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Una Policía para el siglo XXI: el modelo operativo

El responsable de la plataforma 'Una Policía para el siglo XXI' prosigue la serie que analiza cómo está organizada la Policía y cómo debería estarlo, con datos y cifras sorprendentes.

Una Policía para el siglo XXI: el modelo operativo

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Por Samuel Vázquez (*)


La estadística mató a la policía”, esa es la frase clave para entender todo nuestro modelo operativo. Una carrera desenfrenada por hacer números que luego el poder político pueda vender y que llene de medallas a sus mandos, todos escogidos a dedo.

Una carrera desenfrenada que convierte una profesión eminentemente humana en una cadena de montaje para utilizarla con fines de vileza política y no de servicio al ciudadano.

El ex director general de la policía Juan Cotino, que no sabía nada de esta profesión cuando le pusieron al frente de 60.000 agentes armados, implementó además de un modelo de respuesta policial basado en la proximidad justo en el momento en el que la delincuencia empezaba a ser global y los grandes grupos criminales despegaban, un método de valoración de méritos que vino a denominar dirección por objetivos y supuso el cobro de productividad en función de la estadística.

Cuando más falta hace actividad policial es cuando menos policías hay. Todos los servicios policiales, o al menos la mayoría, deben cubrir 24h/356d

Esta es la decisión política que más daño ha hecho a la seguridad de los ciudadanos en las últimas décadas, y todavía no nos hemos librado de ella.

Como en Vietnam

Cuando los americanos pierden la Guerra de Vietnam comienzan a hacerse preguntas: ¿Cómo es posible que el ejército más poderoso que ha conocido la humanidad sucumba ante unos malnutridos habitantes de la selva que utilizan armas desfasadas abandonadas por los soviéticos?

Y llegan a una respuesta: los mandos de gestión tienen el mismo poder que los operativos, la mayoría de veces incluso más, así que había demasiada gente tomando decisiones operativas de combate, que no había entrado nunca en combate.

Esto supuso una reorganización total del ejército, que también llegó a los cuerpos policiales, unidos allí por una relación muy estrecha. Los mandos operativos debían tomar las decisiones, incluso si jerárquicamente eran inferiores a los de gestión.


De ahí surge el desarrollo de la carrera horizontal de las policías americanas que supone que cuando un detective de homicidios llega a la escena de un crimen, tiene el control total de la situación, y ningún mando superior puede contradecir una orden suya; además su sueldo se parece mucho al de sus superiores. La excelencia hay que pagarla.

Esta transformación hace descender la criminalidad en algunas ciudades de EE.UU de manera radical en apenas una década. Como ya dijimos en el artículo anterior, en España 9 de cada 10 mandos policiales son gestores, muchos no se han montado en un coche de policía en su vida.

Esto implica, como ya explicamos, que la mayoría no pisen la calle y por lo tanto necesiten de estúpidas hojas de cálculo para juzgar y medir a unos policías que no conocen. En esos partes de trabajo no se valoran como puentes para ascender o especializarse las detenciones penales, las intervenciones armadas, los auxilios humanitarios, etc. como se hace en USA, y se abandona todo a comprobar quien hace más identificaciones y actas de droga (pequeñas incautaciones que no constituyen delito pero sí llevan aparejada una multa).

Y mientras dedicamos a miles de policías en las grandes ciudades a esos menesteres un Comisario que se sale de lo común en este modelo policial: Luís Esteban, lucha con falta de efectivos humanos y medios en el Campo de Gibraltar contra las mafias de la droga y toda su violencia.

Policías por habitante

Sólo les daré un dato: la Comunidad de Madrid tiene 7,4 policías por cada 1000 habitantes debido a las duplicidades competenciales y el destino de cientos de agentes a labores no policiales. Nueva York tiene 2,4. La media de la UE son 3,6, y mientras esto sucede hay zonas de España con una carencia de efectivos alarmante.

El modelo operativo tiene otra falla importante que tiene un impacto directo en el buen vivir de los gerifaltes policiales y también en la inseguridad de los ciudadanos:

En nuestro país la inmensa mayoría de mandos y brigadas funcionan en horario de oficina, deshonrando el lema de que la policía trabaja 24 horas/365 días al año.

