Por una Comisión de las Ideas
¿Por qué defienden lo que defienden cada uno de los líderes políticos? ¿Saben explicarlo? ¿Es la agenda correcta? Sobre todo ello reflexiona el autor antes de pedir un debate más serio.
"No soy una política de consenso. Soy una política de fuertes convicciones". Margaret Thatcher
El cupo vasco, las drogas y el nacionalismo catalán. El monopolio del taxi, el derecho a decidir, la prostitución y la prisión permanente revisable. Estos son tan solo algunos de los asuntos que en política se discuten. Pese a la complejidad de los mismos, parece que todos tenemos nuestra opinión al respecto. Compramos el pack de las ideas que nos hace tuitear en un sentido u otro.
El de izquierdas es abortista y el de derechas es taurino. Esto no sería grave si ambos supieran explicar el porqué de sus posturas. Pero normalmente no es el caso.
La señora De Cospedal dijo en 2015 que el PP no quiere legalizar las drogas "¡porque es mala!". Gracias por su aportación, pensábamos todos que era rica en vitaminas. ¿Por qué el señor Rivera apuesta por la "igualdad entre todos los españoles" cuando se discute sobre Cataluña o País Vasco?
¿Por qué el señor Iglesias quiere mantener el sistema de licencias de taxi y acabar con Cabify? Quizás ni Cospedal, ni Rivera, ni Iglesias, se hayan preguntado cuáles son los valores y principios que inspiran sus propuestas. O sí, pero no lo han explicado por despiste (?)
Los votos
En España, y supongo que en el resto de Europa también (que ya está bien de fustigarnos), los principios que inspiran las propuestas políticas no son sometidos a debate casi nunca en la esfera parlamentaria.
Puedo llegar a entender que ningún político esté dispuesto a realizar semejante sobreesfuerzo teniendo en cuenta el escaso rédito electoral que un debate sobre la confrontación de ideas conlleva. Pero la democracia pasa necesariamente por enfrentamientos intelectuales profundos.
Quizás no se hayan preguntado cuáles son los valores que inspiran sus propuestas. O sí, pero no lo han explicado por despiste
Es por eso que reclamo mi derecho a que se dejen de pamplinas en el Congreso y se cree la Comisión de las Ideas. Exijo que si me van a vender la moto me cuenten el porqué. Ya está bien de tanta superficialidad. El show que tenemos que soportar día tras días en el Congreso y en los medios de comunicación tiene que acabarse, al menos en parte.
Entiendo que los informes PISA inviten a pensar que los ciudadanos somos gilipollas (quizás esta Comisión resuelve en parte esa sensación ya que iría acompañada, qué duda cabe, de un efecto didáctico interesante), pero no podemos dejar de exigir que se nos deje de tratar como tales.
Tiempos convulsos
Los tiempos convulsos en que nos encontramos hacen que nos perdamos en cuestiones pragmáticas y de mera utilidad: al grano: ¿voy a cobrar más o no?. Y en tiempos de bonanza y estabilidad se esquivan estos debates por el conformismo y la comodidad: más güisqui, por favor. El caso es escabullirse y no sentarse a conversar.
Pero podemos aprovechar los enormes retos a los que tenemos que enfrentarnos como país para no conformarnos con datos cantados por charlatanes, y exigir que nuestros políticos vayan más allá (que no al más allá).
Esta es mi propuesta, que me parece una magnífica idea. Pero si tienen otra, podemos sentarnos a debatirla y me cuentan y el porqué.