¿Quién paga el 'exilio' de Puigdemont?: sus ahorros sólo le dan para dos meses
La Justicia sospecha de transferencias económicas a Bruselas de dinero público y del uso del FLA para costear el procés. Mientras, las cuentas personales de Puigdemont avalan la duda.
Carles Puigdemont sólo tiene unos ahorros de 14.000 euros, aunque la mansión en Waterloo (Bélgica) que ha alquilado para nueve años cuesta más de 4.000 euros al mes. Billetes de avión, hoteles de varias estrellas y comidas en restaurantes de lujo en Bruselas confirman que el tren de vida del expresident no parece coincidir con los recursos propios para costearlo.
¿Quién lo paga todo, entonces? En 2015, el Portal de Transparencia del Parlament de Catalunya, hoy extrañamente fuera de servicio en el apartado referido a sus señorías, publicó las declaraciones de bienes y patrimonio de todos los diputados, tal y como impone la ley. De ahí salen los últimos datos referidos a Puigdemont: una cuenta de ahorro con 14.000 euros, un Renault Megane Scenic y el 50% de un adosado en Sant Julià de Ramis (Gerona), valorado en 280.000 euros: se trata de un chalet de 291 m2 en una parcela de algo más de 1.000m2 sobre la que, al parecer, pesa una hipoteca pendiente de unos 120.000 euros.
Los ahorros de Puigdemont son escasos y no le darían ni para dos meses en la mansión que ha alquilado
"No hay razón para que las declaraciones de todos los diputados sean visibles y de acceso libre al público", explica Julio Naranjo, socio director general de Arpinum Consultores, el despacho experto en Transparencia más puntero de España. "La Ley obliga a mantener publicada esa información y a actualizarla cada año", concluye.
Y eso es todo lo que tiene el prófugo más celebre de España, aparte de una finca nunca precisada en Transparencia que podría ser otra vivienda, un garaje o una parcela: nunca se dieron los datos exactos, sólo se sabe que también está en la provincia de Gerona.
Con esos recursos tiene que vivir, teóricamente, en una cara Bélgica. No le salen las cuentas, pero no parece afectarle: alguien está haciéndose cargo de su permanencia en el extranjero, y no precisamente en unas condiciones humildes. Se intuye que su larga estancia en el Hotel Husa President Park, un cuatro estrellas de Bruselas, corre a cargo del propietario de la cadena, el célebre Joan Gaspart, expresidente del FC Barcelona.
Los 'padrinos'
Pero con eso no llega. Sin ningún ingreso aparente, vivir como alta autoridad en Bruselas y mantener desde allí la logística más básica del procés, del que casi es el único adalid ya, es cualquier cosa menos barato. Tampoco parece suficiente el respaldo de su fiel Josep Maria Matamala, un antiguo concejal de CiU en Gerona que prosperó económicamente al calor, precisamente, de los contratos institucionales del independentismo.
Puigdemont, el 13 de enero en un local de lujo en Bruselas donde comió langosta y bebió champán
¿Qué o quién puede estar entonces financiando al expresident en el exili? Resulta imposible saberlo, pero sí está al alcance de cualquiera cruzar datos personales con causas e investigaciones abiertas sobre el uso de recursos públicos en el procés.
Desde hace meses, el goteo de informaciones y pesquisas en este capítulo es incesante: desde los 140.000 euros transferidos desde la Generalitat a Bruselas por razones opacas hasta el auto judicial de esta semana que pone el ojo en el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA) para elevar una sospecha: quizá el Govern utilizó en el desafío parte de los 53.000 millones de euros de rescate de España a Cataluña transferidos desde 2012.
Millones al extranjero
¿Sale de ahí también la manutención de Puigdemont? Lo cierto es que la transmisión de dinero público al extranjero ha sido constante en los últimos años, de manera más o menos transparente y con la apariencia de que tenía un objetivo distinto a éste. Pero tampoco pondría en un papel que una parte, mayor o menor, de los 40 millones de euros anuales que la Generalitat derrochaba en su 'aparato internacional' a través de Diplocat y sus 'embajadas', se guardaba para facilitar que al president no le faltara de nada llegados a este punto. La incógnita, pues, permanece. Y la única certeza avala las peores sospechas: el líder secesionista no podría vivir como vive si su cruzada dependiera de sus ahorros.