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Heródoto

Carmen, la hija viajera del Dictador

La hija de Franco permaneció 40 años alejada de la vida política, pero arrastró varias controversias sin aclarar: la supuesta fortuna familiar ilícita y la devolución de patrimonio público.

Carmen, la hija viajera del Dictador

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Carmen Franco, hija del dictador Francisco Franco, ha muerto en Madrid a los 91 años de edad, según ha confirmado su propio nieto Luis Alfonso de Borbón en las redes sociales. De la polémica figura de la fallecida, más por la figura de su padre que por sus papel real en la vida española desde que nació hasta que murió, da cuenta la polémica suscitada en Twitter al conocerse, ayer, que acaba de recibir la extremaunción y estaba pronta su muerte, resumida en mensajes como éste:



¿Pero quién era Carmen? ¿Es lógico imputarle las decisiones y trayectoria de su padre? La parte más controvertida de su biografía está en las disputas con el Estado por propiedades familiares que se consideran públicas, desde el Pazo de Meirás hasta dos esculturas en Santiago de Compostela reclamadas por unanimidad desde el Parlamento gallego; y en la presidencia de la Fundación Francisco Franco, objeto de una polémica constante por su mera existencia, extraña ciertamente pero legal según la legislación vigente, que le permite incluso acceder a subvenciones.

Lo que pensaba de su padre

Más allá de eso, que no es poco, la participación de Carmen Franco en la vida política española desde la muerte de su progenitor ha sido nula, con escasas intervenciones públicas o en los medios de comunicación que, no obstante, nunca pasaban desapercibidas. Quizá la más relevante fue una de 2015 con El Mundo, cuando ya frisaba los 89 años, en la que aceptó responder sobre los dos temas más controvertidos de su herencia genética: la figura represora de su padre y la supuesta fortuna oculta de los Franco, que algunos han cifrado entre 300 y 500 millones de euros.



Viajera hasta poco antes de morir y cazadora incluso en la senectud, la fallecida ponía paños calientes con Franco y negaba el enriquecimiento ilícito, tan habitual en los sucesores de gobernantes tildados de tiranos en todo el planeta. A cuento del llamado Caudillo y del presente político, se atrevió a decir esto:

"Creo que se volvería a marchar corriendo al otro mundo. Sus obsesiones eran la unidad de España, subir el nivel de vida de los españoles y no desperdiciar una gota de agua. Como era gallego y en el norte sobra el agua, cuando veía esta Castilla tan seca, tenía obsesión de que hubiera regadíos y se aprovechara el agua. Y con lo que pasa en Cataluña, no te digo. Está mejor en el otro mundo".

La fortuna

Sobre la fortuna, el otro gran agujero negro de su biografía, tampoco daba grandes explicaciones aunque lo rechazaba: "Nada, no hay tal fortuna. Teníamos unas casas que cuesta muchísimo mantener porque hay que estar siempre reparando cosas. Este edificio donde estamos es nuestro. Y una finca en Móstoles la vendimos, excepto un pedacito donde vive mi hijo José Cristóbal. Por parte de mi madre, la casa de Llanera en Asturias y poco más. El pazo (de Meirás) fue un regalo y me gasté muchísimo dinero en acondicionarlo y restaurarlo después de que se incendiara. O de que lo incendiaran, siempre he tenido mis dudas".


Los Franco, al completo. En el centro, la fallecida

La fortuna de los Franco se ha llegado a cifrar en 500 millones, aunque Carmen lo negaba


La realidad es que los Franco sí amasaron una gran fortuna que, sólo con lo conocido, se llegó a tasar ya en mil millones de las antiguas pesetas cuando el anterio Jefe de Estado murió en El Pardo en noviembre de 1975. Lo cuenta La Voz de Galicia, en una entrevista del pasado mes de agosto con el escritor e investigador Mariano Sánchez Soler, autor de la obra 'Los Franco S.A.":

"Es una familia rica, rica de verdad. La gran mayoría de sus bienes los lograron con tráfico de influencias, cuando esa práctica no era vista como un delito. Se añaden los regalos que recibían de los favorecidos por el Régimen, además de los que les entregaron cada semana durante 40 años de recepciones semanales en El Pardo, con presentes con precio tasado previamente por la Casa Civil y de los que nunca han dado cuenta", aseguraba entonces.

Misterios sin resolver

Ya en 1978, Carmencita fue sorprendida en dirección a Suiza, donde al parecer quería depositar un botín de joyas. Eran otros tiempos y su intercepción en Barajas no tuvo consecuencias legales, pero acuñaron una sombra de sospecha que le persiguió hasta su muerte, aquejada de un cáncer. La hija del Dictador, madre de Carmen Martínez Bordiú, esposa del Marqués de Villaverde y suegra durante un tiempo del televisivo Jimmy Giménez Arnau, se ha ido sin aclarar los misterios endémicos de su familia, pero viviendo hasta el final como en pocos países logran hacerlo los descendientes de un Dictador. La Transición amnistió los excesos de la época previa y permitió el nacimiento de una democracia, pero también enterró las penumbras de un tiempo ya remoto en el que Carmen, personaje siempre secundario, fue un testigo privilegiado.

"Soy Carmen, nada más. Una mujer que ha sido testigo de casi un siglo de historia. No sé cuánto tiempo voy a vivir más, tampoco me importa. Hasta donde llegue he llegado...". Sus últimas palabras públicas probablemente fueron éstas, pronunciadas a la periodista Nieves Herrero, autora del epitafio biográfico de Carmencita, Carmen. El testimonio novelado de la hija de Franco. Una mujer testigo de la historia, editada por La Esfera de los Libros.




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