El hombre que seseaba a los valencianos
Semblanza de Costa, el hermano pequeño de Juan que ha puesto patas arribas con la Gürtel al PP de la Comunidad Valenciana y ejercido de Bruto con su César, Francisco Camps.
Todos los arrepentidos tienen un punto miserable, y algunos como Ricardo Costa incluso dos: el exsecretario general del PP valenciano, una sentina con mal olor, se ha decidido a cantar cuando el agua le llegaba al cuelo, más pensando en cómo salvarse que en cómo actuar con dignidad.
Si la RAE ilustrara entradas como 'señorito' con retratos reales para facilitar de un vistazo la comprensión del término, el de Ric entraría en la puja por quedarse con el espacio y hay pocas opciones de que le destronaran: su foto flipando en un concesionario ante un Infinity, ese coche de lujo algo hortera para afectados por el narcisista síndrome de Peter Pan, aparece en los anales como resumen gráfico de casi todo lo peor.
Asegura que él se lo pagó, vendiendo un Mercedes, pero las conversaciones mantenidas por los capos de Orange Market para facilitarle la adquisición sugieren que el vehículo, entre tantos extras, quizá incorporaba también el gato encerrado.
Ahora Costa culpa a Camps, y la historia judicial recuerda que es perfectamente compatible querer salvar el trasero a toda costa con decir, por primera vez, toda la verdad y nada más que la verdad. Aunque su testimonio empiece a poner a Camps cara de Bárcenas, la técnica judicial exige que la lógica quede soportada en pruebas, a lo que se agarrará El Señor de los Trajes para evitarse una chufa de campeonato.
El hermano de Juan
Expedientado en el PP, el expresidente que fue decisivo para que Rajoy sobreviviera a su segunda derrota en 2008 y frenara las ansias de relevo mostradas por la entonces poderosa Esperanza Aguirre, engrosa ya la fila de apestados y pone en entredicho la recuperación de Valencia por el nuevo PP de Isabel Bonig, que no gana para disgustos ni tiene para cohetes.
Costa es el hermano de Juan, aquel ministro que lo dejó todo para irse con Rato y llegó a sonar para todo también
Costa, nacido en Castellón en 1972 y cargo público desde 1995, ha sido finalmente para Camps lo que Bruto para César, en una historia repetida mil veces que sitúa en el escenario de todo crimen político a quien más había hecho por esconderlo. Costa, hermano de Juan, aquel Ministro de Ciencia y Tecnología de la época de Aznar que lo dejó casi todo por irse con Rodrigo Rato al FMI, llegó a sonar como relevo de Rajoy en los mismos años en que el pequeño Ricardito ya se había hecho un hombre en el poderoso PP valenciano.
Génova no es Venecia
Ric, amiguito del alma del ínclito Bigotes y pretoriano de Camps, ha clavado ahora la estaca en el ataúd político del viejo PP valenciano, demostrando que se sabe bien los arcanos del Derecho, apartado reducción de condena, aunque su formación se ubique en ese tipo de estudios con dos eses y dos oes: acumula trienios en todos los business y todas las school que imaginarse pudieran.
El agua de la Gürtel ha inundado la capital levantina y amenaza con llegar a Génova, que no es Venecia y no tiene suficientes gondoleros para salir a flote. Que a Rajoy le estén haciendo la renovación los jueces, con sus lentos pero implacables plazos siempre, explica que una década después de casi todos los hechos denunciados sigan pareciendo de plena actualidad. Y ni los ERES, en pleno proceso, son capaces de compartir el protagonismo que Ricky y compañía han logrado tener en esta sonrojante fiesta.