Un Rey sin pólvora pero cargado de futuro
Convertido en la diana de los independentistas y acarreando con la alargada y oscura sombra del Rey Emérito y la Familia Real, Felipe VI se esfuerza por seguir una línea clara y decente.
No han sido fáciles los primeros cuatro años de reinado de Felipe VI. Y no son demasiado halagüeñas las perspectivas para los tiempos venideros. Pero entre los ataques a la institución, ajenos y también propios, el monarca trata de no separarse un mílimetro de la línea clara y decente con la que asumió su alta representación en junio de 2014. Y mal que les pese a sus adversarios, lo está logrando.
La imagen de hace unos días en el Museo de Arte Reina Sofía, acompañando al expresidente norteamericano Barack Obama como guía, es el mejor testimonio de la modernidad y la resistencia del jefe del Estado ante tanta inquina y tanta mala sombra.
El separatismo catalán lo ha convertido en la diana principal para su desafío al Estado, ahora que el nuevo presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha propiciado lo que en sus círculos y coros llaman el “deshielo”. Y con motivo de los próximo actos conmemorativos del primer aniversario del sangriento atentado yihadista en las Ramblas, quieren hacer notar su rechazo, no invitándole o propiciando algún tipo de boicot.
La imagen de Felipe VI con Obama ante el Guernica es testimonio de la modernidad y resistencia de nuestro jefe del Estado ante tanta inquina y tanta mala sombra
Este gesto se le acabará volviendo en contra a los Torra y compañía. En primer lugar porque se trata de un ejercicio de utilitarismo cochambroso aprovechar el dolor de decenas de personas para ponerlo al servicio de sus objetivos de poder. Y en segundo lugar porque, se pongan como se pongan, el Rey no va a renunciar a sus obligaciones como símbolo de la unidad nacional y de la máxima representación del Estado al servicio exclusivo de los ciudadanos.
Por otro lado, Felipe VI tiene que seguir acarreando con la pesada y sombría carga de su familia. Hace unos días su cuñado Iñaki Urdangarin ingresaba en la cárcel, poniéndose broche así a uno de los pasajes más penosos con los que ha tenido que bregar la Casa Real; un baldón para los restos. Y en las últimas horas los focos vuelven a ponerse sobre los negocios escasamente ejemplares del Rey Emérito Juan Carlos I, aprovechando como testaferro a su “vieja y entrañable amiga” Corinna zu Sayn-Wittgenstein.
Y en medio de esa telaraña de injurias y de descrédito sobrevenido, se ha colado la citada imagen de Felipe VI enseñándole y describiéndole a Obama el significado del Guernica de Picasso. Una pose difícil de imaginar en su padre, pero que el actual Rey ejecuta con natural perfección.
Delante de una de las joyas del patrimonio histórico y artístico español, a la vez que brillante contribución a la cultura universal; y al lado de una figura aún más respetada de la política internacional; Felipe VI se muestra como un monarca al día, culto, sensible y elegante; comprometido con el pasado y el legado de su país pero entregado sobre todo con la construcción de un mañana más transparente, más justo y más libre.
Entre tanto enano resentido, rancio y malhado, la altura de ala pívot de nuestro soberano se hace aún más notoria, sin el botín hecho pólvora del que sus antepasados presumían, pero bien cargado de futuro.