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Eloisa Sánchez Bolinaga

Maillo dio por seguro al Gobierno de Sánchez el triunfo de Soraya

Las emociones palpitan detrás del prietas las filas. Las posibilidades de Pablo Casado parecieron una fantasía para el ex coordinador general.

Maíllo, en una reciente entrevista en La Sexta

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Las heridas por cicatrizar, los agravios personales y los orgullos maltrechos asoman en la trastienda del PP. Pero así son las primarias. Es la democracia interna. Los resultados evidenciaron una fuerte demanda de abrir una etapa nueva que existía en el seno de la organización y a la que el sorayismo difícilmente podía dar una respuesta.

Víctimas de sí mismos los hay unos cuantos. Entre ellos, Fernando Martínez Maillo, que se abstuvo de votar en el reciente congreso extraordinario (quizá, ya, demasiado tarde), dio muestras de ceguera política y de su empecinamiento en apoyar a Soraya Sáenz de Santamaría. En su condición de coordinador general, máxima autoridad al frente de las siglas durante la carrera, debió andarse con pies de plomo. Sin embargo, no quiso ser neutral.


De puertas para afuera, Martínez Maillo ha encontrado cobijo en la dirección del Grupo Popular. De fondo, persisten los recelos de pablistas contra su figura. Ganó Casado y el ex “número 3” siquiera lo vio venir. Esa ausencia de olfato quedó evidenciada ante sus interlocutores del Gobierno de Pedro Sánchez, algún ministro incluido. Fernando Martínez Maillo mantuvo que, a diferencia de las primarias socialistas, el PP ungiría líder al aspirante de los aparatos. En su caso, Soraya.


Y es que “esto no es el PSOE”, gustaba repetir machaconamente Martínez Maillo. El fallo de apreciación persistió hasta el cónclave popular, al que llegó el otrora coordinador general seguro de su apuesta, y salió sin poder disimular su decepción.

La sorpresa

El diagnóstico de errores cometidos por Soraya Sáenz de Santamaría resultó sencillo. Tan elemental que hasta Martínez Maillo los pasó por alto. Entre ellos, atribuir a las filas anhelos por prorrogar la vida del burocrático marianismo. La sorpresa marcó época.


Pero en el Partido Popular pasaron demasiadas cosas en los últimos años y Pablo Casado las entendió a la perfección. Tanto como para que sus posibilidades de salto al frente del centro derecha se hiciesen realidad. Es su oportunidad de oro, de aparcar los números, o, al menos, de anteponer o infundir ilusiones. Puede hacerse. En estos momentos, es algo más que una opción. Es, probablemente, una exigencia. El arranque no puede ser más prometedor.