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La izquierda, sumida en el caos, las luchas internas y los intereses personales

La huida de Carmena al PSOE y el documento de Bescansa contra Iglesias retratan a la izquierda española: sin criterio, dividida en familias y con la única aspiración de mantener sus cuotas.

La izquierda, sumida en el caos, las luchas internas y los intereses personales

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La vigente alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, podría haber sido la próxima candidata del PSOE para el mismo cargo que ocupa, sin haber ganado las Elecciones de 2015, gracias a un acuerdo precisamente con los socialistas. Desde un punto de vista comercial, no sería un movimiento torpe para ninguna de las dos partes al muy corto plazo: una de ellas se libraría de la carga de un equipo compuesto por incontables facciones, a cual más folclórica en un claro resumen de la insustancialidad de las llamadas confluencias; y la otra simplemente tendría un aspirante con capacidad de ganar.

Pero significa muchas más cosas, y todas ellas deplorables. De entrada, la disponibilidad aparente de Carmena a haber aceptado esa propuesta es una confesión sobre la naturaleza de su Gobierno: si su titular y máximo responsable se plantea huir de él, ¿cómo se va a sostener en adelante que el Ayuntamiento de Madrid no es el desastre que casi todo el mundo ve?

Si Carmena se ha planteado huir de su propio Gobierno, está confesando el desastre que casi todo el mundo ve

Que lo mejor que pueda decirse de Carmena es que ella no es culpable de lo que hace la mayoría de sus concejales, una amalgama de sectarios y antisistema indignos de una Administración pública tan relevante, lo dice en realidad todo también de ella: cuando se es el máximo responsable político de un Ayuntamiento, y de cualquier institución, resulta inaceptable la excusa de que son los subordinados, y no uno mismo, los culpables de tantos despropósitos.

Tampoco queda bien retratado el PSOE, especialmente si además no culmina el fichaje. Ha dejado en evidencia su falta de criterio, su ausencia de una estrategia sustentada en el trabajo y la propuesta política, su desconfianza en los recursos propios y la incongruencia que ha marcado su posición en estos tres años de legislatura en Madrid: de un lado respalda a un Gobierno de Ahora Madrid/Podemos; de otro lo considera un desastre y, por último, ha intentado incorporar a sus filas al primer responsable de todo ello.

Ni mareas ni confluencias: familias

La escena coincide con tantas otras que, lejos de convertir este episodio en un hecho aislado, lo incluye en uno más muy significativo del desnortamiento de la izquierda en España. Empezando por el de Podemos, un partido sumido en las luchas internas, los enfrentamientos, los ajustes de cuentas y la anarquía fruto de su fragmentación en un magma de mareas, marcas blancas y familias que sólo saben hablar de sí mismas y de sus intereses.

La filtración de un documento achacado a Carolina Bescansa, en el que propone una alianza a Iñigo Errejón para tomar la Comunidad de Madrid primero y después asaltar la dirección encabezada por Pablo Iglesias, resume ese fenómeno, tan previsible como recubierto de una insufrible retórica y de una aparatosa benevolencia mediática que han camuflado la auténtica realidad en Podemos y presentado como una demostración de "riqueza y pluralidad" lo que no era más que un ejercicio de nepotismo y ensimismamiento.

Si una de las fundadoras de Podemos reconoce que el partido carece de democracia, otro de sus estandartes baraja escapar a otras siglas y algunos más, como la portavoz actual en la Asamblea de Madrid, se retiran de las Primarias espantados por las imposiciones; la descomposición de un proyecto sustentado en el marketing y la televisión se antoja evidente.

Ni Sánchez ni Iglesias parecen tener otro objetivo que sobrevivir y sucederse a sí mismos, a cualquier precio y sin ningún criterio

Por parte del PSOE, la conclusión no es mucho mejor. Desde 2015, Ferraz y más especialmente Pedro Sánchez han practicado la subordinación de toda lógica y proyecto a la supervivencia, para lo cual no ha dudado en vincular decisiones que debían estar sustentadas en el criterio y el programa al mero mantenimiento de un poder artificial.

Los pactos en Castilla-la Mancha o en Madrid; la actitud del PSC en Cataluña; el coqueteo con partidos independentistas o los acuerdos antagónicos con Podemos y Ciudadanos mientras se vejaba alternativamente a ambos según el día; reflejan una falta de proyecto inquietante y perfilan a un Sánchez inane sin otro objetivo que sucederse eternamente a sí mismo con independencia del daño que le procure a unas siglas históricas.

Los males de la izquierda

La intentona con Carmena es el corolario de todos los males de una izquierda española que oscila entre la marginalidad, el bochorno y la frivolidad, de la que el ciudadano medio parece haber tomado nota: del empate técnico que logró con el centro-derecha en 2015, ese bloque pierde ahora por cinco puntos frente a otro hipotético de PP y Ciudadanos. Una diferencia abrumadora, traducida a diputados en el Congreso, que de no ser por el enfrentamiento encarnizado entre populares y naranjas seguramente seguiría subiendo.