Pedro Sánchez es un peligro público capaz de todo para lograr el poder
El líder del PSOE no impulsa una moción de censura, sino un asalto al poder en el que prescinde incluso de la opinión de los españoles y supone su entrega al independentismo más rancio.
Si de verdad Pedro Sánchez estuviera convencido de que sus intereses coinciden con los de los españoles, forzaría inmediatas Elecciones Generales de una manera bien sencilla: impulsando una moción de censura, probablemente con Ciudadanos y Podemos respaldándola, con un único punto del día. Designar a un presidente independiente para convocar a los españoles a las urnas en el menor tiempo posible.
Seguramente no es la mejor opción tampoco, pues España necesita estabilidad para responder con solvencia al desafío catalán y para superar una crisis que dista mucho de estar enterrada; pero sería legítimo si se piensa, como Albert Rivera y Ciudadanos, que la corrupción tiene más agotados a los españoles que el reiterado paso por las urnas: se entrega a ellos la decisión, que es lo normal en una democracia, por mucho que recurrir a ello por tercera vez desde finales desde 2015, en pleno desafío soberanista y con la crisis aún golpeando, sea cuando menos discutible.
Si Sánchez creyera que los ciudadanos tienen los mismos intereses que él, forzaría elecciones. Pero sabe que no le quieren a él
Pero el líder del PSOE sabe perfectamente que los ciudadanos no le quieren en La Moncloa, como demuestran los dos intentos encabezados por él para lograrlo, ambos saldados con sendas derrotas históricas en sus siglas. Y sabe también, del mismo modo, que el único modo de acceder a la presidencia del Gobierno en asaltándola de la mano de los mismos partidos políticos y dirigentes que llevan años dedicados a destruir la Constitución.
Nada de esto es opinable, pues la aritmética parlamentaria es la que es, toda vez que Rivera ya ha anunciado que no respaldará a Sánchez si su plan es gobernar, por tiempo indeterminado, y no disolver las Cámaras para pasar por las urnas. Y ésa es, precisamente, la intención del irresponsable dirigente socialista.
Segunda intentona
Que no es más que la continuación de lo que ya intentó tras ser derrotado por Rajoy dos veces en pocos meses, tras paralizar durante un año el país por su insólita contumacia en contradecir el designio de los votos y llegar a un puesto que no era suyo.
Por mucho que el PSOE se empeñe en vender la idea de que Sánchez es coherente, y que por eso en el pasado dimitió, la realidad es justo la opuesta: hace unos meses se tuvo que marchar tras intentar pactar con los nacionalistas y encontrar la oposición de al menos la mitad de su propio partido.
Y ahora, derrotada esa resistencia interna tras ser presentada como un apoyo a Rajoy y no como una barrera frente al soberanismo, vuelve a las andadas. Porque Sánchez no presenta una moción de censura "ética", como señalan sus portavoces más seguidistas, sino para lograr el poder con cualquiera y a cualquier precio.
El PSOE solo puede llegar a Moncloa con los partidos que quieren destruir la convivencia en España. No hay más sumas posibles
Siendo muy grave la corrupción y evidente la necesidad de regeneración del PP, con la salida voluntaria de Rajoy cuando termine la legislatura y su sustitución por una cara nueva, es casi cómico que el PSOE apele a la higiene pública para tratar en vano de justificar su asalto: el actual presidente del Gobierno es responsable político de lo que ocurre en su Gobierno y en su partido, y por eso es aconsejable que deje paso cuando acabe el ciclo, pero ni está imputado ni se sienta en ningún banquillo de acusados ni su partido ha sido condenado penalmente por unos hechos, ciertamente repugnantes, que datan de hace casi quince años.
Ética oscilante
Algo que los socialistas no pueden decir de sus dos últimos presidentes, a la vez máximos responsables de la Junta de Andalucía: Chaves y Griñán sí se enfrentan a condenas muy serias(de cárcel incluso en el segundo caso), por hecho cometido en fecha mucho más reciente que la saldada, por cierto, en la primera condena de la trama Gürtel. Cosa distinta es que políticamente este caso y otros tantos por dirimirse en los juzgados tengan un inocultable impacto que obliga a los populares ha adoptar medidas regeneradoras.
Pero, por encima incluso de ese cinismo, hay algo insoportable en la estrategia de Sánchez: contar con los mismos dirigentes sobre los que pesan causas penales gravísimas y el 155, es directamente indecoroso y perfila la siniestra catadura política de un personaje definitivamente convertido en un peligro público. Quizá parte del soberanismo no le acompañe en su moción de censura egoísta, pero que el líder socialista haya echado cuentas contando con ellos lo dice todo de su insolvencia política y falta de escrúpulos personales.