Así, si usted visita una comisaria media un lunes a las diez de la mañana la verá repleta en todos sus despachos y pasillos, a pesar de que delincuencialmente hablando, es una franja con muy poca incidencia criminal.


Madrid tiene 7,4 policías por cada 1000 habitantes por las duplicidades. Nueva York tiene 2,4. La media de la UE 3,6


Sin embargo, en lo que en otras latitudes se denomina horarios de impacto, por ejemplo un viernes o un sábado de noche, siempre trabajan los mismos, la mayoría policías de la calle de las escalas más bajas, junto a personal de seguridad, sala 091 y Oficina de Denuncias y Atención al Ciudadano. Si tienes suerte a lo mejor supervisados por un inspector, que no siempre… mientras toda la plana mayor de la dependencia duerme.

No tiene sentido, cuando más falta hace actividad policial es cuando menos policías hay. Todos los servicios policiales, o al menos la mayoría, deben cubrir 24h/356d, si acaso exceptuando los puestos de secretaría… que, por otra parte, no deberían estar cubiertos por policías.

Los delincuentes no trabajan en horario de oficina, ¿por qué la inmensa mayoría de jefes policiales sí? Las claves pasan por reformas operativas internas que nos lleven a un modelo del S.XXI.

Desde esta plataforma defenderemos en la Comisión del Congreso para un modelo policíal del S.XXI que la Seguridad Ciudadana debe estar basada en la prevención y la reacción, es decir, en ser visibles para los ciudadanos y estar preparados para responder ante el hecho delictivo de una manera ágil y eficaz.

Una organización distinta

Y en eso deben ocupar el 90 de su tiempo los policías de la calle, más allá de que en momento puntual puedan distraerse realizando una identificación o un acta de incautación de droga a un chaval que fuma en un parque.

Lo que los malos jefes denominan: “dar vueltas sin hacer nada”, es en realidad trabajo policial: estar presentes, visibles… evitar.

El Campo de Gibraltar sólo es la sirena que da la voz de alarma, a ver si nuestros políticos hacen una apuesta real por un cambio de modelo

Las identificaciones deben ser un método preventivo para espantar a quien pudiera estar a punto de cometer un ilícito o para tenerlo identificado en el caso de que eso sucediera, no una carrera para rellenar un parte e intentar encontrar una pequeña chusta de hachís. También tienen un gran poder a nivel de información cuando están bien orientadas.

La investigación debe partir de la base de que no puede tener horarios fijos, y mucho menos de oficina, además de que es una actividad especializada a la que sólo deberían llegar policías con experiencia operativa sumada a la académica para cada área concreta.

El único modelo de investigación válido es el de los grupos centrales de Policía Nacional y Guardia Civil, que debería extenderse a todas las dependencias con el correspondiente impacto en el sueldo por la disponibilidad horaria. El mismo impacto que en los policías de Seguridad Ciudadana deberían tener por complementos de peligrosidad y penosidad.

¿Apuesta o paripé?

Quien tenga pensado gobernar en la próxima década debe saber que en España los índices de delincuencia aceptables hasta ahora se van a disparar si no viramos pronto la nave, igual que ha sucedido en Francia, Reino Unido o Bélgica cogiéndoles desprevenidos y sin capacidad de reacción.

El Campo de Gibraltar sólo es la sirena que da la voz de alarma, a ver si nuestros políticos convierten la antes citada comisión en una apuesta real por un cambio de modelo y escuchan los que saben, y no a los laureados de siempre. O si por el contrario vamos sólo a interpretar un paripé político de hacer como que nos importa...

Nuestro modelo no está preparado para el nuevo tiempo delincuencial que está a punto de llegar, podemos empezar ya a hacer cosas, o esperar como siempre a que todo nos estalle en la cara antes de reaccionar.



(*) Samuel Vázquez  es el Coordinador General de la plataforma 'Una Policía para el siglo XXI' y articulista fijo de este diario.

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