La revolución de las pelotas
Una panda de cromañones vecinos de un par de colegios de Málaga con la connivencia del Ayuntamiento han mandado a su ejército de uniformados a impedir que ningún niño bote ningún balón.
Los niños de ahora ya no saben divertirse. Antes sí que teníamos una vida sana. Todo el día en la calle. Jugando, corriendo, saltando. Siendo felices. Ahora, nada. Todo el día en casa con la tablet, con el ordenador, con el móvil, con la consola, con las mil horas de deberes que les mandan en el colegio.
Antes todo molaba, ahora todo es una mierda. Los niños de antes eran los mejores. Los niños de ahora son estúpidos. Pero, ¿quiénes son los padres de los niños de ahora? Efectivamente. Sois vosotros, los niños molones del pasado sois los padres modernetes del presente. Sois vosotros los que no dejáis a vuestros hijos salir a la calle. Sois vosotros los que les compráis las tablets a vuestros hijos para que os dejen en paz y podáis seguir con vuestras vidas en una clara dejación de funciones. Que los eduquen en el colegio. Ese colegio que antes también molaba más y que ahora despreciáis.
Los niños molones del pasado sois los padres modernetes del presente. Sois vosotros los que no dejáis a vuestros hijos salir a la calle.
Mucha gente ha ido poniendo su granito de arena para que lleguemos a esta situación en la que, literalmente, no se permite a los niños que sean niños. No veas esos dibujos porque te pueden crear un trauma. Deja de joder con la pelota no vayas a romper el jarrón. Si no te gustan las lentejas toma esta hamburguesa que no quisiera yo que pasaras hambre como en la guerra. Y así, poquito a poquito, chorrada a chorrada, mala decisión tras mala decisión, estamos creando un mundo plagado de mierdecillas que no van a ser capaces de valerse por sí mismos.
El último capítulo lo protagonizan una panda de cromañones vecinos de un par de colegios de Málaga y la connivencia del Ayuntamiento de esta misma localidad. Les molestan los botes de los equipos de baloncesto que entrenan allí por las tardes. Y el Ayuntamiento, medidor de decibelios en mano, ha clausurado las actividades extraescolares, ha multado ampliamente a las escuelas responsables y ha mandado a su ejército de uniformados a impedir que ningún niño bote ningún balón. ¡Que ningún niño bote ningún balón! Cuidado, ahí hay un niño pasándolo bien, ¡detenedlo!
Ante esto, que evidentemente ha indignado a todo aquel que tiene más de dos dedos de frente, se han organizado manifestaciones, huelgas y protestas en la localidad. Pero yo iría más allá. Si fuera un padre malagueño, tardaría cinco minutos en bajar a comprarle una pelota de baloncesto a mi hijo. La revolución de las pelotas. Que todos los niños malagueños fueran por la calle botando un balón de baloncesto. Fuerte. Muy fuerte. Cada vez más. Como una gran bolsa de maíz mutando a palomitas. Que tengan cojones esos cuatro gilipollas para llamar a la policía para que detengan a los niños, rajen los balones e instauren el toque de queda. Que tengan cojones los pelagatos del Ayuntamiento para seguir prohibiendo el deporte y multando a los colegios que los promueven.
Estamos gobernados por inútiles, compartimos nuestra vida con idiotas y quieren que todos seamos como ellos
Estamos gobernados por inútiles, compartimos nuestra vida con idiotas y quieren que todos seamos como ellos. Quieren que seamos sedentarios, que no estemos suficientemente en forma como para pensar más allá de lo que nos digan en la tele. Nos quieren en casa, con la calefacción puesta y atendiendo a la multipantalla, girando sin parar la perversa rueda de la sociedad moderna. Solo nos necesitan cada cuatro años, y quizá tengamos que pensar que como botar molesta al final la solución será muy sencilla: votar.