Enseñar(lo) todo para demostrar que no se es una cosa
La edil de Transparencia de Cádiz, la podemita María Romay, ha revolucionado las redes con un llamativo disfraz de la diosa Gades, que evidencia la idea del feminismo de la formación morada
A estas alturas, María Romay es la concejala más famosa de España. La edil de Transparencia, Participación Ciudadana y Fiestas del Ayuntamiento de Cádiz, gobernado por Podemos, con el ínclito José María ‘Kichi’ González, decidió disfrazarse de la diosa Gades, que da nombre a la ciudad, con un llamativo y atrevido disfraz que dejaba a la vista todas las curvas de su anatomía. Y no tardó en saltar la polémica.
Por supuesto, la joven concejala ha defendido que su tipo, que es el modo que en la carnavalesca Cádiz se denomina disfraz, es un homenaje a la legendaria diosa. Y que se ha limitado a imitar la estatua de la diosa del escultor gaditano Juan Luis Vasallo, que preside la Punta de San Felipe de la ciudad, con el color verdoso de la figura, adoptando la pose erguida y oteando el horizonte con la mano haciendo visera sobre los ojos. Incluso en una segunda lectura, el uso de las transparencias viene a ser un alarde de su compromiso con la claridad cristalina en su desempeño municipal.
Estatua de la diosa Gades que la concejala imitó con su disfraz.
Pero el revuelo que el disfraz ha causado en las redes sociales, amplificado por personajes como el periodista Jordi Evole, que no dudó en fotografiarse con la edil luciendo como diosa, ha ido mucho más allá. Y mucha de la controversia tiene que ver con la utilización del cuerpo de la mujer y las posturas tan censoras e intransigentes que la formación morada a la que pertenece Romay suele defender al respecto.
La concejala Romay tiene el mismo derecho a lucir su cuerpo en el Carnaval que una modelo a sujetar una sombrilla en un circuito
Por supuesto, todos los que han criticado a la concejala son, a ojos podemitas, unos machistas asquerosos que niegan a las mujeres la libertad y el derecho a decidir sobre su cuerpo. Aunque más bien las huestes de Pablo Iglesias están probando su propia medicina con esta oleada de críticas.
Por supuesto que María Romay tiene todo el derecho de disfrazarse como le dé la gana y hacer uso de su aspecto físico como desee o le convenga. Exactamente el mismo que tiene una modelo a sujetar una sombrilla en un circuito de Fórmula Uno o una actriz a posar de manera sugerente en el cartel de una película o en un reportaje de una entrevista. Siendo mayores de edad y actuando sin presiones ni coacciones de ningún tipo, no hay nada que objetar.
Bien harían en Podemos en apuntárselo en el futuro y entender que el feminismo no lo inventaron ellos. Y que si se trata de cosificar a las mujeres, puede que no ayude demasiado el disfraz de la concejala Romay. ¿O sí? Qué lío. Es lo que tiene enseñar tanto.