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Rajoy destroza a Iglesias, el demagogo que pretende manipular a los jubilados

La demagogia de Podemos y del PSOE chocó con la solvencia de Rajoy, que dio un repaso a sus rivales con la excepción de un constructivo Rivera. El debate sobre el futuro, queda pendiente.

Rajoy, durante el debate

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Como suele ocurrir con los debates más incendiarios que se libran en la calle o en los platós de televisión, cuando llegan al Congreso de los Diputados y se discuten con rigor y cifras, suelen penalizar de manera aguda a sus promotores.

Eso les ocurrió a Podemos y al PSOE a cuento de las pensiones, objeto del enésimo ejercicio de demagogia política por parte de una parte significativa de la izquierda que, en su estrategia de recuperar terreno electoral, no ha dudado en estimular la indignación de una parte de los jubilados aprovechando y magnificando las fallas de un sistema crucial para España.

El presidente del Gobierno, inocultable objetivo de la campaña, salió reforzado de la sesión en el Parlamento al poder explicar, con lujo de detalles, la naturaleza, la fuerza, las debilidades y el futuro del sistema de pensiones frente a unos rivales que, al tener una respuesta tan contundente, se ahogaron con estrépito en la función que ellos mismos habían convocado.

Rajoy salió reforzado al debatir con hechos, y no mera propaganda, sobre un asunto crucial para todos

Y es que, con los datos en la mano, es inobjetable el esfuerzo que se ha hecho en los peores de la crisis por mantener el sistema y, a la vez, la necesidad de reformarlo de algún modo para hacerlo viable. De lo primero da cuenta el gasto en jubilaciones en la última década: mientras todo caía, este capítulo ha pasado del 8% al 11.5% del PIB y de suponer 6.500 millones de euros mensuales a casi 9.000 millones, para fijar una pensión media de 1.077 euros muy similar al salario medio español.

Lo segundo, a su vez, queda certificado por un alud de magnitudes y previsiones ciertas: a medio plazo habrá 77 pensionistas por cada 100 trabajadores; lo que combinado con la segunda mayor esperanza de vida del mundo y una de las peores tasas de natalidad (España ve nacer a 360.000 niños menos que hace 40 años pese a tener una población superior en diez millones), obliga a repensar el modelo.

Propaganda barata

Frente a ambas evidencias, la manipulación de Podemos resulta grosera: el mismo partido que echó la culpa a los mayores de 65 años de impedir el cambio y que, por eso, apenas tiene en ese segmento un 3% de votos; no puede erigirse de repente en su máximo defensor ni utilizar las evidentes penalidades que una parte del mismo sufre para repetir una de sus habituales campañas propagandísticas que ya a nadie engañan.

Podemos no puede pasar de vejar a los jubilados por impedir el 'cambio' con su voto a intentar manipular su malestar

Y tampoco resultan nada solventes sus recetas, idénticas a las expuestas en su día por Syriza en Grecia, el país de Europa donde más han caído las pensiones para quedar por debajo de los 400 euros.

Del PSOE tampoco se puede decir nada mucho mejor: el mismo Pedro Sánchez que apoyó como diputado a Zapatero en la congelación de las pensiones y en la elevación hasta los 67 años de la edad para dejar de trabajar; intenta ahora patrimonializar una queja que en realidad le desborda: un auténtico partido de Gobierno no incurre en estas mezquindades; y uno de oposición tampoco si esa posición ya está ocupada por Podemos.

El papel de Sánchez

Una vez más, Sánchez no está en posición de Estado y se limita, como a menudo en Cataluña, a ayudar en la estrategia de terceros sin ningún beneficio propio: si malo es adoptar posiciones incorrectas; ridículo resulta hacerlo gratis y para beneficiar a un rival.

Que la oposición haya hecho el ridículo, con la excepción de un Albert Rivera que siempre añade argumentos y razones sensatas a todos los debates de interés, no significa que el Gobierno acierte en todo ni que no haya razones para la queja de nuestros mayores. Rajoy lo supo ver al anunciar la subida de las pensiones más bajas y de las de viudedad, aquejadas sin duda por unas carencias que han de ser atendidas.

Pero queda para el futuro un análisis más profundo del sistema que garantice su viabilidad, que sólo puede venir de una de las siguientes opciones o de la combinación de varias de ellas: o se crea mucho empleo para crecer en cotizaciones; o se inventan nuevos impuestos; o se bajan las pensiones o se recortan otros gastos muy superfluos de la Administración Pública, bastante más insostenible pero siempre salvada de un debate que sí se aplica a asuntos más relevantes para el ciudadano. Seguramente la mejor respuesta sea una mezcla de la primera y de la última opción.