Sánchez vuelve a olvidarse de la cordura con una propuesta contra Rajoy absurda
El PSOE no puede recurrir a trucos para llamar la atención. Condicionar unos presupuestos en lugar de boicotearlos sería lo razonable y serio. Pero Sánchez vuelve a las andadas.
El líder del PSOE, Pedro Sánchez, se ha descolgado con una propuesta extravagante que, básicamente, intenta que le sirva a él para ponerle bajos los focos de la opinión pública. Una estrategia inherente a todo dirigente que, sin embargo, denota un preocupante problema cuando no se encuentran argumentos ni medidas de peso y se recurre, una y otra vez, a mensajes efectistas de vuelo raso y escaso recorrido.
En este caso ha anunciado que si el Gobierno no logra aprobar los Presupuestos Generales de 2018, el presidente deberá someterse a una cuestión de confianza. Se trata de un mecanismo al que sólo puede recurrir el propio Rajoy, lo que de entrada ya invalida la improvisación de Sánchez y la coloca en la estantería de las insensateces: proponer algo que no depende de él, y que tiene como finalidad que el Ejecutivo ponga frente al espejo al conjunto del Congreso para obligarle a posicionarse sobre los grandes asuntos de Estado, es simplemente absurdo.
Especialmente cuando, a renglón sentido, se descarta prácticamente al completo el recurso que sí depende de la oposición, la moción de censura. Porque es inviable, improcedente e inaceptable pensar en un relevo del Gobierno por una suerte de Ejecutivo Frankenstein apoyado -sólo así le saldrían las cuentas- por el PSOE, Podemos, PdeCat, ERC y o bien el PNV o bien Bildu y Coalición Canaria.
Una cuestión de confianza es potestad de Rajoy. Y una moción de censura es inviable. ¿A qué juega Sánchez pues?
El secretario general de los socialistas sabe que esa opción es inviable e indecente y que, entre otros dislates, reabriría la misma guerra interna en el PSOE que le llevó a él a la dimisión y abrió unas profundas heridas que aún no están cerradas y, tal vez, nunca lleguen a estarlo. Y si la alternativa es una cuestión de confianza potestativa de Rajoy, que ya ha dicho que no tiene interés alguno en convocarla, ¿a qué viene este enredo?
Pero si las formas son un ejercicio artero de la política destinado a llamar la atención; el fondo es igual de improcedente. Si algo no se le puede reprochar al Gobierno del PP es su disposición al diálogo, expresada incluso en la oferta de coalición que le hizo en reiteradas ocasiones al PSOE, en el pacto con Ciudadanos y en los acuerdos económicos con el PNV, entre otros.
¿Y el diálogo?
Sea fruto de la convicción o de la minoría parlamentaria, lo cierto es que a los populares no les queda más remedio que alcanzar consensos y estar abierto a casi todo con tal de mantener una estabilidad importante para un país que, con crisis económica y territorial o sin ellas, no puede estar sumido eternamente en las tensiones electorales.
Mientras en Alemania gobiernan juntos, en España el PSOE es incapaz de pactar siquiera unos presupuestos
Era el momento, pues, para que cualquier partido y desde luego el primero de la oposición, hiciera una política constructiva pactando con el Gobierno e imponiendo sus condiciones en las cuentas generales del Estado: sorprende que en Alemania se puede consensuar incluso un Gobierno y que en España, de nuevo, sea tan difícil un pacto entre los dos grandes partidos o, mejor, entre los tres si incluimos ya a Ciudadanos.
Porque la ciudadanía no está para polémicas artificiales, sino para soluciones razonables. Y porque la sociedad quiere y espera diálogo y nunca castigará a quienes más esfuerzos dediquen a ello. Boicotear los presupuestos de 2018, en fin, no es achacable al Gobierno, sino a un Parlamento incapaz de asumir las responsabilidades que tiene, derivadas de la representación obtenida en las urnas.
¿Y la pluralidad es esto?
No se puede hacer un canto a la diversidad, sustentada en una división del Congreso como nunca desde las primeras Generales, y luego malversarla con esquemas de enfrentamiento incompatibles con la supuesta riqueza de esa pluralidad. Porque además la ausencia de Presupuestos pude ser mala para España, pero no necesariamente para el Gobierno: el reproche será para la oposición, mientras Rajoy podrá quejarse con razón del bloqueo y adoptar medidas por decreto favorables para amplias capas de la sociedad, sean los funcionarios o los pensionistas. Y podrá decir que esos logros son suyos, y a pesar del resto. No le faltará razón.