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El alcalde de Vigo debe dimitir, aunque sea del PSOE y no se llame Ana Botella

Si un alcalde del PP hubiera desoído las señales de alarma y sometido a un riesgo a miles de personas, tendría que dimitir. Y con razón. Lo mismo hay que exigir a Abel Caballero en Vigo.

El alcalde de Vigo debe dimitir, aunque sea del PSOE y no se llame Ana Botella

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El insólito accidente en el puerto de Vigo, saldado con 250 heridos tras desplomarse el pantalán en el transcurso de un concierto, pone de manifiesto varios problemas distintos que, desatados a la vez, provocan serios estropicios como éste.

El más importante de todos, la sonrojante evidencia de que una Administración Pública tan amplia y costosa puede ser también ineficaz y sentirse encima poco responsable de casi todo: el deplorable juego de acusaciones entre autoridades locales, regionales o nacionales para ver cuál de ellas se salva de la quema diluye al final las responsabilidades de todas y lanza algunas preguntas al aire.

Cuando gobierna el PP las fatalidades son consecuencia de sus errores; si es el PSOE como en Vigo un trágico accidente

¿Para qué mantiene el ciudadano tanta institución distinta si, a la hora de la verdad, ninguna detecta situaciones tan obvias como la de Vigo o no hace nada al respecto o se hace cargo luego de los efectos de su desidia, ineficacia o indiferencia?

¿Cómo es posible que en un país con más de 8.000 ayuntamientos y cientos de diputaciones, cabildos, entidades, institutos, observatorios, autonomías y tantos otros nombres de la eterna lista alojada en el erario nadie se diera cuenta del estado de una infraestructura pública y permitiera meterse allí hasta a 4.000 personas?

Otros antecedentes

El suceso fue un accidente, pero no solo eso. También fue la consecuencia de una cadena de errores y lagunas que debe tener un coste político. Nadie lo dudaría si gobernara el PP, y hay incontables ejemplos de ello con dos muy paradigmáticos: el hundimiento del Prestige y el Madrid Arena.



En ambos, no sin razones, se señaló a los Gobiernos central, autonómico o local como cómplices por acción u omisión de tragedias terribles que en realidad no provocaron pero sí tuvieron lugar bajo sus mandatos, buscando las evidentes lagunas en la gestión o supervisión de las circunstancias que rodearon tan luctuosos hechos. Y lo mismo con el Metro de Valencia o el Alvia de Angrois, presentados también como el fatídico resultado de una forma de gobernar.

Abel Caballero fue advertido del peligro y no hizo nada para evitarlo. Debe presentar disculpas y su dimisión

¿Y qué hace distinto el caso de Vigo en circunstancias muy parecidas a ésas con el agravante de que, apenas unos días antes, se advirtió públicamente del riesgo de consentir la celebración de un festival musical en la zona finalmente desplomada? Solo hay una diferencia: que ahora gobierna el PSOE, en el caso de Vigo a través de una figura tan relevante como el alcalde Abel Caballero.


Los mismos que pidieron dimisiones en el resto de casos, callan ahora y explican el drama como una especie de fenómeno natural sin participación política alguna, apelando al decoro para no explotar políticamente episodios que, con otros protagonistas, se presentaron antes como un conflicto político que como un drama humano.

Asumir responsabilidades

Lo cierto, antes y ahora, es que siempre hay responsables institucionales; que en todos los casos han de dar explicaciones y que en unos concretos, además, son responsables. El de Vigo pertenece a este último epígrafe: Caballero no hizo nada, a sabiendas del peligro por el aviso emitido públicamente por la oposición en su Ayuntamiento, y ahora debe asumirlo de la única manera razonable. Que es pidiendo disculpas y presentando su dimisión.