El odio a España y sus símbolos
Un viaje por los símbolos que más detestan los antisistema, con una explicación histórica de cada uno de ellos y de las razones que producen ese rechazo insólito en Europa.
En los últimos años estamos viviendo una auténtica vorágine de odio a los símbolos nacionales. No son casos aislados sino que cada vez está más extendido este aborrecimiento a todo lo patrio. Pero la razón de este problema tiene varios factores, uno de ellos quizás es la ignorancia al considerar los símbolos nacionales de origen franquista, sin saber que, tanto la bandera rojigualda como el himno, son de etapas anteriores a Franco.
Pero el caso es que lo asocian directamente al fascismo así que es importante distanciarse de la derecha con este tema y con muchos otros, claro. Pero, ¿cuáles son los motivos por los que esta gente siente un profundo rechazo hacia los símbolos de nuestro país y cuál es el origen de tanto odio? Vamos a analizarlo.
La izquierda más radical e incluso ese ala acomplejada del PSOE, de la que más tarde hablaré, siempre ha considerado los símbolos nacionales como un elemento más del fascismo, prefiriendo ondear la tricolor o entonar la internacional. Pero vamos a ir por partes, ya que el odio a España también se puede dividir en varios apartados y vamos a comenzar con el primero.
Odio a la bandera
La bandera de España siempre ha sido motivo de rechazo para cierta parte de la izquierda. Aunque hay muchos países donde siempre existe un sector de la población que rechaza su bandera, en España, aquellos que lo hacen tienen un gran altavoz en los medios de comunicación y hace que esto parezca un hecho generalizado. En España llevar una camiseta con la bandera del Reino Unido o de EEUU es cool y moderno y vestir una con la bandera de España es de fachas, eso sí, parece que sí está permitido portar la simbología de nacional en los mundiales y las Eurocopas. Cuando pasen estos eventos, si sigues llevándolos serás un siervo y nostálgico del tercer Reich, por lo menos.
Esto es algo comprensible en una parte de los independentistas que queman, pisotean y escupen la bandera española. Ellos tienen un motivo. Pero los que dicen no ser separatistas lo tienen más difícil de explicar. Por ejemplo, todos recordamos la guerra de banderas en el Ayuntamiento de Barcelona durante las fiestas de la Mercé de 2015, cuando varios concejales de ERC colocaron una bandera estelada en el balcón y los del PP contratacaron colgando una de España.
La reacción de la alcaldesa Ada Colau (que votó Sí en la consulta del 9N de 2014), fue de total pasividad mientras reía ante la situación, pero la del primer teniente alcalde, el argentino Gerardo Pisarello, fue la de intentar retirar la bandera constitucional.
Pablo Iglesias también ha manifestado en numerosas ocasiones que a él no le gustan las banderas en general para justificar su odio a la española pero lo cierto es que cuando se trata de la bandera de la Unión Soviética o la bandera Gay, la cosa cambia, sin hablar de la bandera de Venezuela, la cual estoy convencido de que la tiene de cabecera en su cama. Todos sabemos que Pablo no es de banderas, pero si tuviera que elegir una, elegiría la estelada:
Lo más importante es romper España, estar a favor de todo el que quiere disgregarla, eso es lo progre. Y no podemos olvidar a Jordi Évole cuando pidió que se dejaran en paz a los niños porque a TVE se le ocurrió colocar una bandera de España como mosca el día que se celebraba la Fiesta Nacional, enmudeciendo, en cambio, con imágenes como ésta:
Respecto a la bandera hay tanta falsedad como ignorancia, ya que hay partidos que piden que sacar la bandera del “águila” sea considerado un delito de apología al franquismo, y realmente no es más que otro ejercicio de ignorancia y de odio a nuestro país. Acabemos de una vez por todas con esta falacia.
El águila de la bandera del franquismo no es ni propiedad del franquismo, ni del fascismo ni preconstitucional ni anticonstitucional. De hecho no existe una bandera del águila, existe un escudo del águila. La bandera de España es la rojigualda y esta nació en 1785 y es la bandera oficial desde 1843, a excepción del periodo de la segunda república cuando la ultima franja fue modificada por el morado. El escudo del águila de San Juan ya fue impuesto por los Reyes Católicos y representa al evangelista San Juan, y realmente este escudo estuvo vigente desde el inicio de la dictadura hasta 1981 cuando se cambió a raíz de una ley, no de la Constitución, ya que la Constitución habla en todo momento de los colores de la bandera, no del escudo.
