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García Escudero y Garrido, dos dirigentes sensatos para tranquilizar al PP

La vuelta de Escudero y la confirmación de Garrido ponen un cierto bálsamo a un PP afectado por demasiados escándalos y le da una oportunidad de recuperar la autoestima, pese a todo.

García Escudero y Garrido, dos dirigentes sensatos para tranquilizar al PP

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El PP ha despejado dos de las tres incógnitas pendientes desde la traumática dimisión de Cristina Cifuentes, cuya salida ha obligado a su partido a plantearse preguntas que, hace sólo unas semanas, hubiesen resultado ociosas.

Pero lo cierto es que la marcha de Cifuentes, en una tormenta política cuyas consecuencias aún son difíciles de calibrar, ha obligado a los populares a adoptar decisiones que no estaban en el guión. La continuidad de Ángel Garrido al frente de la Comunidad de Madrid parecía cantada, pero la cierta demora en anunciarlo denota la aguda preocupación en Génova, que no puede permitirse ya ni un resbalón más en su más relevante feudo, ahora en discusión.

El PP está tocado en Madrid con tantos escándalos, pero su gestión ha sido de las mejores de España

Garrido ha desarrollado toda su carrera en Madrid, conviviendo con los tres grandes referentes del PP desde los años 90 -Gallardón, Aguirre y Cifuentes- y dejando un poso de seriedad, conocimientos y experiencia que parece el más adecuado para culminar una legislatura compleja para el PP pero positiva para la Comunidad: su presidencia provisional difícilmente dejará paso a una candidatura formal con él al frente, pero tranquiliza la situación y confiere estabilidad a un Gobierno autonómico que no necesita más cambios.

La 'sorpresa'

La gran sorpresa ha sido la elección de Pío García Escudero como presidente del PP madrileño. Pese a ser seguramente el dirigente con más autoridad en su partido, el presidente del Senado no había aparecido en las quinielas, lo que probablemente sugiere que ha aceptado el encargo más por respeto al criterio de Rajoy que por deseo personal.

Pero lo cierto es que la política madrileña recupera a quien ya fuera presidente de los populares en los 90, justo en el despegue electoral de una formación que, desde entonces, ha dominado con contundencia todas las citas electorales autonómicas y locales. La ascendencia de García Escudero, arquitecto de formación y amigo personal tanto de Aznar cuanto de Rajoy, es tan incuestionable como calmante para unas bases deprimidas y despistadas.

Escudero es una autoridad del Estado que da credibilidad a su partido; Garrido un político serio y eficaz

Que una autoridad del Estado se convierta en un actor de la política madrileña es una buena noticia extra, en el sentido de que eleva el listón y adecenta un debate habitualmente envilecido e irrespirable para el ciudadano: en el caso de Madrid, a los pavorosos escándalos registrados, se le ha añadido un clima bélico que no hace justicia a la realidad socioeconómica madrileña y convierte el debate entre rivales en un ring con pocas reglas nada edificante.

La última incógnita

Al PP le queda despejar las grandes cuestiones y anunciar quiénes serán sus candidatos en la Puerta del Sol y en Cibeles, algo que no debería demorarse mucho si los aspirantes quieren tener tiempo para ser conocidos por lo que proponen y no herederos de lo peor de sus predecesores.

Mientras, la elección de García Escudero y Garrido, que pone a Génova al frente de la maquinaria, es un acierto que empieza a enderezar la zozobra de demasiados años de sobresaltos, bochornos y zancadillas, perfectamente compatibles con una gestión puntera que ha hecho de la Comunidad de Madrid un referente incontestable en materia de empleo, crecimiento y aportación al PIB nacional.

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