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P.P.H.

Así se lucha contra las armas en España

Matanzas como la última sucedida en Estados Unidos resultan más improbables en nuestro país, que cuenta con una de las legislaciones más rigurosas en materia de armas del mundo desarrollado.

Así se lucha contra las armas en España

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Estados Unidos sufre en las últimas horas la conmoción de la última masacre por armas de fuego: un joven de 19 años, armado hasta los dientes, provocó un verdadero baño de sangre en su instituto de Florida. La tragedia volverá a reabrir en el debate sobre el acceso a las armas en Norteamérica, una cuestión que en países como España concita menos preocupaciones.

Nuestro país cuenta con una de las legislaciones más rigurosas y restrictivas del mundo desarrollado. Tanto el acceso como la destrucción de armas cuentan con una estrecha vigilancia, bajo la coordinación de la Guardia Civil, que destina a este menester más de 1.600 agentes desplegados por todo el territorio nacional. Pero el control absoluto es imposible. La globalización, las laxas legislaciones de otros países y la hiperactividad del mercado negro obligan a estar en guardia permanente contra las armas.

Licencias y cartuchos

En España existen actualmente más de 3,7 millones de licencias de armas, de acuerdo con la información del Ministerio del Interior. De ellas, la mayoría, unas 3,3 millones, son de caza y pertenecen a cazadores, aunque muchos ciudadanos se acogen a esa licencia para utilizar las armas en su protección personal. La munición también debe estar sujeta a control, aunque no resulta fácil. Por ejemplo, las personas con licencia de tiro deportivo pueden poseer, según el tipo de licencia de que dispongan, hasta cinco armas, lo que supone que cuentan con margen para comprar unos 5.000 cartuchos al año. Y no existe una manera eficaz de controlar si esos cartuchos los usan ellos o acaban siendo desviados para ser usados por otros.

Armas perdidas y robadas: destrucción o subasta

Cada año, de media, se pierden o se roban en España unas 1.300 armas (escopetas, pistolas y revólveres, armas de caza mayor y tiro deportivo, ballestas…). Las armas ilegales intervenidas se destruyen. Se guardan y custodian tan solo aquellas que son pruebas en una investigación judicial y las que atesoran un valor histórico o artístico.

Las legales pueden terminar saliendo a la venta en subastas, caso de una escopeta cuyo propietario ha perdido la licencia que le permitía tenerla. La Guardia Civil retiene el arma durante un año y, si el propietario no logra recuperar la licencia, se subasta y solo llegará a las manos de otra persona con licencia y todos los controles pertinentes.

Para que no puedan matar

La legislación española en materia de armas es especialmente severa a la hora de declarar inutilizada un arma. Desde 2011 se contempla legalmente que en ese proceso no solo debe destruirse el cañón, sino todos los componentes del arma. De esa manera, resulta prácticamente imposible que pueda recuperar su capacidad de matar un fusil o una pistola inutilizada en España. El problema lo plantean las armas ilegales que se introducen a través del tráfico negro de armas. Proceden del extranjero, la mayoría son pistolas o revólveres, pues es más complicado hacer circular un Kalashnikov, y aunque han sido inutilizados casi todos, se han reactivado de manera ilegal.

La ley española es muy dura sobre todo a la hora de inutilizar un arma. No solo se destruye el cañón, sino todos sus componentes, para que no vuelva a ser letal

Por eso, España es uno de los países que más se está destacando por reclamar, además de mayor control del tráfico ilegal, unos criterios más duros y uniformes a la hora de destruir un arma. Porque incluso un arma de fogueo, que cualquier mayor de edad puede adquirir legalmente en España presentando el DNI, puede ser modificada y activada para disparar balas reales. Eso sí, según los expertos de la Guardia Civil, resulta una temeridad hacer algo así ya que un arma de esta clase modificada podrá realizar no más de tres disparos antes de estallar en manos del que la empuñe.

El mercado negro, en la Internet profunda

Una pistola se puede comprar en el mercado negro de España desde 1.000 euros. Un Kalashnikov, el fusil de asalto más famoso del mundo, cuesta entre 1.500 y 2.000 euros. Hay armas más económicas sin guía de pertenencia (el DNI de un arma) que han sido inutilizadas en sus países de origen -por lo general en países del Este de Europa, y particularmente en la órbita de la antigua Yugoslavia-, y que organizaciones criminales han vuelto a convertir en activas, tratando incluso de legalizarlas.

La Internet profunda o Deep Web, esa red de redes que queda al margen de los motores de búsqueda habituales, es el escenario de este tráfico negro de armas. Tampoco le resulta fácil acceder a la Guardia Civil, pese a que cuenta con programas de monitorización de las redes sociales y otras herramientas de control. Además, solo se puede intervenir en el momento de la venta del arma. Y ésta, además, no se hace con la entrega de la pieza completa, sino por partes, remitidas a su vez por medio de distintos servicios de mensajería y paquetería.

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