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Interviú, la revista que lo enseñaba todo

El cierre de la mítica revista entierra una época de destapa democrático en España: el desnudo como emblema de la Transición, ahogado ahora en una era de ruido y fake news.

Interviú, la revista que lo enseñaba todo

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Interviú muere a los 42 años, convertido en icono ya mortuorio de un tiempo de destape periodístico y anatómico que nunca volverá. Hoy el periodismo tiene dificultades para encontrar oxígeno, y el posado artístico ha dejado paso al robado agresivo, fingido o involuntario hasta hacer perder al desnudo esa virtud germinal del ser humano que inspiraba tanto a los artistas clásicos.

La revista que tal vez mejor encarnó la transición cierra por decisión de su propietaria, el Grupo Zeta, que también entierra 'Tiempo', otra revista de cuando entonces, de aquella España que tenía en los diarios impresos el notario raudo y en los semanales al pensador reflexivo: unos contaban lo que ocurría; otras lo explicaban.

Hasta el último hálito de su vida, Interviú ha sido un potenciador de contradicciones, un altavoz de paradojas y un rincón de lúgubres realidades que se contaban allí o no se contaban en ningún sitio; aunque todo el mundo se queda con la teta de Lola Flores o el trasero de Marta Sánchez.

La despedida

Tiene su ironía leer a Pedro Sánchez despedir a la cabecera como ejemplo de periodismo mientras su socio en los periodos de amor y su rival en los de odio, esto es Pablo Iglesias, no decía ni mú al respecto: pedir que se supriman azafatas de la Vuelta a España por 'cosificar' a la mujer y aplaudir a una publicación que la ha 'cosificado' -según el criterio moralista de Podemos y adyacentes- como nadie, constituía un dilema difícil de resolver.

Cuando Pepa Flores posó en 1976, toda España entendió que llegaba la democracia

"Al amor, al baño y a la tumba hay que ir desnudo", decía Jardiel Poncela, y en las tres fases ha estado Interviú para hacer periodismo de investigación como pocos y desnudar a estupendas señoras como nadie.

Hubo un tiempo en que no eras nadie si no salías en Interviú y el mayor escándalo no era enseñar una teta, sino convertirla en una bandera ondeando en favor de una incipiente democracia: cuando Pepa Flores, la célebre Marisol, posó desnuda para la revista un año después de morir Franco; toda España entendió que pronto llegaría la democracia.

Las 40 pesetas de aquel número del 2 de septiembre de 1976 hicieron tanto por la Transición como todos los desvelos de Suárez, Carrillo, Luca de Tena o el entonces Príncipe de Asturias. Dignificar el desnudo fue una de las proezas de Interviú y comprarlo de manera casi clandestina uno de los síntomas de la España que tuvimos.

Malos tiempos

Ahora, su editora para las rotativas acuciada por las pérdidas, dejando en el paro a unas cuantas decenas de personas y coronando la decáda fatídica de la prensa escrita: ni las minas ni los astilleros han sufrido tanto como los periódicos y las revistas, como sus empresas editoras y sus plantillas profesionales; aunque casi nadie ha dicho casi nada de un problema formidable que empobrece la democracia. A los periodistas se les soporta cuando están en activo, pero el poder no los añora ni les rescata cuando se estampan.

En tiempos de fake-news, de ruido en las redes sociales, de pseudoperiodismo ciudadano y de urgencias incompatibles con el rigor, estamos viviendo el fenómeno contrario en apariencia al de los regímenes totalitarios pero no tan distinto en los democráticos llegados a este punto: la desinformación de la ciudadanía se logra tanto por la inexistencia de información como por el exceso de mala información y la dificultad para identificar el origen de algo que se esparce por la sociedad como las Perseidas por los cielos de agosto.

Cientos de medios y miles de periodistas han pasado a mejor vida en la década ominosa del periodismo, culminada ahora con el fin de Interviú, un nombre mítico que siempre se tuvo bajo sospecha pero nunca defraudó: siempre lo enseñaba todo.

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