Cerrar

Luis Marí-Beffa

Cataluña: corrupción y sondeos

El nacionalismo más extractivo lleva gobernando Cataluña casi tanto tiempo como Franco. La polarización es negativa, pues hace olvidar su verdadera marca distintiva: la corrupción.

Artur Mas y su mujer, esta semana junto a las sillas vacías de Puigdemont y uno de los Jordis

Creado:

Actualizado:

Se acercan las elecciones catalanas autonómicas para dirimir qué partido o coalición de partidos, lo más probable, estará al frente de una comunidad autónoma española. Bien está recordar que ésa, y no otra cuestión, es la que se decidirá en las urnas democráticas, legales y transparentes del próximo 21 de diciembre. Tampoco está mal recordar que Cataluña ha sido una de las autonomías peor gestionadas y más corruptas de nuestro territorio nacional. Al fin y al cabo, son las cuartas elecciones en siete años. Este hecho debería arrojarnos algo de luz sobre las turbulencias institucionales internas que las políticas catalanas han provocado.

Durante estos siete años, hemos vivido un esperpento -desgraciadamente costumbrista- digno de una película de Berlanga o una obra de Valle-Inclán que, con toda seguridad, ha tapado la inaudita corrupción de un partido político que se llegó a convertir en institución o el reiterado impago a las farmacias de parte de la Generalitat estos últimos años, como ejemplo práctico de la ruina económica catalana que, pese a tildar de culpable de todos sus males al gobierno central, ha sido precisamente este el que ha tapado este y otros impagos institucionales.

Se llegó a convertir en institución o el reiterado impago a las farmacias de parte de la Generalitat

¡Hay tantas cosas que se han hecho mal en Cataluña a nivel de gobierno que deberíamos recordar! Sin duda, resultaría desolador, que esta circunstancia no se viera reflejada en las urnas el próximo 21 de diciembre.

Pero, como siempre, unas nuevas elecciones vienen acompañadas de un nuevo baile de encuestas y sondeos. Algunos dicen que el soberanismo cae, otros que no. Ciudadanos subirá, eso parece claro. Aunque todos anuncian un resultado apretado entre los bloques constitucionalistas, a la espera de que algunos partidos políticos definan con claridad sus posiciones ideológicas a este respecto, y los no-constitucionalistas. Y aquí es donde me gustaría poner la lupa. O, al menos, intentarlo.

Hace unas semanas publiqué dos encuestas en mi muro de Facebook. Aunque, a fuer de ser sincero, fue la misma encuesta repetida. El caso es que la segunda vez que posteé la consulta popular lo hice con la siguiente información adicional, a saber: “De momento el va ganando al NO por un 75% a 25%. La participación es significativamente alta. Exige que te escuchen. Exige un referéndum".

No es broma

La pregunta, aunque aparentemente parecía de broma -y lo era, en cierto modo-, tenía una consistencia interna y una validez externa y todos esos conceptos tan coquetos y victorianos que se suelen nombrar en los artículos científicos -y de los cuales me empapé durante mis dos años de suficiencia investigadora y mi etapa universitaria en Física– relevantemente alta. Es decir, que era una pregunta seria desde un punto de vista investigador, pese a que muchísimos votantes o lectores se mofaran. Como se suele decir: una cuestión significativamente robusta.

Decía así:

"¿Crees que un agujero negro puede generar un campo gravitacional tal que ni siquiera el anuncio de la prohibición temporal del coaching como terapia de psicología clínica del Ilustrísimo Colegio de Psicólogos escape a él y que caiga en un agujero de gusano de una concentración de masa tan elevada que el horizonte de sucesos provoque una singularidad en la curvatura espaciotemporal que precipite que una superficie cerrada se convierta en una galaxia supermasiva para la que ni siquiera las ecuaciones del campo de Einstein sean capaces de predecir los mega-años luz -Mal- a los que se encontraría dicha prohibición temporal ahora que se sabe que el radio de Schwarzschild es una solución matemática, no física, que predice que el radio de dicho horizonte no gira a no ser que un cuerpo que no emita radiación colapsara por su propia gravedad, ya que no habría nada conocido hasta ahora que lo pudiese frenar, porque para dicha masa la fuerza de atracción gravitatoria sería mayor que la proporcionada por el Principio de Exclusión de Pauli?"

Como es obvio, hice una pregunta larga e ininteligible -aunque, como dije antes, ajustada al rigor científico- para que la cuestión interrogada fuera lo de menos. De hecho, olviden la pregunta. Se podría haber preguntado si creen que el apocalipsis está cerca o si el kilo de patatas ha subido de precio. La consulta es irrelevante en lo que aquí se pretende demostrar.

Se les hace olvidar más de tres décadas de un nacionalismo corrupto, extractivo e inepto que lleva gobernando Cataluña casi el mismo tiempo que Franco

La cuestión es que la primera encuesta arrojó un resultado de un 75% a favor del SÍ y un 25% a favor del NO. Sin embargo, en la segunda los resultados se tornaron de un modo inusual. Un 18% para el SÍ y un 82% para el NO. Recuerden: en la segunda consulta ya se había avisado de que el SÍ iba ganando al NO por un margen importante y que la participación era alta. Ambas informaciones eran ciertas. ¿Qué sucedió, entonces, para que los resultados con una participación similar en ambas encuestas se dieran la vuelta, de una manera tan brusca?

Los últimos referendos políticos convocados -si exceptuamos el infantil esperpento catalán, al que la población adulta de España debería haber respondido con chupetes-, con cuestiones respondidas de un modo binario, han arrojado resultados muy ajustados. En Canadá, el 30 de octubre de 1995, el movimiento de Quebec separatista fue derrotado por un margen tan estrecho como este: 50,58% NO, 49,42% SÍ.

Apenas cincuenta mil votos de diferencia en una población censada de más de cinco millones de habitantes y una participación del 93,52%. En Escocia, el NO a la independencia se impuso con el 55,3 % frente al 44,7 % del SÍ. La participación fue del 84,6%. Un récord en Escocia. Y no olvidemos el Brexit. Por tan solo un 1,9% de diferencia el Reino Unido se ha visto obligado a abandonar la Unión Europea.

¿Cabrían los mismos resultados si se hubiera votado tan solo una semana después, conociendo todas las mentiras admitidas al día siguiente por esos políticos británicos conservadores que agitaron sentimientos irracionales para anular la razón y la lógica del votante? Nunca lo sabremos.

Lo que sí sabemos es que, según parece, un referéndum es más fácil de manipular a través de sondeos, encuestas, estudios y estadísticas, es decir, a través de información previa que recibe el electorado, si la pregunta está planteada en un código binario: SI vs NO, izquierda vs derecha o constitucionalismo vs no-constitucionalismo, como se está tratando de hacer en las próximas elecciones catalanas.

El manejo

Digamos que aparentemente los votantes tienden a equilibrar la balanza, según van conociendo la estimación de los resultados. Dieciséis partidos concurren a los comicios, pero los electores están siendo manipulados para que opten por independencia vs no-independencia, al igual que en otras ocasiones se lleva a cabo idéntico manejo de información para forzarlos a elegir entre izquierda o derecha.

En el caso de Cataluña, en mi opinión, esta es una estrategia muy peligrosa y sádica con la ciudadanía, ya que se les hace olvidar más de tres décadas de un nacionalismo corrupto, extractivo e inepto que lleva gobernando Cataluña casi el mismo tiempo que Franco España. Y ambos con políticas conservadoras, por cierto.

Más del autor en luismaribeffa.com