Atentados en Cataluña: la combinación de chapuzas y manipulación del soberanismo
Una matanza siempre es culpa de quien la comete, pero el aniversario del 17A tiene otra lectura: la pavorosa incompetencia de la Generalitat y la utilización del dolor para su causa.
Los atentados, en todos los casos y sin excepción, tienen como único culpable quien los comete, y los de Barcelona y Cambrils no son una excepción: los majaderos que los perpetraron, envenenados de un fanatismo insólito en sociedades abiertas y de acogida como la española, está detrás de una masacre conmovedora que cumple su primer aniversario.
Pero no se pueda señalar a más culpables no equivale a que no haya otras responsabilidades a señalar y a depurar que, en este caso, son además escandalosas. La cadena de despropósitos que precedió y sucedió a la masacre estuvo clara desde el primer momento y hoy, un año después, es sencillamente incontestable.
La lista de chapuzas de la Generalitat que precedió y sucedió a los atentados es inmensa y hay que exigir que se depuren responsabilidades
Y lo fue en dos sentidos, ambos derivados del delirio secesionista que hoy sigue marcando la vida cotidiana en Cataluña. Desde un punto de vista estrictamente policial, y por mucha medalla que se concediera a los Mossos d'Esquadra para tapar las vergüenzas políticas que marcaron la actitud del Cuerpo de Seguridad autonómico, casi todo fue sonrojante y conviene recalcarlo.
Empezando por la impunidad con que se movió durante meses el inspirador de la matanza, el cruel imán de Ripoll, detenido previamente por tráfico de drogas , quien pudo sembrar el odio desde un proselitismo feroz que nadie quiso ver ni atajar pese a ser público y evidente.
Cadena de chapuzas
Y siguiendo por la indiferencia ante los avisos muy precisos de la CIA; la increíble falta de vigilancia de una casa en Alcanar donde convivían varios radicales; el desprecio a las advertencias de una jueza tras la explosión de decenas de bombonas de gas adquiridas sin control alguno o la sorprendente facilidad con que uno de los terroristas sorteó una identificación de los Mossos previa al cruel atropello en Las Ramblas.
De otro lado, el boicot evidente a la Policía Nacional y la Guardia Civil, premeditadamente apartadas de las investigaciones y solo habilitadas por orden judicial, es la gota que colma el vaso de un episodio trágico que fue gestionado, vergonzosamente, como una oportunidad para difundir ante el mundo un proyecto de República catalana independiente capaz de gestionar de manera autónoma una hecatombe de esta magnitud.
Las comparecencias de Puigdemont, su incompetente consejero de Interior y el mayor de los Mossos, secundados por la bandera de Cataluña y sin esperar a las autoridades nacionales oportunas, resumió en una imagen ese burdo intento por servirse del ataque en Barcelona y de las propias víctimas para ejercer de Estado soberano. Y el boicot al Rey, a quien se impidió encabezar la manifestación de repulsa con la inestimable ayuda de Ada Colau, remata la estrambótica estampa.
Preguntarse si, de haber sido gestionada la información de otra manera, con profesionales de verdad, pudiera haberse paliado el zarpazo fundamentalista, es razonable y necesario: la instrumentación de las víctimas no consiste en señalar ahora los tremendos errores de la Generalitat y las causas políticas que se divisan en tanto despropósito; sino en obviarlas para no estropear el recuerdo a los damnificados.
Las autoridades catalanas no defendieron bien a los conciudadanos y trataron de explotar el atentado para su causa soberanista
Especialmente cuando, un año después, sigue manteniéndose el desafío separatista y la utilización del aniversario con fines políticos, con intento de boicot al Jefe de Estado incluido. Las autoridades catalanas no supieron defender a sus conciudadanos y a los turistas como merecían, y no han dudado en aprovechar su martirio para su causa, en una prueba indecente más de su falta de escrúpulos coronada con una imagen lamentable que veremos de nuevo en estas horas.
¿El héroe Forn?
La intentona de vacío al Rey o el homenaje al consejero de Interior apresado por golpista, Joaquim Forn, a quien lejos de pedir explicaciones por su nefasta gestión, se tratará como un héroe desde las filas de este otro fanatismo de corte nacionalista; recalca ese bochorno e intenta prologarlo. Lamentable, ni los muertos frenan a estos desalmados.