Podemos no tiene claro su plan para Madrid
¿Carmena y Errejón? ¿Ruiz Huerta y Errejón? ¿Julio Rodríguez y Ruiz Huerta? Pablo Iglesias tiene un plan, pero no todo Podemos lo secunda. Éstas son las principales incógnitas.
Podemos se juega mucho en Madrid, pero no tiene una hija de ruta clara. Si de Pablo Iglesias dependiera en exclusiva, la apuesta sería clara: Manuela Carmena para la alcaldía e Íñigo Errejón para la Puerta del Sol. Y aunque los deseos del líder suelen hacerse realidad -nunca ha perdido una votación interna-, la coexistencia de varios discursos y estrategias en el seno del partido y de las formaciones satélites siembra de minas el camino. Éstas son las principales claves de un proceso interno con algunos nubarrones.
¿Renunciarán todos en favor de Errejón?
El errejonismo fue derrotado en Madrid con contundencia. Pero Errejón es el elegido por Iglesias para disputarle la Puerta del Sol a Cristina Cifuentes, Ignacio Aguado y Ángel Gabilondo, más que probables aspirantes de PP, Ciudadanos y PSOE, respectivamente.
Esa paradoja no está digerida del todo e, incluso, a los detractores habituales del secretario general, se le han sumado otros nuevos desde sus propias filas: no está nada clara la conformidad de Ramón Espinar con ese 'dedazo', por mucho que luego se camufle con unas Primarias cada vez más teledirigidas. Y tampoco es seguro que la portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid, Lorena Ruiz-Huerta, se aparte sin más después de haber puesto cara en las instituciones y en televisión al proyecto.
¿Podría darse la paradoja de que los apoyos de Iglesias, que desembarcaron con él en la organización madrileña precisamente para apartar al errejonismo, se opongan ahora a él? No es descartable. Y tampoco es sencillo saber las consecuencias que tendría. Pero será muy curioso ver cómo los enemigos de siempre de Iglesias en Madrid, simbolizados en Rita Maestre y Tania Sánchez Melero, se juntan ahora con él mientras que sus leales ponen trabas.
¿Errejón cuenta con la candidatura?
Sin duda. Y ejerce como tal desde hace meses, acudiendo a constantes actos madrileños y dedicando más tiempo a Cristina Cifuentes que a ningún otro dirigente político, por mucho que él sea técnicamente un diputado nacional.
La idea de Iglesias, derivada de Vistalegre 2, era utilizar las virtudes de su viejo amigo en un territorio que le sirviera, a su vez, para anular su condición de alternativa nacional a él mismo. Tras aplastarle literalmente en aquella Asamblea, donde además de una dirección impuso todos los documentos estratégicos de Podemos para estos años, le ofreció ese premio de consolación. Y lo aceptó a cambio de un silencio que mantiene.
Pero el encargo tiene truco. Las huestes de Pablo Iglesias quitaron al candidato original, José Manuel López (hoy como entonces claro aliado del errejonismo) y derrotaron a los disidentes en la liza por la secretaría general autonómica. No les hace gracia que todo ese esfuerzo termine con la elección de Errejón y querrán cobrarse un precio con el control de las listas electorales. ¿Lo aceptará el posible candidato? Habrá que verlo. Y también hasta qué punto le surgen alternativas para al puesto.
¿Está resuelta la continuidad de Carmena?
La alcaldesa quiere. Aunque había afirmado mil veces que no volvería a ser candidata, lo será: entre jubilarse antes de la cita electoral o hacerlo justo después, si no gana o no gobierna, sólo hay unos días de diferencia. Nada pierde por repetir, con la certeza de que o es alcaldesa o no será jefa de la oposición. El quid está en la elaboración de las listas: el infierno que vive con una candidatura de retales ideológicos y facciones no se repetirá. Quiere tener manos libres, al menos en parte, para poner a los suyos en un Ayuntamiento que funciona a trancas y barrancas y pese a la mayor parte de los concejales de Gobierno.
De no ser por Marta Higueras, Luis Cueto o Jesús Duva, su equipo de confianza; o por ediles como Inés Sabanés y la propia Maestre, el barco se hubiera hundido hace tiempo inundado por los conflictos provocados desde dentro por ediles tan controvertidos y poco eficaces como Rommy Arce, Guillermo Zapata o Carlos Sánchez Mato.
¿Hay plan B si todo falla?
Existe. Y más de uno. En el caso de la capital, la elección del exJemad Julio Rodríguez como secretario general de Podemos Madrid obedece a ese objetivo. Él sería el recambio más probable si Carmena, por alguna razón que ahora parece difícil, da un paso atrás.
Pero suponiendo que eso ocurriera, a Podemos le costaría presentar un tándem exclusivamente masculino con Rodríguez y Errejón tras insistir tanto en la paridad. Ahí vuelve a cobrar fuerza el nombre de Lorena Ruiz-Huerta, la portavoz institucional en auge, que incluso tiene una última opción al margen de pelear por la candidatura en unas Primarias: si Carmena no sigue -algo improbable- y a Errejón le terminan designando para la alcaldía en lugar de para la Comunidad en una carámbola final, pocos se atreverían a desechar como aspirante a Huerta.
En todas estas cábalas, sería un error eliminar el nombre de algún tapado. Por ejemplo el de Juan Carlos Monedero: nadie habla de él como cargo institucional, pero borrarle de las quinielas sería un error. Antes o después, tendrá que dar el salto.
¿Y las marcas blancas?
Es otro de los problemas o incógnitas a resolver. Decenas de candidaturas desconocidas lograron concejales en toda España, y especialmente Madrid, porque los votantes vieron en ellas a Podemos, pero con otro nombre. Y así fue. Pero ahora Podemos quiere rescatar su firma y presentarse sin 'marcas blancas', algunas de las cuales han protagonizado sonoros escándalos aún pendientes de depuración, como el caso de 'Somos' en Alcalá de Henares, con imputados incluidos.
Pequeños partidos que jamás soñaron con llegar a los ayuntamientos lo están ahora al haberse integrado en coaliciones dominadas por Podemos pero no ocupadas en su integridad: hacerlas ver ahora que sobran o tienen un papel muy menor -IU incluida- no va a ser sencillo.