Y la única razón de su retirada fue porque España se había convertido en un estado aconfesional y los símbolos nacionales no podían contener simbología religiosa y el águila de San Juan lo era. Por tanto la famosa bandera del águila no es preconstitucional porque estuvo vigente hasta 1981 (tres años después de la aprobación de la Constitución), ni anticonstitucional porque la Carta Magna no habla de escudos y porque en la edición original de la Constitución aparece este águila. Otra cosa es que la bandera con este escudo sea usada por fascistas y franquistas pero realmente con la ley en la mano no se puede hacer nada porque ese escudo no contraviene ninguna ley.
Pitadas e insultos al rey
Algo muy normal en el independentismo y que la izquierda defiende como libertad de expresión y yo realmente también. El problema viene cuando esa libertad de expresión que defiende la izquierda solo es para aquellas cosas que a ellos les interesa. Por ejemplo, los insultos a Carmena en un chat privado de la policía, para la izquierda no era libertad de expresión y había que procesar a los agentes pero insultar al Rey en una canción o desear que mutilen a Cospedal, como el famoso rapero Valtonyc, sí es libertad de expresión.
Hace poco Izquierda Unida ha pedido que se despenalice el delito de injurias al Rey o el enaltecimiento del terrorismo para garantizar la libertad de expresión pero a la vez sostienen que sea considerado delito enaltecer el franquismo. Mi opinión personal es que ambas cosas deberían ser libertad de expresión pero la izquierda solo quiere esa libertad para los afines a su ideología y quieren que sea gratis insultar al rey y que esté penado injuriar a alguno de los suyos.
Leyenda negra
Llegamos a mi punto favorito, el 12 de octubre, el día de la fiesta nacional tan odiado por toda la progresía que cada año promueve en Twitter el hashtag “nada que celebrar” para recordar ese supuesto genocidio de los colonos españoles en América. Lo más llamativo de esto es que no solo participan los acólitos del movimiento sino también políticos electos, como el caso de Kichi que, para más inri, es profesor de historia, o de Ada Colau, la que no fue capaz de acabar la carrera pero aún así se fue de Erasmus y se echó una novia italiana.
El caso es que es muy típico de la izquierda juzgar con argumentos del presente acontecimientos de hace 500 años y realmente es la progresía de España y las zonas más rurales y menos alfabetizadas de ciertos países latinoamericanos los únicos que aún creen en la leyenda negra creada por los enemigos del imperio español que, según muchos historiadores, tuvo su origen en el religioso Bartolomé de las Casas quien, tras pasar una temporada en el nuevo mundo en uno de los viajes de Colón se dedicó a escribir sobre las supuestas masacres y abusos cometidos por los conquistadores.
Nunca fue probado nada de lo que afirmó pero sus textos y los de otros fueron aprovechados por los enemigos del imperio para desacreditar y echar pestes sobre nuestro país y forjar así la llamada leyenda negra. Por supuesto que se cometerían tropelías y crímenes injustificables aunque no menos que las de los habitantes autóctonos que mataban cada año a miles de personas en rituales y sacrificios humanos.
Los colonos españoles contribuyeron a civilizar el nuevo mundo y a convertir a los indígenas en ciudadanos de pleno derecho como demuestran las pioneras leyes indigenistas de protección aprobadas por Isabel la Católica. Se obvia que fue el imperio español el que pocas décadas después de la conquista construyó las primeras universidades en América y comenzó la alfabetización de la población. Todo eso se ignora porque es más importante esparcir mierda sobre nuestro país, mierda sin ningún fundamento histórico, que solo creen ya cuatro paletos pero que cuela perfectamente entre la población más sectaria.
Antimilitarismo
El Ejército es una enseña muy llamativa de la simbología nacional y, como tal, es odiado por la izquierda progre de nuestro país. Son profundamente antimilitaristas pero solo antimilitaristas con el ejército de España. Podemos ver cómo varios de los que son dirigentes hoy de Podemos o IU alaban o alababan a los presidentes de Venezuela o Cuba. Uno, Chávez, militar y el otro, Fidel Castro, también.
