Pedro Sánchez debe convocar Elecciones Generales lo más rápido posible
El nuevo presidente justificó su acceso a Moncloa sin ganar por una emergencia política temporal. Aferrarse ahora al cargo sin preguntarle a los españoles es una anomalía inaceptable.
El presidente del Gobierno ha anunciado, en su primera comparecencia pública en un medio de comunicación, que su intención es agotar la legislatura y no convocar Elecciones Generales hasta 2020. De ser así, se daría la paradoja de que un dirigente que no ganó en las urnas permanecería en La Moncloa tanto tiempo como quien sí lo hizo, el depuesto Mariano Rajoy.
Para justificar tan evidente anomalía, Pedro Sánchez aludió a una supuesta necesidad de "normalizar" la vida política en España, como si convocar a los españoles a las urnas fuera una extravagancia y, por contra, desechar su participación y quedarse en un puesto para el que no le eligieron, un acto de responsabilidad.
No se puede considerar más 'normal' gobernar con 84 y los nacionalistas que preguntarle a las urnas
Desde un punto de vista conceptual, el discurso del líder del PSOE es inquietante y viene a demostrar que, para ciertos dirigentes, que gobierne el centro-derecha en España es algo así como un error que se puede y debe subsanar en cualquier circunstancia para reponer el orden normal y razonable.
Lo anómalo, en realidad, es romper la tradición democrática imperante en todo Occidente según la cual sólo busca mayorías parlamentarias quien primero las tiene en las urnas, para evitar situaciones como las que ahora vive España: a Sánchez le han salido las cuentas, exclusivamente, sumando sus exiguos escaños -84, la cifra más baja del PSOE en su historia- a los de partidos populistas e independentistas a los que, en realidad, él debería haber ayudado a aislar.
Él mismo lo reconoció
La legalidad del Gobierno y de su presidente es incuestionable y nace de las alianzas parlamentarias que avala el orden constitucional. Pero no atiende al espíritu que impulsa esa letra: el propio Sánchez lo reconoció explícitamente al justificar su acceso a La Moncloa en una supuesta emergencia política fruto de la corrupción para anunciar que, en breve, disolvería las Cámaras y convocaría Elecciones.
Un anuncio que ahora matiza o incluso olvida, sin duda movido por la certeza de que electoralmente puede serle más rentable llegar a las Elecciones desde el Gobierno, máxime cuando ya tiene prácticamente aprobados unos Presupuestos Generales con la firma del Ejecutivo anterior que le dan al menos un año de tregua económica y le permiten disfrutar de los logros de su predecesor sin tocar nada.
Para gobernar en minoría, sin el plácet de los españoles, en alianza con los partidos anticonstitucionales y con las cuentas de tu rival desalojado tiene que haber una justificación muy clara, que en este caso no existía; pero además ha de considerarse estrictamente temporal por respeto elemental a la ciudadanía.
Es muy difícil que pueda agotar la legislatura, pero que lo intente ya refleja su tactismo tras apelar siempre a la participación
Pero lo cierto es que Sánchez, que recuperó la secretaría general del PSOE apelando a la participación, ha desoído sistemáticamente el resultado de ésta cuando se traducía en votos y, ahora, se niega a activarla para refrendar su presidencia o permitir que los ciudadanos decidan quién la ostenta.
Es muy probable que ese anuncio no se corresponda con la capacidad real de agotar la legislatura que tiene un Gobierno tan débil y obedezca más a alargar los plazos un año sin hacer demasiadas concesiones al nacionalismo ni a Podemos, pero que muestre incluso la intención de acabar la legislatura al completo ya lo dice todo del tactismo de Sánchez y de su discutible respeto a las reglas democráticas más elementales.
El extravío del PP
Ser presidente exige ganar en las urnas, como premisa innegociable. Y Sánchez no lo hizo, por dos veces en pocos meses, y pretende demorar esa consulta para ganar tiempo y mejorar sus opciones. Sólo el evidente extravío en que ahora mismo habita el PP permite que una aspiración tan poco razonable como eternizarse en el cargo apenas haya tenido réplica.