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Sánchez no puede ser presidente: su asalto a La Moncloa es inaceptable

Llegar a la presidencia sin los votos de los ciudadanos y con el apoyo de quienes no creen en España sería el mayor escándalo político sufrido en el país desde el 23F de 1981.

Sánchez no puede ser presidente: su asalto a La Moncloa es inaceptable

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El posible acceso a la presidencia del Gobierno de Pedro Sánchez respondería a la legalidad parlamentaria, pero ese procedimiento jurídico y político es en este caso una mera excusa para asaltar un puesto que no le corresponde en unas condiciones deplorables que atentan contra las responsabilidades básicas de quien debe ejercerlo.

La pregunta que hay que hacerse no es si al líder del PSOE le salen las cuentas, sino cómo le salen y a qué precio para el país al que quiere representar, partiendo de una premisa que desmonta todo su discurso: si los ciudadanos le hubieran querido al frente del país, le hubiesen votado. Y no lo hicieron por dos veces, en 2015 y 2016, ni lo harán en el futuro a tenor de todos los sondeos conocidos hasta la fecha.

Es impresentable arrogarse una autoridad mayor para, en compañía de los peores socios, acosar la presidencia de España y asaltar La Moncloa

Desde esa evidencia, hay que juzgar la estratagema de Sánchez para obtener, a cualquier precio, un lugar que no le corresponde y que sólo obtendrían con una serie de apoyos lamentables que harían ingobernable España: es simplemente inaceptable que un dirigente político serio esté dispuesto a llegar a una posición que le han negado los españoles aliándose, de un modo u otro, con todos los partidos políticos que están poniendo en riesgo la propia existencia de la España constitucional, caso de los nacionalistas, o la arquitectura institucional derivada de la Transición, caso de Podemos.

¿Con Bildu?

No es sólo un despropósito, además es un fraude político que amenaza a España y no se justifica por las bochornosas apelaciones de Sánchez, tan etéreas como todo su discurso, a recuperar la dignidad de las instituciones y la ética política. ¿Con el partido de Puigdemont como garante de su presidencia? ¿Con Bildu? ¿Con Podemos?

Sólo la tenue resistencia intelectual que existe en España a este tipo de abusos explica que, se piense lo que se piense de la figura de Rajoy y del deleznable fenómeno de la corrupción, no se plante cara a este monumental abuso político que pone en solfa la recuperación económica, ataca a los pilares del Estado y ya ha generado, aun sin concretarse, enormes pérdidas económicas con el repunte de la prima de riesgo.

Si los españoles quisieran a Sánchez de presidente, le hubieran votado. Contradecir ese designio es un fraude político

Se puede estar de acuerdo en que la gestión política de los escándalos penales en el seno del PP ha sido insuficiente y se puede y debe esperar que Rajoy deje paso a la regeneración, en su propio partido, cuando termine el ciclo legislativo y haya que volver a las urnas.

Muy inquietante

Incluso es legítimo y hasta deseable adelantar esos comicios y encajarlos en un calendario donde, antes, se culmine el procedimiento de aprobación presupuestaria, se enfoque el desafío catalán y se atiendan los desafíos económicos globales.

Pero es impresentable obviar todo eso y arrogarse una autoridad mayor para, en compañía de los peores socios, acosar la presidencia de España y asaltar La Moncloa sin los votos que legitiman ese aterrizaje en el poder. Si la moción de censura prospera, España habrá sufrido el peor episodio democrático desde, tal vez, aquel lejano 23F de 1981. Por mucho que a Sánchez le salgan las sumas parlamentarias.