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La importancia de llevarse bien con el príncipe Din Salman

La visita a España del heredero al trono de Arabia Saudí se interpreta en medios diplomáticos como un gran éxito para las relaciones internacionales de España.

La importancia de llevarse bien con el príncipe Din Salman

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El príncipe heredero saudí, Mohamed Bin Salman, de 32 años, ha hecho parada en España para una visita de trabajo que incluye un encuentro con los Reyes en el Palacio Real, y una reunión con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, para firmar acuerdos entre los dos Gobiernos. Acompañado por un séquito de más de medio millar de personas, Bin Salman ha llegado a nuestro país después de una gira internacional que le ha llevado a estar tres semanas en Estados Unidos y dos días en París. Y esas paradas anteriores, ya dan la medida de la importancia de que nuestro país forme parte del tour de un príncipe que está llamado a ser un influyente estadista en el concierto internacional.

Los expertos en relaciones internacionales estiman que esta escala es un éxito para la diplomacia española, pues sitúa a nuestro país en una posición preferente para consolidar una alianza ya larga con este régimen, del que el rey emérito Juan Carlos fue gran muñidor. La primacía de la revelancia económica y geoestratégica seguirá mandando, por tanto, en el vínculo con los saudíes, frente al rechazo y las condenas internacionales que genera el atropello a los derechos humanos y la retrógrada crueldad del régimen wahabí.

Las empresas españolas aspiran a tomar parte sustancial en las inversiones que se deriven del reparto del formidable fondo soberano saudí procedente del petróleo

El príncipe Din Salman, no obstante, está llamado teóricamente a abrir una nueva era de modernización y moderación en las formas y el fondo del teócratico régimen saudí, cuyo poder e influencia en una región tan inestable y tan estratégica como Oriente Próximo son incuestionables. De ahí que no resulte raro que se le haya alojado en el Palacio del Pardo, una muestra de la deferencia que Gobierno y Casa Real quieren tener con su invitado, aunque no se trate de una visita de Estado. En juego están las siguientes claves.

Cinco corbetas rumbo al Mar Rojo

El asunto central de la visita del heredero, que al parecer el rey Juan Carlos contribuyó a preparar en Arabia Saudí la pasada Semana Santa, es la firma de una batería de acuerdos que permitirán encauzar la venta de cinco corbetas de Navantia por más de 2.000 millones de euros. Está previsto que el astillero público español y la sociedad saudí SAMI (Industrias Militares de Arabia Saudí), creada hace casi un año para levantar una industria local de Defensa a partir de las multimillonarias compras en el extranjero, constituyan una compañía conjunta que será la adjudicataria del programa. El contrato, el de mayor volumen asumido hasta la fecha por Navantia, no solo incluirá la construcción de los cinco buques, diseñados a partir del modelo de las patrulleras Avante 2200 despachadas la pasada década a Venezuela, sino también la remodelación del puerto de Yedá, que les servirá de base.

Por otra parte, la Armada española y la Marina Real saudí sellarán un convenio para que reciban instrucción en España los marinos saudíes que compondrán las futuras tripulaciones de las corbetas. Se desarrollará en la localidad gaditana de San Fernando y, a largo plazo, deberá representar un vínculo especial entre las dos armadas.

Una potencia inversora única en el mundo

La agenda que tiene por delante el príncipe Bin Salman se ajusta a un reinado que se prevé largo y que sitúa un horizonte en 2030, como una suerte de punto de no retorno. En materia económica eso se traduce en diversificar la economía saudí y hacerla menos dependiente del petróleo. Y la herramienta principal de esa renovación es construir el fondo soberano más grande del mundo.

En concreto, el objetivo inicial es colocar el 5% de la petrolera estatal Aramco en Bolsa y administrar los multimillonarios beneficios económicos de esa operación a través de ese fondo soberano, de unas proporciones que se antojan formidables. Y como es de suponer, las empresas españolas aspiran a acaparar todos los contratos que pueden a la hora del reparto del fondo para la diversificación económica y comercial del país. Y ya contamos con ventaja, porque nuestro país es un referente en infraestructuras tras la construcción del AVE Medina-La Meca, que afronta su recta final, y el metro de Riad.

Aliado en la solución de conflictos

A corto plazo, el propósito de España es apoyar sin reservas uno los grandes objetivos del heredero saudí: estrechar la cooperación policial en la lucha contra el terrorismo yihadista. Arabia Saudí busca comprometerse con sus aliados occidentales en la persecución de posibles focos de radicalización, que en el pasado se han organizado desde su país.

Para el porvenir más lejano, la prioridad de España es procurar mantener la interlocución privilegiada con la que ya es una las potencias de Oriente Próximo. Arabia Saudí habrá de ser, sin duda, parte de la solución en los numerosos conflictos que, desde hace décadas en algunos casos, azotan a la región: guerras en Siria y Yemen, tensión con Irán o el proceso de paz entre Israel y Palestina.

El eterno modelo de la Transición

Bin Salman también es favorable a una progresiva apertura social, que España respalda y acompaña, enarbolando una vez más el ejemplo de la Transición democrática, que sigue contando con un enorme respeto internacional. Así, menos de un año después de su nombramiento como heredero, ya se han introducido cambios importantes en el país, como la autorización para que las mujeres puedan conducir o entrar a recintos deportivos.

Son reformas de gran trascendencia para una sociedad controlada por una severísima ley islámica en la que, por ejemplo, los comercios cierran sus puertas durante las cinco oraciones diarias obligatorias que exige el Islam, o los castigos físicos a base de azotes forman parte de las condenas judiciales para delitos como el adulterio o la embriaguez.