Maduro insulta a España y la echa de Venezuela: ¿Se callará de nuevo Podemos?
El chavismo elige a España como enemigo para lanzar la reelección de Maduro. La ofensa no puede quedar impune. Y Podemos no debe mantener un silencio que sería cómplice del sátrapa.
Sólo unas horas después de que Nicolás Maduro anunciara su disposición a presentarse de nuevo a las elecciones presidenciales, con una Asamblea amañada y su principal rival en arresto domiciliario, el régimen venezolano anunció la fulminante expulsión del embajador de España en Caracas.
Maduro quiere hacerse su campaña a costa de España, buscando enemigos nuevos tras depurar Venezuela
Se trata de una gravísima medida electoral que sitúa al sátrapa en una clave bien conocida por todos los caudillos iberoamericanos de su condición en las últimas décadas: una vez sofocados los enemigos interiores, mediante la represión y el liberticidio; se buscan otros exteriores para mantener la alocada idea de que todo el mundo conspira contra Venezuela y de que el causante de todos sus males es, en realidad, el mejor de sus remedios.
Produce vergüenza ajena escuchar las diatribas de Maduro contra España, a quien presenta como responsable de las medidas sancionadoras que el conjunto de la Unión Europea, con el respaldo de 28 países, ha adoptado contra ese régimen empobrecedor y tiránico a partes iguales. Pero es obvio que, por razones históricas y culturales obvias, la demagogia funciona mejor referida a España que a Francia o Alemania. Especialmente si, además, se la relaciona de manera infantil con Donald Trump y las recurrentes invectivas contra los Estados Unidos.
Con Chávez y con Maduro, un país próspero se ha acercado al Tercer Mundo en términos económicos, a África en cuestiones tribales y a Corea del Norte en en el ámbito de libertades. Todo ello certificado ya por instituciones oficiales independientes y entidades tan a menudo sectarias como Amnistía Internacional, que señala a Venezuela como uno de los lugares de América más regresivos en el ámbito de los derechos.
Tensión de años
Las relaciones entre Venezuela y España son tensas, cuando no agresivas, desde hace ya lustros y se resumen en la célebre frase que el entonces Rey Juan Carlos le dedicó a Hugo Chávez cuando éste agredió verbalmente al presidente Zapatero. Aquel "¿Por qué no te callas?" resume la compleja convivencia entre ambas naciones y la obsesión de la primera contra la segunda.
De momento ningún reproche a Maduro ha salido de Podemos. Ni tampoco de Iglesias y su dirección
Una obviedad, hemeroteca en mano, que seguramente explica el respaldo inequívoco que el chavismo prestó a los fundadores de Podemos: todos ellos, y en especial Iglesias, Errejón y Monedero; mantuvieron una estrecha relación con El Comandante y obtuvieron jugosos beneficios económicos con ello.
Que ese dinero financiara o no a Podemos es relevante a efectos penales -y todas las causas se han cerrado-porque hubiera sido o sería delito; pero que llegara a los bolsillos individuales de los impulsores del partido lo es a efectos políticos: lucrarse, con cualquier excusa, de un país que no respeta la democracia, atenta contra los derechos humanos y llena sus calles de violencia y hambre es indecente y retrata a los receptores de las dádivas. Sean o no legales, son indecentes. Tanto como tildar a Chávez de "demócrata con agallas", como hizo Iglesias hace apenas cuatro años.
El silencio de Podemos
Pero además, en este momento, les desafía como cargos públicos. Podemos y su dirección tienen la obligación de situarse con el Gobierno y las instituciones de España frente al desprecio totalitario de Nicolás Maduro, especialmente ahora que ha adoptado una medida tan traumática como dejar a nuestro país sin presencia diplomática en Caracas.
De momento, y transcurridas las primeras horas, ningún reproche a Maduro ha salido de Podemos. Ni tampoco de Iglesias y su dirección. Esa tardanza ya dice bastante de la dificultad de la formación para condenar algo que, desde un elemental sentido democrático y patriótico, debía de haber salido rápido y sin problemas. Pero si se mantiene mucho más el silencio, el retrato final será demoledor y dará la razón a quienes presentan al partido de 'la gente' como una burda sucursal de la satrapía chavista en Europa.