La conjura de los cobardes: la fuga de Anna Gabriel a Suiza remata el esperpento
La sexta prófuga del procés remata un espectáculo bochornoso pero definitivo: nadie podrá creerse ya a dirigentes que huyen tras arrastrar a millones de personas al precipicio.
La cara más reconocible de la CUP, Anna Gabriel, se ha convertido en la sexta prófuga del procés con su huida a Suiza, un país que tiene muy poco que ver con el modelo que intentaba implantar en Cataluña: su anticapitalismo comunista y tribal, impropio de un partido democrático, bien podía haberla dirigido hacia paraísos como Corea del Norte o Cuba; pero lo ha hecho -con inmenso cinismo- a una de las democracias capitalistas más prósperas del mundo.
Que Gabriel intente justificar su fuga denunciando que en España no iba a tener un juicio justo o que se la persigue por sus ideas políticas es una indecencia, pero además una falsedad: la incontestable prueba de que se puede defender cualquier postura en este país (a diferencia de en otros no menos democráticos como Alemania en los que es ilegal defender el separatismo) es que decenas de políticos lo hacen, que su partido ha podido concurrir a las elecciones y que incluso se llegó a legalizar a una formación que, amén de independentista, fue durante años el brazo político de ETA, encabezado por su buen amigo Arnaldo Otegi.
El independentismo está en estampida y enfrentado: la fuga de Gabriel a un país capitalista es el resumen de todo
A Gabriel se la quiere juzgar por los delitos que ha podido cometer o ayudar a cometer, no por querer la independencia de Cataluña, una barbaridad a nuestro juicio y al de una inmensa mayoría de españoles que, sin embargo, podría prosperar de respetar los cauces constitucionales previstos y gozar de las mayorías suficientes: quienes más hablan de democracia en Cataluña son quienes más la pisotean, intentando imponer su visión al resto por la fuerza de los hechos, la manipulación de las instituciones y el asalto a las leyes.
Estampida
Lo que en realidad ocurre es que el independentismo está en estampida y enfrentado, más pendiente de esquivar las responsabilidades penales de sus vergonzosos comportamientos que de atender sus obligaciones institucionales. Unos lo hace huyendo, como Puigdemont, Gabriel y cuatro exconsejeros de la Generalitat.
Algunos más lo hacen renegando ante el juez de sus hechos y declaraciones previas, con poco desdoro ante los miles de personas que ahora deberían de sentirse engañadas. Y alguno más, aún, se desmarca del todo y llega a afirmar, caso de Marta Rovira o Marta Pascal, que no eran partidarios de la DUI ni del referéndum ilegal.
En un clima de lucha fraticida en el seno de independentismo, que ha logrado paralizar Cataluña desde hace años cuando iba unido y cuando no en un caso único y dañino en Europa, la actitud ante los tribunales de cada uno de los protagonistas es un buen resumen de su desvarío. Y la incapacidad para desprenderse de Puigdemont a la vez que lo desean, un indicativo del profundo cinismo que les mueve.
La Justicia debe aclarar si los prófugos se han servido de dinero público para escapar del desastre por ellos causado
Escapar a Suiza es, en ese sentido, una espléndida manera de evidenciar la catadura política y personal de la exportavoz de Gabriel, que difícilmente podrá escapar de un proceso por rebelión, sedición y malversación salvo que logre, incomprensiblemente, el asilo político en el país helvético: sería una ignominia para el conjunto de Europa, amén de una degradación de un concepto imprescindible en el derecho internacional para las víctimas de persecuciones auténticas. Y no para los delirantes delincuentes en un Estado de Derecho occidental y democrático como España.
En todo caso, ni aunque pudiera sortear al juez Llarena, Gabriel y el resto de prófugos tienen un futuro halagüeño. A medida que pase el tiempo, su huella política se irá borrando y se convertirán en unos apátridas con causas pendientes olvidados por la inmensa mayoría.
¿Desvío de fondos?
Mientras, eso sí, sería muy oportuno que se activaran hasta el final las investigaciones policiales y judiciales sobre la utilización de recursos públicos de Cataluña y del conjunto de España en las giras por Bélgica, Dinamarca, Venezuela o ahora Suiza de todos estos insensatos.
La sospecha de que se han desviado fondos a cuentas extranjeras, desde hace mucho tiempo, para costear la fuga y la subsistencia de estos dirigentes, es sólida. Y la necesidad de tener respuestas al respecto, inaplazable.