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Andalucía; la mayor corrupción de la historia de España

Nunca ningún Gobierno y las instituciones que ocupa han estado tan bajo sospecha como en Andalucía, lastrada por un sistema caciquil que se sirve del dinero público y la TV para eternizarse.

Andalucía; la mayor corrupción de la historia de España

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Seguramente el caso de los ERES en Andalucía es el más grave y escandaloso de cuantos jalonan la larga y triste historia de la corrupción en España: hay otros, ciertamente muy ofensivos, pero en ninguno la sospecha de que la trama partió directamente de las instituciones y del Gobierno es tan fundada.

Tampoco hay precedentes de la dimensión de este caso: casi 900 millones están bajo la lupa judicial de un sumario con más de trescientas piezas en el origen, 22 altos cargos imputados y cerca de un centenar de afectados, entre ellos los dos últimos presidentes de la propia Junta y del PSOE. Si además se añaden los episodios de Mercasevilla, de la formación y de UGT, la conclusión de que todo este bochorno resume un régimen corrupto y clientelar está más que justificada.

Los Granados del PP repugnan; pero los ERES de Andalucía reflejan una corrupción sistémica desde las propias instituciones

Que en principio ninguno de los principales responsables esté acusado de quedarse dinero para él mismo no es atenuante, y en ese sentido sonroja la facilidad con que se alega ese argumento para restarle importancia a unos hechos que, en realidad, son bastante más graves aunque menos llamativos que el latrocinio personal, porque afectan a la esencia del sistema democrático, pervirtiéndolo con un método de captación y sostenimiento de voluntades con dinero público que desmoviliza a la sociedad y la hace rehén del poder político.

No es eso lo que se juzga en los tribunales, pero es sin duda lo que flota en el ambiente, con una pregunta inquietante y a la vez razonable: ¿Esta trama explica, de algún modo, por qué el PSOE se ha eternizado en Andalucía pese a que los resultados de su gestión son, en términos objetivos, de los peores de España y de Europa en ámbitos tan sensibles como el desempleo en general y el juvenil y femenino en particular?

La doble vara

Sólo la ya proverbial doble vara de medir explica que se le dé más importancia a la declaración del siniestro Francisco Granados que a la de Magdalena Álvarez, exministra de Zapatero y consejera de la Junta; o a la de cualquiera de los cargos públicos del socialismo andaluz imputados y en procesión hacia el banquillo.

Los casos de corrupción del PP son indecentes y el purgatorio al que se le somete en lugares como Valencia, logico. Pero no hay proporcionalidad alguna en el trato que por todo ello recibe el partido, con Rajoy a la cabeza, y la facilidad con que se disculpa al PSOE pese a los indicios de que su maquinaria andaluza dopó de algún modo al conjunto de la formación al permitirle competir en mejores condiciones en un espacio electoral clave para el conjunto de España.

El clientelismo del PSOE andaluz, legal e ilegal, es histórico y responde a un criterio caciquil del que los andaluces deberían despertar algún día por su propio bien: si en Valencia le pasó factura al PP, para con ello regenerar al partido y abrir las ventanas institucionales con mayor o menor justicia pero de manera inevitable; en Andalucía debería pasar lo mismo.

Andalucía tiene que despertar de un régimen caciquil que anestesia voluntades e insufla propaganda e nsu TV3

Especialmente cuando, al panorama judicial descrito, se le añade la certeza de que su actual líder, Susana Díaz, se ha quedado allí como premio de consolación tras fracasar en su asalto a la secretaría general del PSOE. Aunque los sondeos de la propia Junta vendan a los cuatro vientos que de haber ahora elecciones su victoria sería más rotunda, es poco probable que eso ocurra si el andaluz mira el estado real de su tierra y se sacude la falsa idea de que sólo este socialismo caciquil es capaz de cubrirle unos mínimos.

Degradante

Porque esa hegemonía del PSOE allí, en ese contexto de putrefacción del que los ERES son un emblema, sólo se explica por la combinación de un formidable aparato de sometimiento de voluntades con otro de propaganda. Andalucía se merece bastante más que estas otras peonadas de expedientes falsos y televisiones autonómicas al servicio de un poder degradado y degradante.

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