La Federación acierta echando a Lopetegui: no se puede representar a España así
Rubiales ha hecho lo correcto, aunque el momento sea malo. Pero no se puede representar a toda España, en cualquier ámbito, sin creer en ella ni teniendo otras prioridades.
Seguramente la decisión de Luis Rubiales de despedir a Julen Lopetegui como seleccionador a apenas 48 horas del estreno de España en el Mundial tiene efectos deportivos negativos, pero es la única que podía adoptar el presidente de la Real Federación Española de Fútbol para preservar la dignidad más elemental del equipo nacional.
El mal gusto, el ocultismo, la poca seriedad y la falta de profesionalidad del ya exentrenador quedan constatados en el hecho de haber fichado a escondidas por el Real Madrid en el momento en el que más necesario era concentrarse en una labor que, por otro lado, se había comprometido hace sólo unos días a desempeñar hasta 2020.
Rubiales acierta: la Selección no es un club más, representa a un país y a millones de españoles. Su dignidad importa
Si fuera tan normal empezar a preparar la temporada de un club tan exigente al mismo tiempo en que se dirigía al combinado nacional en la cita más absorbente del mundo, con carácter cuatrienal, el propio Lopetegui lo hubiese contado en tiempo real: pero optó por esconder sus conversaciones con el Real Madrid y sólo las reveló cuando no quedaba más remedio.
Respeto y dignidad
El problema, pues, no lo da la RFEF por adoptar una medida ciertamente traumática y con potenciales efectos desestabilizadores en el peor momento posible; si un técnico poco serio y un club, el blanco, cuyo presidente debiera haber sido consciente de la importancia del presente, por respeto a una Selección querida especialmente por los seguidores del equipo merengue.
Llegados a ese punto, Rubiales tenía que elegir entre la humillación de tragar un desprecio tan evidente o la dignidad de proceder a la sustitución, por delicada que sea, para proteger la imagen y estima de La Roja. Y escogió el camino adecuado.
La Selección no es un club más ni en ella han de tenerse en cuenta, exclusivamente, criterios deportivos. Con ser obviamente importantes éstos, han de estar vinculados y subordinados a un bien mayor y a una responsabilidad superior: la de representar a todo un país y la de entender que, en estos casos, los aficionados son además ciudadanos españoles que sienten de manera especial los colores de su tierra en una competición que les mide con otros.
Lopetegui ha sido poco profesional en el peor momento: si hay efectos deportivos, son imputables a él
Cuidar ese patrimonio es fundamental y hacerlo compatible con el mayor rendimiento deportivo no puede incluir la vejación ni la falta de apego a los valores que precisamente ponen en comunión al equipo con los ciudadanos y con el conjunto del país. Tenga o no consecuencias en el campo la salida de Lopetegui, la RFEF ha estado a la altura de sus obligaciones. Y debe estarlo, por cierto, en adelante con otros casos donde también se produzca un choque de intereses o se degraden los valores que encarna.
Tampoco independentistas
Por ejemplo, con futbolistas que, por bueno que sea su rendimiento, no compartan ni defiendan lo que sintetiza la camiseta que visten. Dicho en otras palabras, no se puede representar a España y ser independentista, por muchos goles que se marquen en la delantera o se eviten en la defensa. Cuando se compite por un país, no puede haber nada más importante, aunque te quiera fichar el Real Madrid, y no se debe permanecer ajeno a la esperanza y los anhelos de quienes necesitan verse reconocidos en el campo.