Sánchez se reúne con Torra sin decir para qué y pagándole su apoyo a la moción
El Gobierno tiene que dar detalles de su encuentro con Torra: lo único que ha cambiado desde que Sánchez le tildó de Le Pen es que ha recibido sus votos para llegar a La Moncloa.
El nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, mantendrá un encuentro con su homólogo en la Generalitat de Cataluña antes del verano, según reveló la portavoz del Ejecutivo y ministra de Sanidad, Isabel Celáa, en su primera comparecencia como portavoz del Consejo de Ministros, marcada por un mensaje sensato de apelación al diálogo y al acuerdo que, sin embargo, sólo le sirve al PSOE cuando gobierna: desde la oposición, su actitud reciente fue justo la opuesta, y ello pese a que el PP le propuso incluso gobernar en coalición y pactarlo todo.
La falta de precisiones sobre ese encuentro es un error primigenio, pero sobre todo inquieta que se hable de "diálogo con Cataluña" sin tener en cuenta dos importantes precisiones: la más importante, que Torra, Puigdemont o Junqueras no son Cataluña, sino la parte independentista de una parte de España donde ganó las Elecciones un partido constitucionalista.
Sánchez llamaba Le Pen a Torra y quería endurecer la respuesta. Sólo ha cambiado que le prestó sus votos para llegar a La Moncloa
Y en la misma medida, el diálogo nunca ha faltado ni en el Congreso ni en el Parlament: otra cosa distinta es que al nacionalismo no le gusten los procedimientos democráticos ni los foros consagrados a ello y considere que el único 'diálogo' válido es aquel que legalice y asuma sus abusos.
En ese sentido, el desbloqueo del control financiero de las cuentas de la Generalitat, que volverán a ser controladas en exclusiva por el Govern, tampoco tiene sentido: no ha habido ningún gesto de distensión por parte del soberanismo y, aún más, todos sus mensajes han ido en la línea de mantener la vía de la unilateralidad que ha abocado a Cataluña a una enorme confrontación interna y al conjunto de España a una profunda inestabilidad.
¿Diálogo o compensación?
Teniendo en cuenta que las sospechas de que esa autonomía financiera ha servido para sufragar el 'procés', como sostienen precisos informes policiales y prolijos autos judiciales, la decisión de Sánchez parece más destinada a compensar el apoyo del nacionalismo a su investidura que a solventar un problema.
Esa sensación se agrava por el viraje copernicano del propio presidente del Gobierno: hace apenas un mes era partidario de endurecer el 155 y ampliar penalmente el delito de rebelión. Ahora, entrega al mismo personaje al que calificó de "Le Pen" catalán la independencia económica que en el pasado ha utilizado para desafiar al Estado con su propio dinero. Lo único que ha cambiado en ese tiempo es que Sánchez se ha servido de los votos de todos los partidos separatistas para llegar a La Moncloa.
Cataluña no es solo el separatismo. Y el diálogo ya existe: en el Congreso y en el Parlament, dentro de la ley
Seguramente las intenciones del Ejecutivo son constructivas, pero o pecan de ingenuidad o son deudoras de un respaldo político que no se puede abonar, en ningún caso, con cargo al Estado de Derecho: reunirse con Torra sin decir para qué exactamente y preceder ese encuentro con una medida tan polémica como la renuncia a intervenir las finanzas de la Generalitat, no es razonable y está más que justificada la petición de comparecencia del presidente que ha reclamado el PP y las quejas enérgicas de Ciudadanos.
La ministra portavoz ha insistido en que el Gobierno dialogará con la Constitución en la mano y conviene creerla, entre otras cosas porque ningún Ejecutivo tiene la facultad de hacerlo de otra manera ni de conceder lo que no entra dentro de sus atribuciones. Pero los gestos son importantes, pues lanzan un mensaje político didáctico siempre, en un sentido o en otro.
No puede ser un premio
Y el que ha emitido el Gabinete de Sánchez no es el mejor para empezar: parece legitimar las quejas del separatismo por la actitud del anterior Gobierno, irrumpe de algún modo en los procesos judiciales en marcha y concede prebendas a los protagonistas del Golpe que sólo pueden ser entendidas como un premio por los servicios prestados en la moción de censura.