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Dignifiquemos la Abogacía

Regeneración, transparencia, apertura y equipos sólidos. Es la receta del prestigioso abogado José María Alonso para convertirse este miércoles en Decano del Colegio de Abogados de Madrid.

Dignifiquemos la Abogacía

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Quienes hemos volcado durante décadas nuestros esfuerzos y nuestra energía, nuestra pasión y nuestro talento en el noble y crucial ejercicio del derecho de defensa consideramos la Abogacía una verdadera escuela de vida. Hemos acumulado experiencia. Tanta, aunque sólo sea por nuestros años, que llegados a ciertas cotas en nuestra profesión apreciamos más si cabe la importancia que tiene “el viaje”.

En el poema ‘Ítaca’, de Konstantino Kavafis, está expresado de manera singular y hermosa: “Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca/ pide que tu camino sea largo/ rico en experiencias, en conocimiento…”. En ese poema de 1911 el magnífico poeta griego hace referencia al mítico viaje de la Odisea, donde se narra el viaje de Ulises a su patria, Ítaca, tras la guerra de Troya.

Ítaca, en la cultura de Occidente, significa ‘llegada’, ‘logro’. El poema, sin embargo, pone el énfasis en el propio recorrido, y en un camino que debe estar abierto a todas las experiencias que constituyen la vida. Sólo al final repara en el propósito del viaje: “Ten siempre Ítaca en la memoria/ llegar allí es tu meta/ más no apresures el viaje (…) Ítaca te regaló un hermoso viaje/ sin ella el camino no hubieras emprendido”.

En efecto, para mí la meta ha sido con frecuencia en la vida el pretexto para echar a andar. Y el presente, ahora que me dispongo a pedir el apoyo de mis compañeros y compañeras para convertirme en el Decano del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid a partir de este 13 de diciembre, no es una excepción.

El Colegio de Abogados de Madrid debe volver a contar, con la ética como pilar

Enteramente comprometido con el servicio a mis iguales, he buscado rodearme para recorrer ese camino a partir del día 13 de aquellos compañeros que en mejor disposición pueden estar de liderar un cambio con garantías. He buscado en ellos, del primero al último de los miembros que espero que conformen la próxima Junta de Gobierno, la fuerza de la credibilidad, la fuerza de la palabra, la fuerza del estilo, la fuerza de la esperanza, la fuerza de la complicidad, la fuerza del sacrificio y, por qué no, la fuerza del éxito.

El ICAM es ese referente indispensable que necesita recuperar su utilidad, su visibilidad, su notoriedad, su prestigio. Y no me cabe la menor duda que con la ambiciosa hoja de ruta que hemos planteado alcanzaremos, tras los cinco años de legislatura a los que he limitado mi compromiso de ejercer como Decano, los más ambiciosos logros: en beneficio de jóvenes y de veteranos, de los autónomos, de quienes se desempeñan en despachos pequeños y medianos, de los abogados del Turno de Oficio y de Extranjería, de ejercientes y no ejercientes… los acuciantes problemas que encara la Abogacía los haremos nuestros para resolverlos. Es nuestra convicción, y es nuestra forma de hacer las cosas: desde la resistencia, desde el respeto, desde la eficacia.

Valores

La credibilidad se alimenta de valores. Tengo el pleno convencimiento de que la autoridad moral se construye con pequeños y discretos materiales, con esa coherencia elemental que consiste en “hacer lo que se dice que se va a hacer”. Cuando se está al frente de una importante organización, y yo he tenido ese privilegio, es imprescindible administrar un básico sentido de justicia.

El Colegio de Abogados de Madrid debe volver a contar. Sólo aquellas instituciones que convierten la ética en uno de sus pilares fundamentales fomentan un ambiente de confianza y de responsabilidad que, a la larga, es un indiscutible potenciador del éxito. Es lo que merecemos como letrados y letradas. Es a lo que convoco: a llegar dentro de cinco años a nuestra Ítaca. Este ilusionante camino podemos empezar a recorrerlo en cuestión de horas. Merece la pena hacerlo.

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