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Jordi Rosiñol Lorenzo

Dos caras de la política

La debacle del PP catalán afecta a dirigentes de todo tipo, aunque la reacción de todos ellos es distinta: la dimisión de uno, Juan Arza, inspira esta reflexión del autor.

Juan Arza, exsecretario de Estudios del PP catalán

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Más allá de los aciertos de unos y los errores de otros, e independientemente de las diferentes ideologías o formaciones políticas. Un nuevo hecho transversal en la política se deja ver estos días en el desastre de proporciones incalculables para el futuro de Cataluña y por ende de España surgido tras las elecciones del 21D.

Estamos asistiendo como espectadores de lujo a un hecho que sucede muy pocas veces, y es estar frente las dos caras de la política, siéntese cómodamente, agarre un bol de palomitas y póngase las gafas tridimensionales, que van a ser testigos de las dos caras que hay en el interior orgánico, en los entresijos de las estructuras organizativas con finalidad política.

Todas estas acciones placebos, no pasaron de ser unas curas paliativas en el oscuro otoño del 2017

Esta novedad sale a la luz pública al abrir la tapa del alcantarillado, cegando luz la oscura realidad de un invidente Partido Popular. No es habitual encontrar dos personas tan diferentes a la hora de afrontar sus responsabilidades, estrategias e intereses en la política, como sucede con Jorge Moragas y Juan Arza.

El primero diputado en el Congreso por la provincia de Barcelona, a su señoría no se le conoce trabajo efectivo para el bienestar de sus electores, y es qué ni estos mismo le conocen. Moragas es el producto típico de las cocinas de las formaciones y organizaciones políticas. En su caso los inicios fueron de pinche en la cocina de Moncloa, allí en los húmedos sótanos aprendió el uso de los distintos condimentos que dan buen color a los guisos demasiadas veces incomibles del estado.

Entre fogones faltos de brillo y con demasiados posos de mugre, Jorge llegó a chef hace unos años y con su ascenso no se servía ni tan siquiera un consomé sin haber introducido su cuchara en el mismo. Algunos éxitos en campañas electorales le dotaron de prestigio ante quienes dirigen el estado, la confianza depositada en él le blindó para deshacer entuertos de cualquier calibre.

Pero Cataluña era harina de otro costal, y la operación diálogo iniciada hace unos años, la operación apoyada en diversos tentáculos encorsetados y controlados por las estrategias medidas para no ofender demasiado a las fuerzas soberanistas. La estrategia dilatada en el tiempo simplemente alargó el problema independentista, dejaron ingenuamente que los partidarios de la secesión quemarán sus últimas etapas sin oposición alguna.

Metástasis

Y, ya con la metástasis extendida por todo el organismo patrio, cualquier remedio, ya sean las manifestaciones de los silenciados, la aplicación del artículo 155, bien aplicado dado el contexto tardío en que se produjo la reacción, en definitiva, todas estas acciones placebos, no pasaron de ser unas curas paliativas en el oscuro otoño del 2017.

Una de las caras políticas que hablamos al principio del artículo, es del tipo de Jorge Moragas, quizás una de las más habituales entre los dirigentes, lideres que no sólo no asumen sus errores, si no que además huyen de ellos, pero no huyen avergonzados a buscar un empleo donde su capacidad no hunda el interés común. Lo que es peor, solicitan un puesto magnífico de embajador de España en la ONU, con una retribución astronómica, una nueva vida en Nueva York para vivir el sueño americano tras dejar a los ciudadanos en la casilla de salida de la oscuridad tenebrosa que nos espera, y además le premian concediéndole el premio gordo.


Las históricas familias taponan la renovación y la atracción de una masa humana que orbita en la amplia amalgama ideológica que ofrece el PP


El caso de Jorge Moragas no es único en el Partido Popular, pero tampoco es extraño encontrar estos casos en cualquier partido u organización relacionada con el poder político. Por otro lado está la otra cara de la moneda, dirigentes como Juan Arza y otros muchos de los que podría dar fe, personas que trabajan sin estrategias personales del interés propio, gente que se esfuerzan con valentía e inteligencia, sin perder su dignidad en ningún momento, Juan fundador de Societat Civil Catalana, defendió siempre el interés común en momentos muy difíciles en Cataluña, lo hizo “mojándose” sin ocultarse, estuvo cocinando menús de coherencia que el mismo repartía a pie de calle a los ciudadanos desnutridos de estado.

Las luchas internas

En el Partido Popular y tras un congreso que escenificó una reconciliación difícil de creer entre todos los militantes del partido, y en el cual Xavier García Albiol no cerró el paso a las históricas luchas internas de las diferentes familias, históricas familias que taponan en sus diferentes estratos jerárquicos la renovación y la atracción de una masa humana que orbita en la amplia amalgama ideológica que ofrece el PP.

Juan Arza, igual que hizo en Societat Civil Catalana, siendo cargo en el Partido Popular estuvo decentemente aportando un capital intelectual no pilotado por la dictadura partidista, y como él, hay muchos dirigentes, y lo que es mejor, centenares de militantes que han sufrido en carne propia el rechazo, la persecución, el señalamiento por defender muchos años una legítima forma de pensar en un territorio tan hostil para ellos, sin desfallecer, sin abandonar la calle, en los plenos municipales, en los plenos de distrito etc.

Y mientras la realidad golpea la única alma del PP, uno de los “todopoderosow” ya tiene las maletas para irse a Nueva York, y otros como Andrea Levy no se le espera por Barcelona dos días seguidos hasta las próximas elecciones, se especula con tan sólo visitas esporádicas para masticar chicle en el escaño del Parlament.