El criminal que fue tratado como un héroe
Colau, Iglesias, Garzón, Podemos, IU o En Comú. Todos ellos cobijaron al okupa violento detenido por asesinar a un hombre en Zaragoza. Le trataron como a un héroe. Ya pasó con Alfon o Bódalo
Rodrigo Lanza era una especie de héroe incomprendido, otra víctima de un sistema que tiene en personajes como Bódalo o Alfon otros mártires ilustres de la represión policial del Estado. Así se presentan ellos, sus colectivos, sus entornos antisistema convencidos de que ellos portan una verdad que admite incluso el uso de la violencia. En legítima defensa, dicen.
Pero lo más llamativo es que esa marginalidad ha contado con la complicidad de algunos partidos y de dirigentes como Pablo Iglesias, Ada Colau o Alberto Garzón, entre otros nombres ilustres de la política española.
Ya condenado por una agresión atroz, fue tratado como un héroe y una víctima por Iglesias, Colau o Garzón
Todos ellos se pusieron de su lado, y de otros okupas, en el llamado caso 4F o en Can Vies, dos iconos de la resistencia en Barcelona tratados en el documental Ciutat morta, emitido por TV3 para poner el acento en el supuesto montaje policial contra detenidos del movimiento antisistema en el transcurso de un desalojo okupa. La misma teoría que con Alfon o Bódalo: ellos no hicieron nada; todo es un montaje con pruebas falsas; son condenados por sus ideas políticas.
Pero Lanza ha sido detenido ahora por el asesinato de Víctor Laínez en Zaragoza, agredido el viernes pasado unos días con una barra de hierro de un golpe mortal por la espalda. Su pecado, ser legionario, motero, según algunos simpatizante de Falange y utilizar unos tirantes con la bandera de España. No es la primera vez. El okupa de origen chileno y nacionalidad española ya pasó nueve años en la cárcel por dejar tetrapléjico a un guardia urbano en Barcelona.
¿Víctimas?
Dos crímenes potenciales pesan sobre su espalda, pese a lo cual él y los suyos siempre fueron presentados en no pocos medios y desde demasiados partidos como víctimas de la represión y no como responsables de delitos juzgados en los tribunales.
El documental, que incidía en ese caso y relacionaba el suicidio de una de los detenidas en el desalojo tiempo después y cuando no estaba en prisión, encontró el apoyo de ERC, CUP, ICV, Guanyem (la formación originaria de Colau) e, incluso, las dudas de Iceta al respecto de la condena: "Sería lo más normal del normal del mundo", dijo el hoy candidato del PSC cuando los otros cuatro partidos exigieron reabrir el caso tras la emisión del documental.
Es decir, la versión que dio del desalojo de un centro okupado el ahora detenido por matar a un ciudadano golpeándole en la nuca, condenado antes por la brutal agresión a un guardia urbano de Barcelona paralizado de cuello para abajo en ese suceso; pesó más que la magnitud de los hechos y las condenas de los tribunales tras un juicio con todas las garantías.
Las pruebas de hasta qué punto Iglesias, Colau, Garzón y sus respectivos partidos, más otros estrictamente catalanes, cobijaron al sospechoso de asesinato, son infinitas y poco disimuladas. Al revés, desde Podemos a IU pasando por En Comú, se pusieron públicamente del lado de un condenado que ahora parece haber reincidido y compraron su tesis de que todo fue un montaje policial.
La sentencia que condenó a Lanza consideraba demostrado cómo, él personalmente, dejó en silla de ruedas al funcionario policial al golpearle salvajemente con una piedra. Las pruebas eran tan contundentes como las presentadas en los tribunales que condenaron a Alfon o Bódalo, por portar una mochila con explosivos en un caso y por agresiones a un rival político, en el otro. "Un montaje policial", dijeron entonces los mismos que transformaron el fallo condenatorio contra Rodrigo en otro ejemplo de represión.
Conferenciante en Zaragoza
Mudado de Cataluña a Zaragoza, Lanza no ha sido precisamente un marginado. Allí, hace apenas dos años y pese a la condena que inspiró 'Ciutat morta' para transformar su delito en una persecución, llegó a participar en conferencias aplaudidas por el Ayuntamiento de la capital maña, en manos de Podemos. Hasta el punto de que el teniente de alcalde, Alberto Cubero, le presentó como una autoridad en la denuncia de la Ley Mordaza.
El envoltorio que a las andanzas de Lanza le ha dado parte de la política española ha sido enorme. Tanto como para que un delincuente con víctimas a sus espaldas haya pasado por un pobrecillo reprimido por los Cuerpos de Seguridad capaz de seducir a importantes dirigentes políticos y comunicadores de primera línea.
La sensación de épica e impunidad de Lanza y otros okupas llegó al punto de escribir, en su perfil personal en Facebook hoy anulado, del que ESD ha logrado extraer contenidos públicos hasta hace unas horas, mensajes que con el cadáver yacente de Laínez suenan escalofriantes:
En la primavera de 2015, en plena campaña electoral, Pablo Iglesias se reunió con los afectados de los casos narrados en 'Ciutat morta'. Y con la madre de Lanza, Mariana Huidobro. El respaldo político de Colau fue igual o más de intenso, con el Ayuntamiento condal volcado en un documental que daba todo el pábulo a los agresores para presentarlos como agredidos.
Silencio ante el muerto
Tras morir Laínez, la segunda víctima probablemente de Lanza, declarado amante del movimiento mapuche y convencido de que la violencia es una herramienta válida para defenderse de la represión, nadie en Podemos ni en la izquierda más radical ha dicho nada. Ni para solidarizarse con el muerto, con nombre y apellidos, ni para disculparse por la insólita cobertura que le dieron durante años. Aún el reciente 1 de octubre, el acusado por el crimen de Zaragoza repetía los mantras secesionistas sobre la brutalidad policial, dando cifras que luego se demostraron falsas. La única cierta es la suya, con dos muescas irreparables apenas ya tapadas con una larga melena de mohicano.
Nada de ello impidió que Colau, entre tantos otros, aplaudiera el documental que le ensalzaba, en cuyos créditos aparece la alcaldesa de Barcelona como uno de los nombres más distinguidos. Si la violencia siempre es responsabilidad de quien la ejerce, el caldo de cultivo en el que se potencia es achacable a muchos. Sus silencios, tras esta muerte, tal vez les delaten.