La Manada: ¿Es solo Justicia lo que se pretende?
¿Tiene sentido la justicia de la calle? ¿Qué peligros representa? ¿hay relación entre esta movilización y el populismo dominante? Preguntas al hilo de una polémica que no cesa.
Vaya por delante que no tengo ningún vínculo con el mundo del derecho, pero entiendo que me asiste la misma capacidad de opinión que a esos miles de personas que durante estos días se han venido manifestando en contra de la sentencia judicial emitida en relación con los sucesos protagonizados por ese grupo autodenominado La Manada.
Resulta sorprendente que de forma tan unánime una sociedad se posicione de forma contundente contra una resolución judicial, que no deja de ser una actividad absolutamente técnica y profesional, mucho más cuando la inmensa mayoría de sus protagonistas carecen de una mínima formación jurídica, y lo que es más relevante, desconocen con precisión los hechos probados, y por supuesto no han presenciado la sesión plenaria y las declaraciones ni de los implicados, ni de los testigos, ni de los peritos.
Si a estas personas con anterioridad se les hubiese preguntado por la pena que corresponde al delito juzgado, es seguro que la inmensa mayoría no tendría la menor idea de la tipificación penal, ni la pena aplicable. Sin embargo, una vez que la sentencia no se corresponde con las expectativas de la solicitud del Ministerio Fiscal, una sociedad en bloque se siente frustrada por entender que no se satisface su sed de qué, de justicia o de venganza?
No olvidemos que los jueces aplican la Ley en atención a sus conocimientos técnicos frente a hechos probados de forma indudable, y que en el ámbito penal la parte declarativa de la sesión plenaria es el hecho fundamental para decidir una sentencia. Pues bien ante un juicio cerrado sin asistencia de público, es evidente que todos desconocemos lo que allí ha sucedido.
Una vez más nuestra sociedad pone de manifiesto algo que desgraciadamente viene persiguiendo nuestra historia, y es la prevalencia de las reacciones emocionales, generalmente acompañadas de un gregarismo preocupante, sin ser capaz de limitar o matizar las mismas con el raciocinio, el análisis y el rigor.
Pero es aún más preocupante que la totalidad de nuestros partidos políticos se sumen por pura rentabilidad de votos a la inercia de la moda, sin que se atisbe un matiz de discrepancia. Extraña unanimidad, que no hace más que extender la desconfianza generalizada hacia sus rumbos de veleta, siempre a favor del viento que sopla con más fuerza, sin tener en cuenta para nada las consecuencias de sus coyunturales e interesados posicionamientos.
¿Inhabilitación?
Pero no sólo se han producido manifestaciones de protesta, sino que existe una campaña de recogida de firmas millonaria, pidiendo ahí es nada, la inhabilitación de los tres magistrados, como si un proceso de expediente disciplinario se pudiera tramitar por suscripción popular por que sí, porque a la gente no le gusta el fallo de una sentencia.
¿No ha habido otras sentencias con violadores en serie o por terrorismo que no han tenido esa respuesta?
¿Qué es lo que se pretende, una justicia popular? ¿Los tribunales del pueblo? Puede ser que a mucha gente esto no les recuerde ni les diga nada, más teniendo en cuenta la progresiva incultura en la que estamos sumidos, pero a algunos sí, y es muy peligroso.
Una democracia no es la ley de la mayoría, es un sistema de garantía de estado de derecho, que requiere la separación de poderes, y la existencia de una justicia profesional e independiente. Todo lo que sea ir en contra de estos principios, es ir hacia populismos totalitarios. No perdamos las perspectivas, y valoremos los riesgos. Y detectemos a sus patrocinadores.
Justicia 'popular'
¿Este estado de cosas, a dónde nos lleva? ¿Se supone que cada vez que a un grupo o a una persona, le disguste una sentencia, podrá organizar manifestaciones en los juzgados y solicitar la inhabilitación de los jueces? Porque es seguro que la mayoría de las sentencias disgustan a una de las partes.
Resulta preocupante el hábito generalizado de las manifestaciones en las puertas de los juzgados con el evidente objetivo de presionar a los jueces, y sorprendente que no se haga nada por evitarlo, pues entiendo que es la obligación del ejecutivo proteger y garantizar su ejercicio con el máximo nivel de neutralidad y sin coacción.
¿Por otra parte, es ésta la única sentencia que ha generado polémica o importante insatisfacción o rechazo en buena parte de la opinión pública? ¿No afectaban algunas de ellas a hechos de consecuencias más terribles o con una dimensión de daño social más generalizado? Por no entrar en una relación exhaustiva que podría abarcar varios folios, pongamos por ejemplo la del atentado del 11 de marzo de 2004, en la que el propio presidente de la Sala manifestó que la sociedad española no estaba aún preparada para conocer toda la verdad de los hechos, o la excarcelación de Bolinaga, o la puesta en libertad de violadores en serie y miembros de ETA con numerosos asesinatos a sus espaldas.
¿Y con ETA?
¿Qué ha sido de Caixa Cataluña, la fortuna de la familia Pujol? ¿Y de los más de 350 crímenes de ETA, cuyas víctimas no sólo no han tenido una sentencia que les parezca satisfactoria, sino tan siquiera un juicio? ¿No merecían éstas y otras muchas sentencias polémicas una movilización social de disgusto, a tenor de lo sucedido en el caso de La Manada?
La diferencia reside en que se ponga en marcha o no el motor de la agitación popular, depende de que los promotores de las mismas consideren oportuno y coincidente con sus objetivos e intereses el fondo del asunto juzgado. Es obvio y evidente que en este caso el fondo de lo juzgado, en sintonía con el feminismo radical que circula sin límite de velocidad por nuestras vidas, resultaba muy rentable a los populismos dominantes en nuestro país, que todos conocemos, y no perdamos de vista que son los propietarios de la calle, y de la mayoría de los medios de comunicación.
¿Es creíble que ningún partido tenga algún matiz que hacer sobre esta situación? Nadie se atreve a enfrentarse, aunque sea de forma técnica, al monstruo del gregarismo populista. Pues mucho cuidado a la hora de alimentar y dejar crecer a los monstruos.
¿No es muy revelador que un partido ataque con una virulencia inusitada no solo la sentencia por un caso de abuso o agresión sexual, sino personalmente a los jueces responsables, mientras se esconde a la hora de recibir a los padres de niñas asesinadas por el mismo motivo, que solicitan la no derogación de la pena para esos delitos de la prisión permanente revisable?
Sin pudor
Mientras estos partidos se agregan en una bola uniforme y se apresuran a rechazar cualquier iniciativa ante crímenes monstruosos con el argumento manido de no legislar en caliente, ahora pretenden a gran velocidad y ardiendo modificar el Código Penal. Es algo más que incongruencia, es la manipulación cínica de una sociedad frágil y vulnerable, y la utilización de esa vulnerabilidad y emotividad para sus intereses, el poder a cualquier precio, sin pudor, sin respeto. Poder muy peligroso en esas manos.