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Soraya se equivoca: integrarse no es imponerse ni celebrar una tercera vuelta

La exvicepresidenta no se puede comportar como la oposición a Casado y debe digerir ya el resultado y proceder en consecuencia si, de verdad, el futuro del PP y de España es lo primero.

Soraya se equivoca: integrarse no es imponerse ni celebrar una tercera vuelta

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Soraya Sáenz de Santamaría se ha negado a integrarse personalmente en la nueva dirección del PP, si bien ha confirmado que seguirá en la política activa, al menos como diputada en el Congreso. Además, ha frustrado la incorporación de dos de sus principales colaboradores, los exministros Fátima Báñez e Íñigo de la Serna, en el Comité Ejecutivo de los populares, al entender que los puestos reservados en el órgano debían corresponderse con su resultado personal en el reciente Congreso, en el que recabó el respaldo del 43% de los compromisarios.

Se trata de una actitud equivocada que mantiene como foto fija una imagen ya superada: en el momento en que el PP decidió quién debía presidirlo, los votos previos dejaron de existir y reflejan más un respaldo previo a un candidato determinado que la oposición al que finalmente ganó: sostener la idea de que, una vez finalizado el cónclave, los apoyos de cada uno se sostienen y conforman una especie de bloque disidente, es además de una inexactitud un despropósito si, en verdad, se quiere lo mejor para la organización.

Una vez terminado el Congreso, ni Soraya mantiene un 45% de apoyo ni Casado puede prescindir de quienes no le votaron: el segundo lo tiene claro

Ese resultado ha de valer, y de hecho ha valido, para eliminar toda tentación de ajuste de cuentas por parte de la dirección ganadora: si es exigible diluir la sensación de que un 43% del PP no está con Pablo Casado; también lo es que éste deseche toda vendetta y cumpla su anuncio de que, sorteado ya el escrutinio, todos son compañeros y nadie se le puede preguntar a quien votó previamente.

El ejemplo andaluz

Y eso es lo que ha venido haciendo Casado desde el fin de semana, como simboliza la rápida confirmación de Juanma Moreno, uno de los más claros apoyos de Soraya, como líder del PP andaluz: hubiera sido una temeridad relevar a un líder joven que merece y necesita respaldo a pocos meses de medirse en las urnas con Susana Díaz; y el nuevo presidente del PP no ha incurrido en ese error lanzando un razonable mensaje al conjunto de su organización.

Que en ese contexto Soraya Sáenz de Santamaría exija cuotas y ni se vaya ni quiera estar del todo antepone sus intereses personales a las necesidades del PP, como parecen haber entendido incluso algunos de sus más estrechos colaboradores: hasta seis de ellos se han integrado ya en la dirección de Casado, sin esperar a una negociación entre ambos que debe ser fluida y reclama de los dos el máximo esfuerzo integrador.

Soraya debe corregir su estrategia y sumarse sin cuotas ni imposiciones a una nueva etapa que no necesita disidencias

Es comprensible la desazón de la exvicepresidenta, que se veía ungida quizá por el propio Rajoy como sucesora natural, pero en el clima de deterioro que padecía un PP desalojado sin apenas oposición de La Moncloa, haberse sometido al criterio de los militantes era un primer paso a la recuperación inevitable y deseable cuya única pega ha sido el largo y tedioso procedimiento seguido.

Tiempo de rectificar

Si a Soraya le parece injusta la moción de censura, entiende perfectamente el adiós de Rajoy y cree que los españoles no están de acuerdo con un Gobierno sin respaldo de las urnas y sustentado en el independentismo; tiene que facilitar al PP que ese discurso se asiente y la labor de oposición y recuperación sea lo menos compleja posible. Y si ella y sus equipos ayudan a Casado, no habrá prueba mejor de que su escozor es pasajero y sus ambiciones, siendo legítimas, no están por encima de las de su propio partido. Tiempo tiene aún para rectificar.