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El adiós de Cifuentes, una historia de errores y de cacerías crueles

Cifuentes ha dimitido, pero sin asumir los hechos, considerándolos falsos y atribuyendo su caída a una oscura cacería. La opinión pública se merece una única explicación completa y cierta.

El adiós de Cifuentes, una historia de errores y de cacerías crueles

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Cristina Cifuentes ha dimitido tras un calvario público de más de un mes a cuento de su polémico máster, rematado por la difusión de un terrible vídeo de hace siete años donde aparece grabada mientras parecía ser sorprendida hurtando dos botes de crema en un hipermercado.

Pero la ya expresidenta no se ha marchado reconociendo los hechos, disculpándose por ellos y explicando las circunstancias exactas de ambos episodios, buscando con ello un perdón de la opinión pública, que suele ser indulgente con cualquier ser humano que confiesa errores tan graves y asume el precio adecuado por ello.

Conocidos los efectos, es necesario que no haya dudas en las causas: Cifuentes se ha ido diciendo que la perseguían corruptos

Al contrario, Cifuentes se despidió negándolo todo y achacando su sino a una conspiración en su contra motivada, a su vez, por su compromiso personal contra la corrupción que, paradójicamente, intenta frenar concediéndole lo que supuestamente se buscaría, su cabeza.

Pero estas explicaciones, que mantienen la teoría de que nada es del todo falso pero tampoco del todo cierto, han sido ignoradas una vez presentada la baja, como si con eso valiera para que todos se quedaran satisfechos con los efectos pero a nadie le importaran las causas.

Todos satisfechos

Así, el PP mantiene el Gobierno de la Comunidad de Madrid, en unas condiciones de endeblez extrema; Ciudadanos se cobra la pieza en su estrategia regeneradora sin aupar a su vez a la izquierda; el PSOE ha ganado empaque sin tener que asumir una responsabilidad que los electores no le habían concedido y, finalmente, Podemos consigue alimentar su causa general contra el PP presentándolo como una mafia "a la que hay que echar" como sea.

Sin embargo, las razones sí importan, la verdad es relevante y no puede quedar ninguna duda sobre lo que ha pasado. Que sólo puede ser una de las dos siguientes opciones: o Cifuentes se ha marchado mintiendo sobre sus mentiras previas o, efectivamente, hay sentinas activas capaces de desestabilizar una institución tan relevante como la Comunidad de Madrid.

Queda la sensación de que, si los hechos son reales, también lo es la cruel cacería con un perverso fin político

Lo que no puede quedar es la sensación de que la presidenta autonómica es presa de una cacería exitosa o, sensu contrario, le hurta a los ciudadanos una explicación completa de los hechos. Porque la última posibilidad es que ambas cuestiones sean ciertas y que, en consecuencia, tan reales son los hechos cometidos por Cifuentes como la utilización perversa de los mismos con un inquietante fin político y una crueldad impropia.

Faltan respuestas

No basta pues con dimitir, y a ninguno de los actores de este lamentable episodio debe valerles. Hay que entregar a la opinión pública, por respeto e higiene democrática, una explicación veraz, completa, incontrovertible del paso de Cifuentes por la Puerta del Sol que aclare, sin margen a la duda, si es culpable de pecados aumentados por sus mentiras y a la dimisión debe añadirle una disculpa o, por contra, víctima de una trama repugnante con olor a cloaca. O las dos cosas a la vez.

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