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El intento de agresión a Alberto Garzón y el contraste con el puñetazo a Rajoy

Los trinos del día, a veces melódicos y a veces rebuznos, abarcan todas las modalidades: unos irritan, otros indignan y otros divierten. Juntos, resumen la actualidad de una forma peculiar.

El intento de agresión a Alberto Garzón y el contraste con el puñetazo a Rajoy

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Vaya por delante toda la solidaridad con Alberto Garzón y su esposa, en estado de gestación, ante el bochornoso intento de agresión que sufrieron, de un salvaje en estado de embriaguez, mientras paseaban apurando sus vacaciones en un pequeño pueblo de su Málaga natal.

Aunque no están claras las circunstancias de los hechos, sí parece comprobado que el majadero en cuestión insultó a la pareja e, incluso, llegó a abalanzarse contra ella mientras daban una vuelta por la localidad de Rincón de la Victoria. Poco más se sabe, salvo que la Guardia Civil detuvo al agresor y ya le ha puesto a disposición judicial.

Y dicho lo cual, cabe repudiar la explicación que algunos lumbreras han dado al lamentable incidente, achacándolo nada menos que a la supuesta "política del odio" de PP y Ciudadanos y pretendiendo hacerle responsables a ambos de todo. Lo curioso, como le han recordado al autor de semejante estupidez, es contrastar el mensaje difundido por la agresión a Garzón con las risas que al mismo personaje le causó el tremendo puñetazo recibido por Rajoy en Pontevedra:

La reacción del propio Garzón no ha sido ésa, y cabe recordar que se solidarizó con Rajoy cuando fue agredido con inusitada fuerza por un joven mientras paseaba por su querida ciudad gallega. Pero la de tantos otros, más papistas que el Papa, sí ha ido en la línea del primer tuit, añadiendo en todo caso el nombre de periodistas al de políticos como instigadores de este tipo de episodios:

Y para añadir una última pincelada tuitera al día, ajena por completo al coordinador de IU, merecedor de toda la solidaridad, un último mensaje que pone en evidencia a cierto sector social capaz de tapar el olor más fétido cuando procede de filas cercanas y dispuesto, por contra, a elevar a categoría política el incidente más nimio cuando el afectado es de la cuerda:

Como resumen de todo ellos, nos quedamos con el melodramático mensaje del senador Óscar Guardingo, de Podemos, que no se resistió a arrimar la sardina a su demagoga ascua: "El odio y las amenazas impunes de la derecha parlamentaria y extraparlamentaria difundidas en redes sociales, TV y prensa digital cualquier día acabará en un disgusto".

No como en Cataluña, de donde es cargo público el muchacho en cuestión: allí los sembradores de odio, que son legión y controlan el erario público, no han merecido ni una humilde mención de este senador tan estupendo. Ni que se le viera el plumero desde la Luna.