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Buendía

Puigdemont en plasma

El expresident convertido en póster y plasma, con un lema que incumple el primero: su 'Juntos por Cataluña' le encuentra a él alejado de todos, cobijado en una Bruselas cansada del show.

Puigdemont en plasma

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Todo en la imagen del día es contradicción: el lema reza 'Juntos por Cataluña', pero no hay nadie más lejos de la manada que su líder, un Puigdemont ya de vacaciones en Bruselas tras serle levantada la orden internacional de captura, con pérfida habilidad judicial.

El expresident se dice en el exilio, pero está de puente eterno en una ciudad donde las coles huelen ya menos que la épica artificial de su inquilino más incómodo: comenzar una campaña electoral por plasma, skype y un vídeo más cutre y truculento que los de Amenábar en Tesis o apostar por la unidad mientras uno escapa de ella es un contrasentido, difícil de arreglar incluso por la propaganda más artera, en la que el separatismo catalán es bien experta.

El soberanismo es pura paradoja, y su resumen es Puigdemont: España nos roba, pero vamos a pedirle un rescate con el FLA del tamaño de Grecia; las elecciones son ilegítimas, pero vamos a intentar ganarlas; el Congreso es una bacanal españolista, pero intentemos tener grupo propio; vamos a ir de la mano, pero unos están en Barcelona, otros en Alcalá-Meco y alguno más en Bruselas.

Puigdemont grita 'Junts' pero se ha escapado, para convertirse en plasma y póster emocional barato

Puigdemont ha quedado reducido a un póster emocional para estómagos poco exigentes en el que unos ven al president en el exili y otros el cartel de una película de serie B de los 80: esa mirada perdida en el horizonte, esa media sonrisa, ese cuello alzado, ese fondo borroso. El líder del PdeCat es ahí un remake malo de 'Cuando Harry encontró a Sally' sin Sally; un doble de Colombo y su gabardina, un galán de saldo que intenta ser Gregory Peck pero termina en Fernando Esteso, tan español.

El prófugo

El juez Llarena le ha dicho a la justicia belga que, si no puede ayudar, al menos no moleste, con un auto impecable que demuestra dos certezas inquietantes para prófugo más célebre desde los tiempos de Roldán: van a juzgarle por rebelión y da lo mismo que el caso lo instruya la Audiencia Nacional o el Tribunal Supremo. Todos los jueces le han puesto la proa, y en un banquillo la épica artificial del procés siempre queda rota por la frialdad implacable del Código Penal.

En la tierra donde el famoso niño de piedra se hace pis, quizá algún adulto de carne y hueso se haya hecho caca. Con perdón.