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Editorial

SOS Europa:el amparo de un tribunal alemán a Puigdemont amenaza a la Unión

Europa está amenazada al completo por un nuevo problema, casi tan grave como el fundamentalismo, que pone en peligro el futuro de la Unión. La ayuda a Puigdemont activa la alarma general.

Merkel, canciller de Alemania, ahora en coalición de nuevo con los socaldemócratas

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Europa al completo se enfrenta ahora a un nuevo desafío, más inesperado que tantos otros como la crisis o el fundamentalismo, derivado de la sorprendente decisión de un tribunal regional alemán de dar un amparo parcial a Carles Puigdemont, inútil a efectos de librarle de las consecuencias judiciales y políticas de su desafío ilegal; pero suficiente para rearmar al movimiento que representa.

Y a la vez, a todos los que, en el resto del Continente, beben de la misma ideología y comparten fines parecidos. El fantasma del nacionalismo, siempre presente en el origen de los peores conflictos que han asolado Europa a lo largo de su historia, se ha reactivado por la irresponsable decisión de la Audiencia Territorial de Schleswig-

Holstein, tan sonrojante para España como letal para el Viejo Continente a efectos de conformar un espacio jurídico, sentimental y cultural sustentado en la lealtad entre los socios y en la defensa conjunta de los valores más elevados que nunca la humanidad ha convertido en una guía de acción cotidiana.

El frívolo tribunal regional ha echado gasolina al fuego separatista en muchos países de la UE, no sólo en España

Hoy, desde luego que como nunca desde la infausta guerra de los Balcanes en los 90, el separatismo en Bélgica, la italiana Tirol del Sur, las alemanas Baviera y Hamburgo o la francesa Córcega, por citar sólo los ejemplos más significados; se siente más legitimado para echar un pulso a sus propios Estados y confiar en que, llegado el momento, Europa será un trampolín antes que un obstáculo.

El precedente sentado por el tribunal germano es un incentivo para todos esos casos y un clavo en el ataúd de la seguridad jurídica común europea, uno de los pilares de una Unión sustentada en la pérdida de soberanía de los Estados miembros en beneficio de un proyecto mayor que refuerza, teóricamente, la respuesta colectiva a cualquier reto particular para integrarlo en un espacio de superior jerarquía.

¿En auxilio del golpismo?

Los jueces alemanes no sólo echan benzina al fuego nacionalista que sufren varios países del Continente, sino que además desmoralizan a los ciudadanos -españoles en este caso- y amenazan el futuro del proyecto europeo al plantar una duda en el corazón de sus socios sobre la conveniencia de respetar unas reglas comunes que van en detrimento de los países que, como España, se adhieren a mecanismos de refuerzo bilateral como las euroórdenes hoy al auxilio del golpismo catalán.

Ni la letra ni el espíritu de ese tipo de herramientas permite corregir, desde un tribunal local, las decisiones de las más altas instancias judiciales españolas -ni francesas ni alemanas-, pues nacen del principio de respeto a las medidas de cada uno de los Estados al entender que todas nacen de sus ordenamientos jurídicos democráticos: no están previstas para conceder una especie de tercera instancia a presuntos delincuentes, sino para disuadirles en sus países de origen al hacer de todos el problema de una de las partes.

Pero no es eso lo que ha pasado, con una frivolidad pasmosa empeorada por la ministra de Justicia alemana, que al penoso fallo de sus jueces le ha añadido una respuesta política en defensa de Puigdemont e hiriente para España.

La Unión era perder soberanía para ganar fortaleza, no para salir en auxilio de quienes ataquen a un socio

Más allá de que el Gobierno tendrá que reflexionar sobre cómo es tan sencillo ofender a España jurídica, política y mediáticamente en Europa y en todo el mundo sin que se perciba una estrategia diplomática preventiva ni una respuesta contundente posterior; los hechos ocurridos le obligan a poner en cuarentena no pocos de los postulados de la Unión y de sus relaciones bilaterales con la propia Alemania.

Una duda grave

Sin histerismos ni urgencias, pero con contundencia y firmeza, sabiendo que además será lo mejor para la propia Europa. Más allá de que el Tribunal Supremo apele a Luxemburgo para plantear una cuestión prejudicial que anule la decisión de Schleswig-

Holstein y por mucho que el futuro judicial de Puigdemont siga siendo negro en cualquier caso si pisa España, Europa tiene que posicionarse con claridad sobre cuál es su actitud cuando atacan a uno de sus miembros: si del lado de ellos o, por contra, de sus enemigos. Que exista una duda al respecto, ya lo dice todo.