PGE: gran éxito de Rajoy, altura de Rivera y mala noticia para el nacionalismo
La aprobación de los Presupuestos permitirá al Gobierno acabar la legislatura y a España medirse mejor al desafío nacionalista y a los retos pendientes de la crisis económica.
La aprobación de los Presupuestos Generales del Estado para 2018 es un indudable éxito para Rajoy que, en un contexto infernal, ha vuelto a concitar los suficientes apoyos como para aprobar la piedra angular de la acción de un Gobierno sin la cual hubiese tenido que convocar Elecciones Generales.
Probablemente eso es lo que precisamente buscaba Quim Torra al retrasar la composición de su propio Govern: prolongar el 155 y obligar al PNV a dejar plantado a Rajoy, algo que no hizo por razones estrictamente económicas que reafirman al partido nacionalista como una maquinaria de lograr el mayor rédito con el menor esfuerzo: más allá de la tediosa retórica nacionalista, el PNV hace negocios y sus intereses desbordan los principios que pudiera tener.
Rajoy desmonta la caricatura aislacionista que sus rivales dibujan, ganándose agotar la legislatura
Y a pesar de la tensión del PP contra Ciudadanos, más fruto de los cálculos electorales que de las diferencias políticas, el partido de Rivera ha vuelto a tener una posición de Estado como ya la tuviera en los presupuestos del año pasado, con el 155 o en la propia investidura de Rajoy: de haberse negado a negociar y pactar los PGE, que contienen medidas 'naranjas' muy reconocibles, los españoles hubieran vuelto a las urnas coincidiendo con el mayor pico de votos para C's según todos los sondeos.
El pacto
Más allá de las tiranteces políticas y personales entre PP y C's, su entendimiento es alto y sus acuerdos están siendo cruciales para mantener la estabilidad en España: quizá la crispación sea inevitable entre competidores electorales, pero la necesidad de que se entiendan ha sido y será decisiva en el futuro en todos los órdenes.
Con respecto al presidente, su éxito es evidente en el peor de los paisajes: con una minoría parlamentaria y en pleno vendaval nacionalista, ha vuelto a desmontar la caricatura aislacionista y poco dialogante que sus rivales dibujan sobre él, pactando de nuevo con grupos distintos y ganándose agotar la legislatura. Con unas cuentas además inversoras que sólo son posibles por el acierto previo en materia de contención del déficit y de crecimiento fiscal.
Rivera ha pactado con Rajoy todo lo importante para España: no se entiende tanta crispación contra él
Se puede y debe discutir cómo se ha alcanzado ese crecimiento y a qué se va a dedicar -lo suyo sería hacerlo a la economía productiva y no a la Administración Pública-, pero es indiscutible la solvencia de Rajoy como impulsor de pactos y promotor de avances económicos en una España que hace nada chapoteaba hasta casi ahogarse en el descrédito financiero internacional y la bancarrota.
Completar la legislatura también es decisivo, además, para el conflicto con el soberanismo catalán, cuyas tácticas de mantener la tensión recurriendo a incesantes trampas políticas ha llegado al final del camino: o Torra conforma ya un Govern viable, con políticos capaces de ejercer sus funciones de manera razonable, o el 155 se reeditará y probablemente los catalanes deban volver a las urnas, hastiados, a corto o medio plazo.
¿Y la izquierda?
Un último apunte merece la izquierda. El PSOE ha perdido una oportunidad más de sumarse a un consenso clave e introducir en los PGE su sello particular, situándose en el lado incorrecto del arco parlamentario, junto a Podemos y los partidos de la izquierda secesionista: un error táctico y conceptual de Sánchez y la confirmación de que Pablo Iglesias está más centrado en la blanquear con sus militantes la cínica adquisición de un chalet en la Sierra que en hacer algo útil con sus diputados.