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Y ahora una 'Comisión de la Verdad' para tapar la incompetencia de Sánchez

La huida hacia adelante del presidente con su cruzada antifranquista no tapa su incompetencia y, además, reabre de mala manera unas heridas cauterizadas por sus propios protagonistas.

Y ahora una 'Comisión de la Verdad' para tapar la incompetencia de Sánchez

Y ahora una 'Comisión de la Verdad' para tapar la incompetencia de Sánchez

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El presidente Sánchez ha anunciado su intención de abrir una 'Comisión de la Verdad' sobre el franquismo, en su enésima vuelta de tuerca a un asunto que reclama un tacto y una sensibilidad política de la que el Gobierno carece por completo.

Que Franco, el Valle de los Caídos o la dictadura ocupen el centro de la agenda de La Moncloa ya lo dice todo al respecto de un presidente calamitoso que llegó al cargo con más demagogia que votos e intenta mantenerse en él con más propaganda emocional que propuestas.

No es aceptable, sin más, que en un país sumido en el mayor conflicto territorial de Europa, el de Cataluña; y sumido aún en la profunda resaca de una crisis económica que dista mucho de estar solventada; su principal dirigente ocupe la escena pública jugando con la memoria colectiva con el espurio fin de reabrir heridas y atraer hacia sí a una parte de quienes vuelvan a sentir el dolor marcado ya en generaciones enteras de españoles con sus respectivos descendientes.

Sánchez no culmina con decencia la ceremonia de reconciliación que fue la Transición; reabre heridas con fines comerciales de su interés

El drama de la Guerra Civil y su largo epílogo, totalitario pero no genocida, encontró ya la respuesta política, social, legal e institucional por parte de sus verdaderos protagonistas en un acto supremo de reconciliación, llamado Transición, que posibilitó el advenimiento de la democracia y el mayor periodo de bienestar y concordia vivido por España en un siglo.



Todo lo que se haga -y puede y debe hacerse- ha de ser a partir del respeto a ese pacto emocionante, y no prescindiendo de él, como pretende Sánchez, reclama Podemos y aguarda un nacionalismo convencido, con razón, de que agitar las aguas de la política española alimenta sus intereses separatistas.

Lejos pues de perfeccionar la formidable ceremonia de reconciliación que supuso hace 40 años la aprobación de la Constitución y la demolición del franquismo, condenado unánimemente ya por el Congreso en el año 2002; lo que Sánchez intenta es resucitar una suerte de antifranquismo sobrevenido que, desde un fin noble como restituir a las víctimas aún anónimas, caricaturice a sus rivales políticos y a cuantos españoles no le voten a él como una especie de franquistas redivivos corresponsables de la contienda bélica que tanto dañó a España.

Sainete antifranquista

La 'Comisión de la Verdad', como el sainete de Franco y el del Valle de los Caídos, no es una manera decente de concluir el largo proceso que llevó a todos los bandos a fundirse en uno, con daños graves pendientes de restañar que en aquel momento se pospusieron con infinita generosidad; sino un burdo intento de dividir y recuperar el frentismo y las trincheras donde habían germinado el diálogo y el perdón.


Cuando el propio presidente de la República depuesta por el alzamiento militar, Manuel Azaña, dijo desde Barcelona aquello de "paz, piedad y perdón" en 1938, con la Guerra Civil en pleno apogeo, lanzó un mensaje a futuro que sus herederos políticos de cualquier ideología supieron recoger y transformar en un estímulo legal, político y sentimental que permitió superar todos los traumas sin olvidar ninguno de ellos, a la espera del momento de cerrar definitivamente todas las heridas. No se logrará esto con Sánchez, desde luego, ni con ardides políticos sacados de la chistera para camuflar la penosa gestión de un Gobierno desnortado.

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