Iceta y el PSC frenan el despegue de Sánchez
Veteranos socialistas han empezado a cuestionar la estrategia de campaña. Esa “tercera vía”, argumentan, carecía de sitio en un escenario de confrontación entre dos bloques irreconciliables.
Las de este 21 de diciembre no fueron unas autonómicas más. Ni para Cataluña bajo la amenaza del independentismo, ni desde luego, para los socialistas. El optimismo lo vino encarnando el propio Pedro Sánchez, entre otras razones, por la respuesta palpada en sus desembarcos en la comunidad autónoma y por los llenos en los actos en los que participó junto a Miquel Iceta.
Tal vez por ello, confiaba a ciegas en quedarse cerca de C´s. Nada más lejos de la realidad. El resultado del candidato del PSC es el del secretario general del PSOE para bien o para mal. Ambos dirigentes han recorrido este camino de la mano hasta llegar a esta cita con las urnas, nacida paradójicamente del acuerdo con Mariano Rajoy para la aplicación del artículo 155 y la intervención de la autonomía catalana. Cada paso de Sánchez con Rajoy, siempre coordinado con Iceta, sirvió para reforzarlo.
Si algo ha podido constatar el secretario general es que sus votantes querían que el PSOE fuera parte de la solución de Cataluña, tanto como para haber crecido una media de 3 puntos en todos los territorios españoles, achicando el espacio de Podemos, creciendo a su costa. Y es que el socialismo aumenta en intención de voto, según sus propios sondeos, gracias a votantes decepcionados con un Pablo Iglesias entregado al independentismo.
Desde esa perspectiva, un acercamiento del socialismo a ERC es asumido como letal por Ferraz para los intereses de las propias siglas. A renglón seguido, el objetivo prioritario, como repetían en el entorno de Sánchez, era conseguir que el bloque independentista no sumase mayoría absoluta. 155 de por medio o no, Cataluña no representa un territorio más para el secretario general del PSOE.
Evidentemente, soñaba con que Miquel Iceta superase con creces los vaticinios de los sondeos previos a las urnas que pronosticaban una veintena de escaños, pero no era su objetivo último, sino el de no dejar pasar la oportunidad de formar un Gobierno diferente en Cataluña. Porque, a ojos del secretario general del PSOE, era “de obligado cumplimiento” que los constitucionalistas se pusieran de acuerdo para propiciar un oxigenante cambio en Sant Jaume.
En la sede de Ferraz ya daban por descontado que Inés Arrimadas quedaría por encima del PSC, aunque no a tanta distancia, lo que consolida a C´s en todos los territorios. Los socialistas le reconocen, en privado, a Arrimadas el bien ganado derecho, y también el deber, de encabezar la alternativa al soberanismo, pero asimismo la dibujan como incapaz de aportar futuro, solamente resistencia.
El temor
El temor ahora mismo es que los secesionistas se empeñen en verse validados para proseguir con su hoja de ruta y, en consecuencia, aventuran grandes tensiones en los próximos meses. Así las cosas, el proyecto de convivencia seguirá gravemente herido. Un renovado desafío supondrá un enorme desgaste para todos, y lo que es más grave, a sus ojos, la casi inexistencia del PP de Cataluña dificultará al Gobierno de España la mediación institucional. Un escenario nada deseable.
Veteranos socialistas empezaron anoche a cuestionar la estrategia de campaña del propio Iceta. Esa “tercera vía”, argumentaban, eso sí, a toro pasado, carecía de sitio en un escenario de confrontación entre dos bloques irreconciliables. Ante tal circunstancia, la transversalidad de Miquel Iceta carecía de sitio. En Ferraz negaron tal análisis y miraron en cambio hacia el PP y más específicamente hacia algunos mensajes que, según interpretaban en pasillos, fueron un acicate para el independentismo.
En cualquier caso, el honor de las siglas socialistas ha quedado tocado, al no haber cumplido ni de lejos con las expectativas que tenían. Los socialistas tienen ante sí un horizonte de reflexión acerca de sí mismos. Sin duda. Un debate que ahora ya resulta inexcusable. Porque Sánchez sigue teniendo igual de lejos ser presidente ante el escaso incremento de apoyos del PSC. Un dato enarbolado constantemente en las sentinas del socialismo: nunca un secretario general ha llegado a La Moncloa con menos de un 30% de los votos en Cataluña. El secretario general del PSOE gripó antes de alcanzar esa ansiada pista de despegue.