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El PP tiene que dejar de mirarse el ombligo y dirigirse de nuevo a los españoles

El PP tiene que dejar de mirarse el ombligo y dirigirse de nuevo a los españoles

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Si el PP hubiera elegido a su nuevo líder nada más anunciar Rajoy el abandono de la presidencia, seguramente a estas alturas el nuevo Gobierno tendría una contestación más rotunda a la cadena de decisiones que, desde su propio nacimiento apoyado antes en los nacionalistas que en las urnas, ha ido adoptando.

Desde las subidas fiscales hasta el abandono del control del déficit pasando por el viraje en la cuestión catalana, casi todo lo que ha hecho Sánchez necesitaba una réplica que el principal partido de España no ha ofrecido, al estar enfrascado en la sucesión de su líder tras un traumático desalojo que también habría merecido una contestación más enérgica.

Al PP le echaron, pero luego se ha ido cuando más necesario es para millones de personas escuchar una réplica a este Gobierno

El PP lleva un mes mirándose a sí mismo y a sus militantes, en el momento en el que probablemente más orfandad sienten millones de españoles que no terminan de entender ni de aceptar lo que está ocurriendo en España. Y un gran partido lo es cuando mira a la ciudadanía y no a los afiliados, por muy sano que sea que éstos participen en sus procesos internos.

La desaparición del PP y de Podemos del mapa, siquiera temporalmente, ha facilitado la labor del líder del PSOE, a quien nada recuerda ya su lastre de origen -la falta de plácet de las urnas-, su indeseable alianza con un separatismo nada altruista y su ristra de decisiones impropias de un partido aun con mayoría absoluta y no digamos de otro con 84 diputados.

Medidas sin gran respuesta

Tomar el control de RTVE, acatar sin más las decisiones de un tribunal provincial alemán sobre el procés o elevar el gasto público y la presión fiscal necesitarían de un respaldo previo de los votos, pero aquí se han impuesto aprovechando el vacío en la oposición.

En ese contexto, el PP no se puede equivocar más, ni de rival ni de calendario ni de prioridades. Sus primarias están siendo ante todo una excusa para la consolidación de un Gobierno tan legal como dudoso, la aplicación de una agenda inquietante y la visualización de una tensión interna entre Soraya Sáez de Santamaría y Pablo Casado que amenaza con perdurar tras el Congreso.

Un partido tiene que ser útil, especialmente en tiempos tan controvertidos como los actuales y con unos rivales en la izquierda que más que la derrota de sus rivales ideológicos buscan su desaparición del mapa y la jerarquía absoluta en cualquier ámbito de las ideas que ellos representan, defienden y aplican.

Al PP le echaron de una manera discutible, con unas excusas rebatibles y para unos objetivos preocupantes; pero además se ha marchado a continuación para quedar atrapado en un tedioso proceso interno que debe terminar de verdad el próximo fin de semana.

Todos los resultados y encuestas siguen dando una amplia mayoría al bloque liberal y conservador, aunque no lo cuiden

Todos los resultados electorales y las encuestas dan desde 2015, incluidos los más recientes, una rotunda victoria del bloque liberal y conservador frente al progresista y radical. La mayoría social, a la que tanto apela una cierta izquierda para prescindir del designio real de las urnas, está en España en ese flanco, como lo está en casi toda Europa y en general en Occidente.

Dirigirse a la ciudadanía

Más allá de cuál sea el reparto concreto de ese respaldo ciudadano entre PP y C's, lo cierto es que existe y es superior al del PSOE y Podemos juntos, aliñados por un interesado apoyo del separatismo que no hará otra cosa que alimentar las expectativas de quienes se atrevan a frenarlo. Sea cual sea el resultado del Congreso, el plan ha de ser el mismo: explicarle a los españoles lo que ha pasado en estas semanas convulsas y dirigirse a ellos para atender lo que les preocupa.

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