y distante, pero a la vez clarificadora: se ve a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, con el brazo alto para abstenerse ante algo que, como cargo público, representante de la capital de España y exjueza, resulta sorprendente: la defensa de la Constitución, el respaldo a los jueces y el rechazo a considerar a los golpistas de la Generalitat y aledaños como "presos políticos".

Es decir, a aplicar, entender, respetar y hacer respetar las bases del Estado de Derecho al que ella misma se ha dedicado y del que vive, legítimamente, y muy bien. La propuesta del PP en el Consistorio madrileño sólo podía parecerle envenenada a quien, a la vez, le parezca un marrón defender lo obvio. Para el resto, mero trámite.

Y éste es el quid de la cuestion. ¿Por qué le resulta tan difícil a Carmena ponerse del lado de la Constitución, de los represaliados de Venezuela, de Miguel Ángel Blanco o de los alcaldes acosados en Cataluña? Cada vez que uno de estos asuntos ha llegado a sus manos, en lugar de ser la primera en la fila, o se ha escondido o se ha colocado junto a los peores, tantos de ellos miembros de su propio Gobierno, también conocido como el Ejército de Pancho Villa por la mezcolanza de antisistema, insurgentes, anticapitalistas y toda la fauna marginal del sistema político.

De espaldas

Ningún político puede ponerse frente o de espaldas a las instituciones que a él mismo le dan trabajo y protegen pero mucho menos el alcalde de Madrid, ese rompeolas de todas las españas que tiene alguna obligación simbólica extra con la propia España.


¿Por qué le cuesta tanto a Carmena siempre estar del lado correcto, sea cual sea el asunto a debate?

¿Se imagina alguien al alcalde de París mirando para otro lado cuando se trata de defender la Constitución de la República? Pues eso lleva pasando desde 2015 con Carmena, cuyos ademanes educados y disposición a la disculpa ya no son suficiente pretexto. Si ella maquillaba hasta ahora la tropa de Rommy Arce, Zapata, Soto, Meyer, Mato y tantos otros concejales escapados del instituto tras pintarrajear lemas revolucionarios en los váteres del recinto, a ver si con el tiempo se les pegaba algo de su veteranía y saber estar, ahora es ella quien se ha mimetizado con ellos.

Representar, pero aquí

La justificación oficiosa es que a la alcaldesa también le molesta el infantilismo insurgente de una parte de su bancada y que, si repite como candidata, impondrá una lista de leales con menos mariposas en la cabeza. Pero la excusa ya no cuela y, por mucho viaje que se dé para huir del mundanal ruido en representación internacional de Madrid, donde tiene que representarla de verdad es aquí, en España.

La Ángela Landsbury de la política española ya no puede alegar que Se ha escrito un crimen y que ella es la investigadora: en realidad, aparece en la escena del delito. Y siempre callada o en el lado oscuro, como una Ada Colau menos chillona pero igual de inaudita.

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