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Isaac Parejo

Goebbels vive, la lucha sigue

El autor diserta sobre las técnicas de la propaganda soberanista, ya utilizadas con éxito por el ínclito Goebeels. El éxito de la campaña atestigua la vigencia de estratagemas ya conocidas.

Goebbels vive, la lucha sigue

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Hace 80 años existió un hombre que fue capaz de movilizar a toda una nación a base de oratoria. Encandiló a las masas y las manipuló a placer, llegando a convertir a su líder en toda una figura mediática para su pueblo.

No era Hitler, era su ministro de propaganda, Joseph Goebbels, el hombre detrás del monstruo. Goebbels escribía los discursos al Führer, le aconsejaba sobre lo que tenía o no tenía que decir, sobre qué fibra debía tocar para llegar hasta el último alemán del país, incluso cómo debía gesticular y qué tono utilizar.

Todos los líderes de la secesión no paran de repetirlo: España es el enemigo.

El ministro del dictador no pasó desapercibido, sus principios sobre la propaganda nazi han calado en el ideario nacionalista y populista de todo líder totalitario hasta nuestros días. Se ha seguido punto por punto todo su ideario y siempre ha funcionado. Es extraño pero sí, siempre ha funcionado y la gente ha sido lobotomizada durante décadas cada vez que se ha aplicado.

El nacionalismo catalán, que ha alcanzado estos días su punto álgido, no iba a ser menos, aunque en este caso la estrategia Goebbelsiana lleva dosificándose durante lustros, quizás más intensificada en los últimos 4 años. Los líderes de la independencia cumplen uno por uno todos los principios escritos por el ministro nazi para la manipulación y lobotomización de las masas. Y, una vez más, ha dado sus frutos.

El principio de simplificación y del enemigo único, por ejemplo, hablaba de individualizar al adversario en un enemigo común. Este punto se cumple a rajatabla y además no se andan con medias tintas. El enemigo es el estado español. La misma Carme Forcadell, en un acto propagandístico, lo dijo de manera literal y todos los líderes independentistas no paran de repetirlo: España es el enemigo.

De mentira en mentira

La Transposición goebbelsiana se da cuando a los independentistas les es totalmente imposible negar la evidencia y tienen que inventar embustes continuamente: “votar es democracia”, “poner urnas no es delito”. Simplificación del mensaje y falacias. Todo mezclado de forma perfecta en la coctelera separatista.

El principio de Vulgarización quizás es el más importante pues es el que ha permitido que los más jóvenes se cuelguen la estelada a modo de capa. Y es que este punto consiste en “simplificar tanto el mensaje que pueda llegar hasta al menos inteligente del auditorio”. Y así lo hacen: “España tiene la culpa de nuestra situación”, “En la Cataluña independiente no habrá paro, ni pobreza, todos seremos felices y tomaremos helados de fresa”.



Los nacionalismos son la máxima expresión de la incultura; nada de progres ni de chachis

Esto lo entiende desde el Einstein de la sala hasta el Cletus del auditorio, y es el mensaje que más cala, la soflama populista y vulgar. Y esto se une al principio de Orquestación, que es el más usado por los separatistas y que seguro que todos conoceréis: “Repite una mentira mil veces y acabará convirtiéndose en verdad”.

Puigdemont, Junqueras, Tardá, Rufián, en definitiva, toda la tropa separatista, se ha desgastado la lengua y los dedos soltando un embuste tras otro, falacias sin control, mentiras sin piedad. Ni se han sonrojado. “Que no les dejan votar”, “Que el estado es opresor”, “Que Rajoy detiene a gente por pensar distinto”, “Que España es una dictadura”, “Que Cataluña se rige por el derecho internacional”, “Que el Parlament de Cataluña es soberano”. Podríamos seguir días así.

De Assange a Maduro

¿Les suena el argumento de los independentistas que habla sobre los supuestos apoyos internacionales al procés y al referéndum? Sí, es otro principio de manipulación hitleriano, el de Verosimilitud, que consiste precisamente en construir argumentos a raíz de informaciones fragmentarias, en este caso los supuestos apoyos internacionales, que no son otros que el fugitivo Julian Assange o el dictador Nicolás Maduro. Pero no suelen decir sus nombres sino que los nombran bajo el pseudónimo de “Entidades supranacionales” para darles una importancia que, obviamente, no tienen.

Pero todo esto no sería posible sin unos medios de comunicación afines que ejercen la propaganda de forma brillante, acallando las posiciones críticas y alabando todo el proceso separatista. Estamos ante el principio de Silenciación.

Y si hablamos de inocular a la gente un odio basado en una historia inventada que exagera la existencia de una nación que nunca existió, convirtiendo a personajes como Cervantes o Colón en Catalanes, nos encontraríamos con el principio de Transfusión.

¿Opresión?

Pero quizás el punto más importante es el último, en el que todos los separatistas se basan para sellarte la boca y que no puedas hablar: el principio de unanimidad, el cual consiste precisamente en dar una falsa impresión de que todo el mundo piensa igual, de que el procés es apoyado por la inmensa mayoría de los catalanes, de que Cataluña entera quiere la independencia y de que todo el pueblo catalán está siendo oprimido por el estado español.

Como vemos, 80 años después, la propaganda nazi sigue más viva que nunca pues, al fin y al cabo, eran nacionalistas, no eran principios muy difíciles de aplicar. Lo que sí resulta sorprendente es que hayan calado tanto en tanta gente. Sobre todo que se haya asentado la idea de que el nacionalismo es progre, de que es moderno y chachi, cuando los nacionalismos son la máxima expresión de la incultura, del analfabetismo y del miedo a lo desconocido.

Pedagogía pendiente

El nacionalismo siempre ha sido la marca de aquel que no conoce el mundo, que no ha salido más allá de la esquina de su casa, que no ha viajado y, sin embargo, podemos ver a jóvenes de 20 o 25 años, en otras palabras, la que llaman “la generación más preparada de la historia” cayendo en esta paletada. Hace falta mucha pedagogía pero ya para otra generación, creo que esta ya está totalmente perdida.