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Javier Rodríguez

Las cuatro razones que le llevan a Rivera a señalar con el dedo a Rajoy

Rajoy y Rivera han firmado importantes acuerdos para España, pero su relación es más tensa que nunca. Cataluña es el catalizador de todo y éstas son las razones de su enfrentamiento.

Las cuatro razones que le llevan a Rivera a señalar con el dedo a Rajoy

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Rivera y Rajoy mantienen una relación tensa pese a que en lo importante han logrado acuerdos cruciales para la investidura, la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado en 2017 y la aplicación del artículo 155 de la Constitución en Cataluña. La previsible designación de Quim Torra como presidente de la Generalitat ha agudizado el enfrentamiento.

Esto último, precisamente, ha provocado la enésima enganchada entre ambos partidos, con una novedad: a la habitual dureza de Rivera hacia Rajoy en distintos asuntos y debates, se le ha sumado la agria réplica el presidente del Gobierno, en un clima de hostilidad recíproca que ha culminado con el amago de retirada del apoyo de Ciudadanos al PP en la aplicación del 155, en una versión que a juicio de los naranjas es débil e insuficiente y que tiene que renovarse ya con más dureza. ¿Cuáles son las razones de fondo que hay en esta nueva crisis?


El 155 tiene los días contados


En principio, retirar el respaldo no tiene grandes consecuencias: para empezar ya está aprobado y es ejecutivo, no necesita pues de apoyos renovados ni a Ciudadanos se le ocurriría retirarlo. Y para terminar, en unos días habrá presidente en Cataluña y el 155 desaparecerá probablemente muy poco tiempo después. Rivera se aparta del Gobierno, en esto, cuando ya no le hace falta a nadie ese plácet, con una intención: preparar el camino para el siguiente 155, necesariamente más contundente si el desafío de Puigdemont, a través de Quim Torra, no decae.


Preparar el terreno a unas elecciones... catalanas


El mensaje constitucional es de Ciudadanos en Cataluña: todo el que no quiere secesión, mira a Arrimadas, que crece y crece a costa del PP y del PSC. Rivera lo sabe. Y sabe también que ese mensaje gusta mucho en España: la patrimonialización sentimental de la defensa de constitucional del país ha sido, sin duda, una de las claves del crecimiento de C's, aunque al principio era reticente al 155. El PP, en esto, se ha dejado robar un poco la cartera, pero Rivera ha estado muy listo. Si nada cambia, aunque haya ahora un president investido, Puigdemont intentará provocar nuevas elecciones a corto plazo y C's quiere estar preparado. Presentar como un 'blando' a Rajoy en este asunto es, pues, de lo más rentable dentro y fuera de Cataluña.



El sorpasso


Rivera no tiene nada personal contra Rajoy e, incluso, es consciente de sus virtudes y del difícil momento que le ha tocado gestionar. Pero sabe también que la combinación de crisis, corrupción y desafío catalán le da un potencial a una formación nueva, sin pasado ni peajes. Adelantar al PP es una posibilidad, ni sencilla ni imposible, y señalar al presidente actual una manera de intentarlo estratégicamente lógica: lo nuevo frente a lo viejo, sin más. Puede ser duro, pero en política es lo habitual. Hay un matiz del que Ciudadanos es consciente: muchos votos pueden no servir de nada, pues en las circunscripciones provinciales los escaños se juegan con márgenes estrechos y en algunas de ellas el partido naranja no está igual de asentado que en las grandes Comunidades. Teruel, Cuenca, Guadalajara, La Rioja... puede darse el caso, por ejemplo, de que con menos votos totales el PSOE sacara más diputados que Ciudadanos. Eso les obliga a apretar aún más a todos.


La convicción en el basta ya


Rivera está dispuesto a (casi) todo en Cataluña. Y no sólo porque las urnas han premiado esa actitud, en la que estaba también el PP catalán pero no así Génova. Además, se lo cree. Es de allí, su familia ha sufrido en persona el acoso secesionista y tiene claro que el nacionalismo no retrocede y, si acepta treguas, son pasajeras y tácticas. Su empecinamiento en tomar el control de la educación y TV·3 obedece a eso y es acertado. En realidad, Rajoy también lo tiene, pero desde el Gobierno no es tan sencillo de imponer con sólo 137 diputados: es fundamental que el PSOE se sume. Y hasta ahora, en esto en concreto, no ha estado por la labor.