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Buendía

¿Una Universidad transparente y de prestigio?

Muchas explicaciones ha de dar la Rey Juan Carlos a raíz de la calamitosa gestión del Máster de Cifuentes. Pero tampoco deben preocuparse por recuperar lo que no tienen o poseen de sobra.

¿Una Universidad transparente y de prestigio?

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El buen nombre de la Universidad Rey Juan Carlos ya venía seriamente emborronado desde que su anterior rector, Fernando Suárez, (nada menos) fuera denunciado por plagio continuado en sus publicaciones. Era el colofón a una pedrea de irregularidades en el funcionamiento interno de los órganos de gobierno de la universidad pública más joven de Madrid, con poco más de dos décadas de trayectoria de su campus en Móstoles. Pero el ‘caso Cifuentes’ la ha puesto definitivamente en la picota.

Las explicaciones que el actual rector, Javier Ramos, y los cariacontecidos directores del Máster ofrecieron hace un par de semanas en una rueda de prensa con puesta en escena apresurada y un discurso deshilachado, contradictorio y, a ratos, ininteligible, son, como mínimo, tan escandalosas como las muchas lagunas y enigmas inquietantes que plantea la consecución del título que defiende la presidenta regional.

Porque a estas alturas no hay duda de que Cristina Cifuentes posee el Máster. Lo que está rodeado de sombras es el camino seguido hasta conseguirlo.

Además de los tremebundos errores en la tramitación del título, del testimonio de la mandataria regional se deduce que en esta Universidad se consiente un trato arbitrario y caprichoso a los alumnos. Los exámenes, las tutorías, los controles, la defensa de los trabajos e incluso hasta la matriculación se hace ‘a la medida’. Aunque es de suponer que no todos los alumnos se pueden beneficiar de ese trato especial.

No ha de preocuparse el rector Ramos por el prestigio perdido. Solo se pierde lo que se posee

¿Es ésta la idea de igualdad, de competencia leal y de excelencia que tiene la Rey Juan Carlos? ¿Qué pensarán de ella y de sus garantías los alumnos que ahora estén decidiendo dónde realizar sus estudios universitarios? Y, sobre todo, ¿qué opinará el contribuyente de este vergonzoso desaguisado sufragado con sus impuestos? ¿Será, por lo demás, la práctica habitual en la universidad española y ésta, a su vez, la razón de su irrelevancia internacional?

Muchas explicaciones, en fin, debe dar el rector y su equipo de gestión académica para aclarar el suceso del Máster. Aunque no ha de preocuparse por recuperar el prestigio perdido, porque no se pierde lo que no se tiene.

Otra cosa es la transparencia. La Rey Juan Carlos posee tanta, que está desaparecida de la lista de las mejores universidades de nuestro país. Todo en orden, pues.