Hace apenas dos años, pudimos ver cómo Ada Colau tenía un encontronazo con las Fuerzas Armadas presentes en el salón de la enseñanza de Barcelona, donde el ejército siempre ha tenido un stand para informar sobre las elecciones de estudio a los jóvenes. La alcaldesa que, cómo era de esperar, no tiene ni idea del funcionamiento del ejército ni de las labores de este, poco menos que les invitó a irse del lugar.
Ya que para la mente de Colau y de otras muchas personas, el ejército solo se dedica a pegar tiros cuando la realidad es que eso es lo que menos hacen. El ejército es el encargado de las misiones de paz, por ejemplo, o de ayudar a países que acaban de sufrir una catástrofe (terremotos, huracanes, etc). También son los encargados de apoyar en la extinción de incendios o prestar ayuda humanitaria. También disponen de divisiones médicas para la atención de heridos en misiones de guerra y paz.
Como vemos, es un larguísimo etcétera que Colau y gente como ella reducen a pegar tiros como hacía Fidel Castro durante la revolución. Todo forma parte del odio a España. Ya que el ejército es el encargado de salvaguardar la integridad territorial de España y eso no se puede consentir. Y lo más importante: que su jefe directo es el Rey de España y, para nuestra querida izquierda, sería inviable guardar lealtad a un cuerpo que depende directamente del monarca.
La defensa del castellano y la independencia
Por supuesto hay que defender cualquier lengua antes que el castellano. Defienden a capa y espada la inmersión lingüística en Cataluña y la celebración de referéndum de autodeterminación, no porque sean independentistas sino porque es importante situarse en el bando contrario de los que de defienden la unidad de España y el cumplimiento de la Constitución. Saben de sobra que un referéndum tanto pactado como no, es ilegal e inconstitucional pero lo presentan como la garantía de salvación para un problema territorial mucho más complejo, ¿por qué? Porque lo más importante es romper la nación española por la que sienten un profundo odio.
Ya lo vimos con el reciente himno que Marta Sánchez cantó hace poco. Mientras unos se sintieron orgullosos, otros como el acomplejado Partido Socialista o Podemos dijeron que no era necesario, es más, algunos dijeron que ponerle letra al himno no iba a solucionar los problemas de España y la falta de alimentos en las neveras de los españoles. Se ve que decir “portavozas” o cambiar el nombre del Congreso de los Diputados hace que brote la cesta del mes en los frigoríficos de la gente. Pero bueno, ya sabemos que para Pablo Iglesias, por ejemplo, el himno de España es una cutre pachanga fachosa y que él prefiere cantar la internacional comunista con una bandera de la Unión Soviética.
Pero, ¿qué es realmente ser patriota? ¿Enseñar la bandera por todos lados y cantar el himno nacional?, ¿defender los servicios públicos como dice Pablo Iglesias o Wyoming? Pues ni una cosa ni la otra. Ser patriota es sentir orgullo por tu país, por su historia, por su gente, por su cultura.
¿Un ultraliberal que está en contra de los servicios públicos no es un patriota? Puede serlo, puede estar orgulloso de todo eso que he dicho y únicamente estar en contra del gobierno de turno y su política de impuestos. Ser patriota no es pagar impuestos como dice esta izquierda.
Al igual que ser patriota tampoco es exclusivamente lucir los colores de tu país si no va aparejado a conocer aquello por lo que te sientes orgulloso. Es absurdo sentir orgullo por una bandera pues se supone que ésta representa algo.
A modo de conclusión
En definitiva, gran parte de la izquierda siempre ha sentido un profundo complejo con este tema y para justificarlo consideran que la derecha se ha apropiado de los símbolos nacionales cuando realmente no es apropiación sino identificación, como hace la mayoría de países de nuestro entorno, como Alemania o Francia donde Le Pen, Mélenchon o Macron podrán tener mil diferencias pero siempre estarán unidos bajo la bandera y el himno de su país porque representan la nación por la que sienten un profundo orgullo. Pero eso en España es imposible que ocurra ya que le sectarismo inunda todos los rincones de la política española.