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Javier Rodríguez

Ninguna universidad española entra en el Top 100 y el 86% ni en el Top 500

Mientras los rectores piden más dinero, la realidad en cifras de la Universidad española reclama una reforma. Demasiados centros, elevado coste de la estructura y poco rendimiento.

Una clase de universidad.

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En plena tormenta en el sector, por los ya célebres másteres de Cifuentes y en menor medida Casado, un dato reciente justifica los aires de intervención a fondo. Y es que ninguna Universidad española figura en el Top 100 del ránking QS de 2018, que analiza al sector universitario en todo el mundo para señalar a las mejores en términos globales. No es la única clasificación, aunque sí es de las más respetadas y citadas para medir la calidad de las instituciones educativas y compararlas entre ellas.

El resultado es demoledor para el sector en España, compuesto por un total de 83 universidades (50 públicas y 33 privadas) dotadas de 243 campus presenciales. De ellas, sólo once consiguen colarse entre las primeras quinientas, lo que supone que el 86.8% de las Universidades españolas no entra ni siquiera en el Top 500: entre ellas, las tres históricas, Santiago de Compostela, Alcalá de Henares y Salamanca.

Casi el 90% de las universidades españolas, con un coste en profesores superior a la media de la OCDE, aparece hundida en la clasificación

Y no es una excepción ni un mal año ni una consecuencia del criterio QS. El otro gran examen internacional al mundo universitario, el ARWU o ránking de Shangai, arroja un resultado similar: nadie aparece en el TOP 100 tampoco, y sólo de nuevo once -no exactamente las mismas- se instalan en el Top 500.

La mejor colocada es la Universidad de Barcelona, en el puesto 156, con las Autónomas de la Ciudad Condal en la posición 187 y 185 respectivamente. A partir de ahí, nadie más aparece entre las 200 primeras y sólo cinco entre las 300: Complutense, Navarra, Politécnica de Catalunya, Carlos III de Madrid y Pompe Fabra. Y nada más.

Para detectar otra huella universitaria española hay que acercarse ya a los puestos entre 370 y 500 y sólo parecen tres: Politécnico de Valencia, Zaragoza y Politécnica de Madrid. Ni una más ya vuelve a aparecer en ese ancho epígrafe y hay que irse más allá del TOP 500 para detectarlas.

Para camuflar la tétrica radiografía, los rectores apelan de un año para acá a una parte del ránking que analiza especialidad a especialidad, algo muy útil para los futuros estudiantes, con el fin de poder afirmar que, pese al dato general, sí figuran entre las mejores explicando que un total de doce universidades españolas se encuentran entre los cien primeros puestos en el ránking Quacquarelli Symonds (QS) por áreas de conocimiento y destacan en un total de 22 disciplinas, mejorando así con respecto a la edición anterior de esta clasificación.

Estudios contados

La Universidad Complutense de Madrid, la Autónoma de Madrid, Politécnica de Madrid, Carlos III, Pompeu Fabra, Universidad de Barcelona, Universidad Autónoma de Barcelona, Universidad de Navarra, Politécnica de Cataluña, Escuela Universitaria de Hostelería y Turismo de Sant Pol de Mar, IESE Business School y ESADE Business School son los centros españoles que destacan en este listado publicado este miércoles.


El exector de la Universidad de Alcalá, Fernando Galván, en una imagen de archivo junto al entonces presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González


Esta publicación analiza 46 especialidades, integradas en seis áreas: Artes y Humanidades, Ingeniería y Tecnología; Ciencias de la salud y Medicina, Ciencias Naturales, Ciencias Sociales y Administración. Lo que no dicen los rectores es que su sector imparte unos 2.500 grados distintos y que, en términos globales y pese a la buena nota de algunos estudios, la Universidad española está en el fondo de las clasificaciones o simplemente ni aparece en ellas.

Cara y sin resultados

En informes pasados de la OCDE, de la propia CRUE o del BBVA, irrumpen otros datos inquietantes sobre la auténtica naturaleza del sector universitario, resumidos de manera breve en una fuerte tendencia al ensimismamiento en la selección de profesores; en un coste de la docencia superior a la media de los países avanzados sobre el coste total de la enseñanza universitaria y en la falta de alumnos o el abandono en una parte muy elevada de estudios que, sin embargo, se siguen impartiendo. El coste de la estructura es especialmente llamativo dado que, sin embargo, la inversión en el estudiante ocupa el puesto 22 entre 28 de la Unión Europea, con apenas un poco más del 1% del PIB.

El resumen sería que, efectivamente, se invierte menos en educación universitaria en España que en otros países desde 2009, pero sobre todo se gasta antes en la administración del servicio que en el usuario.



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